Una casa pública para acoger a la gente del barrio
Barcelona inaugura los Centros de Vida Comunitaria: edificios que quieren ser cercanos, accesibles, amables y sostenibles
Se busca reinventar la ciudad. Construir, además de barrios, comunidades. Y una primera piedra quiere ponerla este inmueble: un edificio para todos. Y para todo. Un centro de encuentro vecinal y un punto de información. El inmueble incluye muchos de los servicios municipales —desde Atención a la Mujer hasta Información al Ciudadano— y es, por lo tanto, para todos los vecinos del barrio. El primero de estos Centros de Vida Comunitaria —así se llaman— está ubicado en el barrio de la Trinitat Vella de Barcelona y lo ha diseñado el estudio Haz Arquitectura con una idea: la arquitectura para el progreso social deberá ser también progresiva desde el punto de vista medioambiental.
Así, Carol Beute y Manuel Sánchez-Villanueva, del estudio Haz Arquitectura, hablan de inventiva y neutralidad. Su inmueble es la primera piedra de una transformación que sumará viviendas sociales y residencias para jóvenes y ancianos. Por eso han querido trabajar lo sencillo, lo abstracto, lo cálido y lo sostenible. Para que el edificio sea neutral, formal y ecológicamente hablando. Ya está terminado. Se abre a una plaza que todavía no existe, pero que, cuando lo haga, unirá el resto de los nuevos equipamientos. El programa queda así organizado en torno a dos patios cubiertos que proporcionan luz y ventilación renovando el aire.
El acceso al centro es amplio. Allí hay un bar, pero también caben exposiciones y reuniones. En las cuatro plantas superiores es donde se encuentran las asociaciones del barrio, los servicios sociales y los despachos. Pero ese mensaje de unión comunitaria flaquearía si este edificio no redujera a mínimos la huella de carbono que deja su construcción. Levantado en seco, con piezas preparadas de madera de pino radiata, el inmueble combate energéticamente el impacto ambiental —la huella de carbono que dejan las obras— gracias a que la madera consigue absorber CO₂ a lo largo de su vida útil. Un esqueleto metálico de jácenas y pilares trabaja con un sistema portante de paneles y techos de madera contralaminada CLT que arriostra y da estabilidad al conjunto.
Es un edificio de madera y por eso el material constructivo es también el acabado. Apenas tiene revestimientos interiores. Solo un zócalo, de contrachapado de madera, refuerza las zonas bajas de las paredes al tiempo que oculta el paso de conexiones eléctricas y datos. El sistema de ventilación aprovecha la inercia del terreno y se oculta en él. Los tubos de aire limpio están enterrados bajo la ladera. Por eso el aire llega dentro caliente en invierno y fresco en verano. La ventilación regula también la humedad gracias a la conexión con el patio con un sistema que permite el paso del aire. Por último, en este edificio que costó 1.632 euros por metro cuadrado —según los arquitectos— el consumo es casi nulo. Las placas fotovoltaicas de la cubierta generan 60.000 W de potencia eléctrica. Esa cantidad es, según ellos, suficiente para que el consumo eléctrico sea casi inexistente. Esta es una casa pública que acoge a la gente del barrio y que cuida también el planeta.
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