Martin Scorsese, Al Pacino, John Malkovich, Oscar Isaac y Gal Gadot, a la caza del manuscrito original de la ‘Divina comedia’
Julian Schnabel estrena al fin en el festival de Venecia ‘In the Hand of Dante’, su accidentado homenaje al poeta italiano que varios imprevistos ralentizaron durante décadas


El viaje al infierno de Dante Alighieri, en la Divina comedia, termina cuando al fin vuelve a ver las estrellas. En la última película de Julian Schnabel también aparecen unas cuantas. Y, de alguna manera, ayudaron al director a dejar atrás su propio abismo. He aquí el homenaje más involuntario del filme al poeta italiano, centro neurálgico del proyecto, titulado In the Hand of Dante. El largo se pasó años sepultado bajo todo tipo de imprevisto y bien pudo haberse quedado para siempre en algún círculo demoniaco. Vio la luz, sin embargo, este miércoles, en el festival de Venecia, fuera de concurso. Y desplegó en la pantalla a sus múltiples astros: Oscar Isaac, John Malkovich, Al Pacino, Gal Gadot, Martin Scorsese, Jason Momoa o Gerard Butler. Algunos ya lo definieron como un filme de culto, antes incluso del estreno. Tras la proyección cabe ponerlo en seria duda. El paraíso se le queda muy lejos. Al menos, eso sí, ha salido del purgatorio.
Dos décadas se pasó la película en el limbo. En 2000, Schnabel rodó Antes de que anochezca, con Javier Bardem y Johnny Depp. Y el segundo le propuso una ristra de libros de los que comprar los derechos, para elegir y adaptar uno. “Escogí el más imposible”, relató hoy el cineasta ante la prensa. Es decir, In the Hand of Dante, de Nick Tosches. El peculiar escritor, especializado en biografías y fallecido en 2019, inventaba en la novela su propia búsqueda del manuscrito original de la Comedia de Alighieri y los medios para autenticarlo. En la realidad, tan preciado documento no existe. O aún no ha sido encontrado. En la ficción, del libro y ahora la película, el autor lo halla en una caja de la Biblioteca Vaticana. Pero el personaje termina envuelto en un periplo como el de su adorado poeta, entre estafadores, sicarios o mafiosos, todos a la caza del inestimable documento. Aunque también encuentra el amor. Al fin y al cabo, es lo que “mueve el sol y las otras estrellas”, como escribió Dante en el último verso de su obra maestra.

Mientras tanto, Depp ya no está en el proyecto. Le sustituyó Isaac, seducido también por su “imposibilidad”, como contó ante la prensa. El actor interpreta tanto al protagonista contemporáneo como al poeta italiano. Porque la película a veces viaja de nuestros días a la Florencia del 1300, y también pasa por Roma, Verona, Venecia, Sicilia o Nueva York. Junta, además, poesías con palabrotas, fragmentos de la Comedia con tiroteos, reflexiones sobre historia, religión o arte con toques de comedia. Quizás fuera la espera excesiva, o su pasión por Dante, pero Schnabel trata de abarcar demasiado, sin mucha claridad. “Todo lo que dura mucho termina enseñando sus defectos”, se dice en la película. El metraje, aquí, toca las dos horas y media.
Casi nada, aun así, comparado con los tiempos de la producción. Depp compró los derechos de la novela, finalmente, en 2008. Pero solo hace dos años el rodaje estuvo listo para arrancar, ya sin su principal impulsor. Se detuvo, entonces, por la huelga que los actores mantuvieron durante meses, para exigir mejores condiciones a los grandes estudios. Schnabel logró hacer valer su estatus de artista independiente, y obtuvo permiso para seguir adelante. Avanzó, filmó, completó su obra. Y obtuvo incluso un puesto en la selección de la Mostra, donde el director había lanzado su anterior filme, At Eternity’s Gate, sobre Van Gogh. Pero, en lugar del soñado estreno global en el Lido de Venecia, In the Hand of Dante tuvo un debut indeseado: se filtró en internet. Y, cuando al fin el debut se acercaba, llegó el último obstáculo: la presión contra dos de sus intérpretes, Gadot y Butler.
Ambos actores han expresado en los últimos años apoyo al Gobierno israelí, responsable de la matanza diaria de palestinos. Y, por eso, cientos de compañeros de profesión, sobre todo italianos con algún nombre internacional, pidieron al festival en una carta que no les invitara. La propuesta, en realidad, dividió al propio movimiento que la firmaba: todos unidos contra la masacre en Gaza, pero separados respecto a una prohibición con dos nombres y apellidos. El certamen rechazó la petición como “censura”, pero ninguno de los dos acudió a la Mostra. En su ausencia, contestó Schnabel: “No hay razones para boicotear a artistas. Los seleccioné por sus méritos como actores, hicieron un trabajo extraordinario en la película y de eso se trata. Deberíamos hablar de la película más que de esto”. Lo cierto es que filme ha demostrado mucha resistencia. “Dejad toda esperanza los que entráis”, lee Dante en la entrada del infierno. Hay que concederle a Schnabel al menos un mérito: nunca la perdió.
Con la Comedia de Alighieri, Eleonora Duse comparte el adjetivo: a ella también la llamaban divina. Algunos la consideran la mejor actriz italiana de la historia, acaso la más hábil de toda su época. Los superlativos, en todo caso, se amontonaban. “La octava maravilla del nuevo mundo”, la definen al principio de Duse, de Pietro Marcello, un retrato que se vio en el concurso del festival.

La película narra el ocaso de la diva y su intento de resurgir de las cenizas, en 1921, con el regreso al teatro. Más cansada, enferma, insegura. Pero aún arrolladora, excesiva, brillante, maravillosa. Todo un reto encarnarla: Valeria Bruni Tedeschi, protagonista del filme, aprueba con notable. La película muestra también una época donde otras fuerzas se alzaban, y levantaban su brazo derecho. Marcello intercala la ficción con imágenes de archivo, como ya hiciera en la estupenda Martin Eden. Así, se habla de la Primera Guerra Mundial, de Mussolini o del poeta D’Annunzio, con quien Duse tuvo un sonado romance. Pero, esta vez, la mezcla se antoja menos lograda. Lo mejor de la película es volver a ver a la estrella. Qué razón tenía Dante.
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