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El último veraneo de Franco: golf, consejo de ministros y decrepitud

El colofón de la serie ‘Los archivos secretos del No-Do’ muestra imágenes inéditas de la decadencia física del dictador

Jordi Amat

La última vez que el No-Do proyectó la imagen de Francisco Franco en vida, lo mostró, con la mano temblorosa y pronunciando un discurso delirante, en el balcón del Palacio Real en Madrid. Ante él la multitud que lo aclamaba. Era el 1 de octubre de 1975. Hace medio siglo. Aquella manifestación de adhesión se había organizado como respuesta a la campaña internacional contra la dictadura tras los fusilamientos de cinco militantes antifranquistas. En 1975 Franco apenas había aparecido en aquellos noticiarios que se proyectaban en los cines porque no se quería mostrar su decadencia, pero eso no significa que un equipo del No-Do, como siempre, no lo siguiese filmándole en actos públicos, políticos y privados. La serie de RTVE Los archivos secretos del No-Do, que ha sido líder de audiencia en alguna de sus emisiones, concluyó anoche con un capítulo que mostró imágenes inéditas de su último veraneo. Son interesantes, pero ya no servían para la propaganda oficial.

El 28 de julio Franco y la larga comitiva de familiares y políticos que le acompañaba viajó en avión de Madrid a Santiago. Esa noche ya durmió en el Pazo de Meirás, su residencia veraniega desde 1939. Dos días después llegó el Príncipe Juan Carlos con su familia, a la que Carmen Polo los recibió en el aeropuerto. En la puerta del Pazo esperaba Franco, que saludó a su sucesor y a sus hijos (el infante Felipe llevaba bajo el brazo un peluche de Snoopy). Las primeras imágenes inéditas son de su club de golf habitual: La Zapateira. Apenas se grabaron primeros planos y, aparentemente, el día de la grabación jugaba solo y le acompañaban su paisano y exministro Pedro Nieto Antúnez y su médico de cabecera, el doctor Vicente Pozuelo. Es verdad que en las imágenes Franco mete una bola en un hoyo, pero no es menos cierto que también se veían sus manos temblando. Probablemente por ello no se emitió dicha grabación.

Seguramente las imágenes inéditas con mayor valor histórico son las del consejo de ministros celebrado el 22 de agosto en el Pazo de Meirás. En aquella reunión se aprobó un decreto ley con consecuencias trágicas. Tras el asesinato por parte de ETA y del FRAP de policías y guardias civiles, el gobierno reaccionó con una legislación similar a la británica que se había adoptado para combatir contra el IRA irlandés: aquel texto “sobre prevención del terrorismo” es el que permitiría juzgar en consejo de guerra sin garantías legales algunas a los detenidos acusados de cometer aquellos crímenes. Serían juzgados en virtud de ese decreto y cinco de ellos fusilados al cabo de un mes. En aquella reunión en su casa, la decadencia física de Franco se ha acelerado. Así lo muestran las imágenes: parece un pasmarote ajeno a todo, decrépito, incapacitado para poder participar de la reunión.

Otro reportaje del No-Do que no se emitió, y que apareció en el último capítulo de la serie documental, estaba dedicado a una intervención artística que contrasta con la gerontofilia institucional. A finales de junio de 1975 las paredes de casas bajas y chabolas en Portugalete, en las afueras de Madrid, se llenaron de murales pintados por artistas y vecinos del barrio. Las cámaras no filmaron el fragmento del Guernica que se dibujó en una pared, pero sí diversos murales que eran una crítica directa a la Dictadura. Pocos tan significativos como el que recordaba el crimen de Federico García Lorca. Ni el epílogo del dictador podía verse ni tampoco la sociedad contestataria que empezaba a conquistar parcelas de crítica y libertad.

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Sobre la firma

Jordi Amat
Filólogo y escritor. Ha estudiado la reconstrucción de la cultura democrática catalana y española. Sus últimos libros son la novela 'El hijo del chófer' y la biografía 'Vencer el miedo. Vida de Gabriel Ferrater' (Tusquets). Escribe en la sección de 'Opinión' y coordina 'Babelia', el suplemento cultural de EL PAÍS.
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