Juan del Val, tras ganar el Planeta: “Es muy de España que una supuesta élite intelectual descalifique las novelas que se venden”
Polémico en su faceta pública pero respetado en su entorno laboral, el escritor y tertuliano de ‘El hormiguero’ asegura estar preparado para afrontar las críticas

“Esto no va a cambiar mi vida en absoluto”. Juan del Val (Madrid, 55 años), flamante ganador del Premio Planeta, responde a EL PAÍS por teléfono desde el AVE que une Barcelona con Madrid. Acude puntual a su cita de los jueves en El hormiguero, donde participa en la tertulia política del programa de televisión más visto de España. “Decía Borges que triunfamos y fracasamos mucho menos de lo que creemos”, explica. “Esto es algo que voy a disfrutar enormemente, pero no es tan importante como para cambiar mi vida. Espero, eso sí, aprovechar la oportunidad de llegar a más lectores”. Del Val se alzó la noche de este miércoles con el galardón mejor dotado en lengua española con la novela Vera, una historia de amor. Al lado de Ángela Banzas, finalista del premio con Cuando el viento hable, Del Val hizo una encendida defensa de la literatura popular.
“En realidad lo que hice fue agradecer a Planeta que convierta por una noche la literatura en un acontecimiento popular”, explica. “De todos modos, hablar de la literatura comercial como algo de poca calidad es una falta de respeto a la gente. El Quijote y Dickens son literatura popular. No todo lo que se vende es malo, ni todo lo que no se vende es bueno. A veces lo que no se vende, no se vende por buenos motivos”, dice Del Val, respondiendo a la polémica que ha desatado la concesión del Planeta a un autor tan mediático como él, después de que en el pasado lo recibieran Eduardo Mendoza, Soledad Puértolas, Antonio Muñoz Molina o Juan Marsé. Algo que también sucedió en 2023 cuando el galardón recayó en Sonsoles Ónega. Muchas voces han cuestionado la imparcialidad del jurado, señalando la estrecha relación del autor con el entorno audiovisual y editorial vinculado al premio (Atresmedia, el grupo audiovisual donde trabaja Del Val, pertenece a Planeta). Pero el escritor mete el dedo en la llaga: “Es muy de España que las novelas que se venden sean inmediatamente descalificadas por una supuesta élite intelectual”. Ahí queda eso.
Es prácticamente imposible encontrar a alguien que hable mal de Del Val. Este jueves, en el restaurante donde a veces come junto a otros trabajadores de El hormiguero, ninguno de sus compañeros encuentra una razón para ello. “No vas a encontrar a nadie que te hable mal de Juan, es buen compañero, riguroso en el trabajo, siempre está dispuesto a echar una mano y es muy generoso”, cuenta uno de los comensales. “Quizá, que es demasiado alto”, bromea otro de ellos. “Esta mañana ha enviado un desayuno para todos los que trabajamos en el programa. Es un detalle muy de Juan”, cuenta otra. Unas 150 bocas que alimentar a cargo del suculento premio del Planeta.

“Me gusta mucho hacer televisión”, explica Del Val. “No tengo intención de dejarla, aunque yo soy escritor. Yo tengo la certeza de lo que voy a estar haciendo dentro de 10 años, que es escribir. Pero no tengo la certeza de que en 10 años me apetezca estar en la tele. O si a la tele le apetecerá que yo salga”.
“Nos sacamos pocos meses de edad, y nos conocemos desde los noventa, cuando ambos hacíamos crónica taurina”, cuenta por teléfono el periodista Rubén Amón, que todos los jueves se sienta con Del Val en la tertulia política de El hormiguero. Juntos han compartido varios proyectos radiofónicos y fue Del Val quien pensó en Amón para la susodicha tertulia. Este jueves, en la tertulia de Carlos Alsina en Onda Cero, a Amón se le escapó un “nos han dado” el premio, señal de la amistad que les une.
“Claro que es un polemista, pero yo solo entiendo esa categoría como una virtud”, señala el periodista. “Juan desconcierta porque tú puedes compartir o no sus ideas, pero sabe llegar a la gente”, explica. “Puede ser un programa crítico con el Gobierno, claro”, contextualiza Amón cuando se le pregunta por la parte más política de El hormiguero, “pero es que el mayor escrutinio lo merece el que gobierna. Eso, en una sociedad fanatizada como la nuestra, a veces resulta raro, pero todos los que participamos somos conscientes de ello”. “Juan es una persona de izquierdas”, cuenta otro compañero que lo conoce bien. “Ha votado toda la vida al PSOE y ahora expresa su malestar con unas siglas en las que no se reconoce”. “Puede resultar un programa incómodo por lo transversal, pero no creo que seamos el peligro atroz que muchos dicen”, apostilla Amón.
Amón no solo comparte mesa de tertulia nocturna con Del Val, también editorial: Espasa, sello perteneciente a Planeta. Y tiene una opinión muy firme sobre el Del Val escritor. “Cuando se trata de cuestionar a un autor por su dimensión comercial, casi siempre es la frustración de quien no vende tanto. Es muy difícil escribir, es muy difícil publicar y es muy difícil vender libros”, cree Amón: “Sin embargo, Juan posee una intuición en el escribir que le identifica con muchos lectores”.
Y lectoras. En todas sus novelas, siete contando Vera, los personajes femeninos tienen más protagonismo. Sin embargo, Del Val no cree que exista “una literatura femenina”, explica. “Y si la hay, desde luego no es la mía. Otra cosa es que mi manera de escribir le guste más a las mujeres. Y luego, lo que hay que reconocer es que las mujeres son más lectoras. Con lo cual, bienvenidas mis lectoras”, responde desde el tren.
“No temo a las críticas. Tengo bastante callo porque ya aguanto todo tipo de críticas. Algunas tienen fundamento, eh, pero otras no se basan en algo que yo haya dicho, sino en una imagen que alguien quiere fabricar de mí”, cuenta Del Val. “Pero asumo las críticas. Las que son muy buenas no me las suelo creer, y las que son muy malas tampoco. Pero para mí no son importantes porque impiden el movimiento. Si la gente quiere criticar el libro, bienvenido sea, pero que lo haga cuando lo lea. Si lo leen y no les gusta, me parece bien. De hecho, me parecería una vulgaridad gustarle a todo el mundo”.
Tras la noche triunfal, el polemista (el polémico, como le presenta siempre el presentador Pablo Motos) tal vez sea percibido por la audiencia con otros ojos cada vez que se siente en la tertulia de El hormiguero: los ojos con los que se mira a un letraherido. “Dentro de pocos días abriré el ordenador en soledad y me pondré a escribir”, termina. “Que es lo que más me gusta hacer”.
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