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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

Diseño indígena para una teatro de vanguardia

El estudio Mecanoo firma en Massachusetts el nuevo teatro del Festival Jacob Pillow

Vista aérea del Teatro Doris Duke en el campus del Festival de Danza Jacob’s Pillow (Massachusetts).
Anatxu Zabalbeascoa

El Génesis relata como Jacob, huyendo de su hermano Esaú, se detiene a dormir y utiliza una piedra como almohada. Esa noche sueña con una escalera que conecta la tierra con el cielo. Cuando la familia Carter compró una granja en Becket, Massachusetts, un sendero, llamado camino de Jacob, atravesaba su propiedad. Bautizaron el lugar como Jacob’s Pillow cuando, paseando, se toparon con una roca gigante con forma de almohada. Eso sucedió en el siglo XVIII.

Años después, en 1931, cuando el pionero de la danza moderna norteamericana Ted Shawn compró la antigua granja de los Carter para ubicar su compañía de danza masculina, decidió que el festival de danza contemporánea, también pionero, que fundó se llamaría… Jacob’s Pillow. Corría 1933. Shawn defendía la capacidad terapéutica de la danza porque a él mismo, tras atravesar una adolescencia muy difícil, la danza le había curado la difteria.

Vista del Teatro Doris Duke, proyecto firmado por la holandesa Francine Houben y su estudio Mecanoo.

“Diseño indígena con infraestructura teatral de vanguardia”. Así describe la arquitecta holandesa Francine Houben, fundadora y directora creativa del estudio Mecanoo, el nuevo Teatro Doris Duke. Levantado en Becket, en la antigua granja de los Carter, frente a las montañas de Berkshire (Massachusetts), el centro es el espacio de danza más tecnológicamente avanzado del mundo.

“Pensamos en una caja de madera, cuenta Houben, un equilibrio entre los principios de diseño locales —tan relacionados con la naturaleza— y una sólida infraestructura teatral”. La arquitecta enfatiza el poder de la madera: “Creemos que una gran caja de pino despierta los sentidos y profundiza la conexión entre los bailarines y el público, entre el movimiento y el espacio, entre la luz y las sombras”.

Gradas retractables del Teatro Doris Duke.

El teatro tiene un porche exterior que abre el espectáculo al paisaje. Y, a la vez, está equipado con tecnología punta para transformar las gradas y el escenario. “Es una arquitectura de conexión”, dice. Como si el edificio compartiera atributos de la danza, salvo la estructura que rodea el teatro, en el interior todo se puede mover.

Este nuevo teatro forma parte del campus que acoge el festival de danza más antiguo de Estados Unidos, el mencionado Jacob’s Pillow. Y sustituye al antiguo edificio que se incendió hace un lustro.

Entrada oeste al Teatro Doris Duke, proyecto firmado por la holandesa Francine Houben y su estudio Mecanoo.

Houben ha diseñado el nuevo centro asociada —en esta ocasión— a los paisajistas del estudio Marvel de Boston y a los consultores acústicos de la firma Charcoalblue. El resultado ha multiplicado casi por tres el espacio que ocupaban las antiguas instalaciones. Hoy hay sitio para 220 espectadores o 400, dependiendo del espectáculo y de la reorganización interna del edificio.

Vista del hall Hall de acceso al Teatro Duke construido enteramente con madera.

El nuevo inmueble está definido por dos decisiones: la madera y la flexibilidad. En realidad, la madera es también flexibilidad. Tratada térmicamente en la fachada, para asegurar su mantenimiento, el pino cambiará con el tiempo y con cada estación. “Habrá un registro orgánico de lo que sucede en el lugar”, apuntan los arquitectos.

Pero no se trata de una relación solamente visual: con capacidad para acumular agua de lluvia, con un porche sombreado y con el aislamiento de la madera, la sostenibilidad del diseño arraiga el edificio en el lugar.

Lo mismo sucede con el nuevo paisajismo ideado por el estudio neoyorquino Marvel. El estudio de Boston habla de armonía con el emplazamiento y ecología con la región. La mezcla combina piedra y vegetación local. También el diseño de artistas indígenas como Misty Cook o Kathy Arnold refleja la tradición del lugar, su identidad y el reconocimiento a sus primeros habitantes.

Vista aérea del Campus Jacob’s Pillow en Massachusetts.

Los arquitectos hablan de integración. Y no es para menos: inteligencia artificial y robótica, un espacio protegido y un paisaje histórico conviven aquí. Por eso, con un pie en la topografía y la tradición, y otro en la vanguardia y la tecnología, el teatro de danza ha sido presentado como el más avanzado del mundo.

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