“¿Quién no querría estar aquí?”: Oasis se despide de Londres con una explosión de nostalgia generacional
Los hermanos Gallagher ofrecen dos únicos conciertos en Wembley antes de partir a Asia, Oceanía y América del Sur

La leyenda de Oasis en Wembley era cierta: 250.000 cervezas servidas para 90.000 almas entregadas en la despedida británica de la gira de la catarsis generacional milenial. Sin cifras oficiales de cuántas más se han vendido este fin de semana con sus dos conciertos (27 y 28 de septiembre), no sorprende que los de Manchester doblasen a Coldplay en el número de pintas vendidas en sus anteriores shows de julio y agosto, batiendo récords alcohólicos en el mítico estadio londinense. Durante dos horas, y desde que sonaron los acordes de Fuckin’ in the Bushes el sábado 27, concierto al que asistió EL PAÍS, a las ocho de la tarde, la birra volaba desde las gradas y entre la pista como explosiones de confeti líquido. Había que celebrarlo. Los hermanos Gallagher habían vuelto a Londres sábado y domingo para despedirse de Reino Unido en el último fin de semana de septiembre tras su paso por Norteamérica (Canadá, Estados Unidos y México) y antes de iniciar su recorrido por Asia, Oceanía y América del Sur (Corea del Sur, Japón, Australia, Argentina, Chile y Brasil, que cerrarán en São Paulo el 23 de noviembre).
Cogidos de la mano a su llegada a un escenario en el que incluyeron una figura de cartón de Pep Guardiola con sombrero mexicano y el escudo del Manchester City, Noel (58 años) y Liam Gallagher (53) sabían a lo que se enfrentaban tras los 26 directos ofrecidos desde que se estrenaron en julio en Cardiff. En el público no solo están los cuarentones y cincuentones que han esperado 16 años para verlos en acción de nuevo, también una nueva generación de fans, veinteañeros y veinteañeras que han sucumbido al uniforme de esta gira: Adidas, parkas, mini gafas de sol y bucket hats (sombreros de pescador). Para ver a Oasis hay que vestirse como aquellos lads del britpop de los 90 que berreaban Don’t Look Back in Anger tras un partido de fútbol. Solo que en 2025 ya no hay revistas con tías en bikini como Loaded y el sexismo imperante de aquella era se ha desdibujado como para que ni siquiera se vislumbre en las visuales del concierto, más centradas en recoger fotos de nostalgia familiar o de esencia británica, con simpáticos planos de Buttons, el perro tailandés adoptado por Liam Gallagher.
Rock ‘n’ Roll star Saturday 🙌#OasisLive25 pic.twitter.com/a4cw0ugLPc
— Wembley Stadium (@wembleystadium) September 27, 2025
Quien afirma que vivimos una epidemia de soledad masculina no ha ido a uno de sus recitales, donde hombres desconocidos de distinta generación se abrazan y corean juntos Supersonic en una comunión casi mística. “¿Quién no querría estar aquí?”, dijo Liam en un concierto en el que intervino poco, pero sí quiso rendir homenaje a un fan de Oasis, el reconocido boxeador Ricky Hatton, que falleció esta semana, y al que dedicaron Live Forever.
Tras el estallido de euforia que marcan Acquiesce, Morning Glory, Some Might Say, Bring It On Down, Cigarettes And Alcohol (con todo el estadio de espaldas al escenario, como marca la tradición de esta gira) o Supersonic, llegó la calma. Fue con las tres canciones que Noel Gallagher cantó sin Liam en el escenario (Talk Tonight, Half The World Away y Little by Little). Y de ahí, la traca final de un repertorio de leyenda. Desde Stand By Me todo sube: Slide Away, Whatever, Live Forever y Rock&Roll Star suenan frenéticamente para dar paso a los bises finales que todo el mundo espera, los temas que les hicieron universales: The Masterplan, Don’t Look Back in Anger, Wonderwall y Champagne Supernova, un adiós tan explosivo que mereció fuego artificiales sobre el estadio.
El escándalo de las entradas
Los dos conciertos extra de Wembley de este fin de semana se acordaron tras las protestas del público británico por haberse quedado sin entrada en los cinco anteriores en ese estadio. El precio y la imposibilidad de conseguir tickets han sido los protagonistas en la sombra de la reunión. ¿Cuánto estabas dispuesto a pagar para verlos? El sistema dinámico impuesto por Ticketmaster, denunciado por la propia banda, ha provocado que la plataforma se haya replanteado ofrecer mejor información sobre los precios. La reventa no ha sido menos escandalosa. En Viagogo, para los conciertos de este fin de semana, se pedían 1.900 euros por asiento y sin visibilidad del escenario. El sistema está tan corrupto que hasta la BBC confirmó que la empresa promotora de la gira, SMJ Concerts, había cancelado 50.000 entradas de la gira de Reino Unido e Irlanda, un 4% del total, que habían sido revendidas en webs no autorizadas.
Se estima que la reunión de los Gallagher genere unos 450 millones de euros, entre entradas, mercadotecnia y patrocinios (de Land Rover y Adidas). La promotora SJM Concerts ingresó 399 millones de euros en 2024, con 20 millones de beneficios antes de impuestos. El privilegio de ver a Oasis se paga. Un estudio de una división de Barclays ha cifrado el gasto de cada fan frente a esta gira: 877 euros por persona.
“Nos vemos el año que viene”
Hasta el martes 19 de agosto, ninguno de los dos hermanos había dado ninguna declaración o entrevista. El sábado tampoco hablaron entre sí sobre el escenario. Pero ha sido Noel, hablando de fútbol y de su equipo, el Manchester City, en el podcast deportivo talkSPORT, el que confirmó la evidente complicidad que se respira entre ellos sobre el escenario. Charlando con Andy Goldstein y Darren Bent sobre el Manchester City, su equipo de fútbol, el letrista confirmo sentirse encantado con la reunión. “Es difícil expresarlo con palabras, la verdad”, dijo, y añadió: “Cada noche es la primera noche del público, así que cada noche tiene la misma energía. Ha sido realmente increíble... Normalmente, no me faltan las palabras, pero ahora mismo no puedo expresarlo”.

Aunque los hermanos llegan en coches separados a cada concierto, ha sido la hija de Noel, Anaïs Gallagher, la que más ha visibilizado la armonía familiar en esta gira. La influencer, modelo y fotógrafa, a quien vio en la zona VIP de Wembley el sábado, contó a Grazia lo que había supuesto ver una docena de los conciertos de la gira, muchos de ellos en compañía de sus primos, Lennon y Gene Gallagher, hijos de Liam. “Son los únicos que entienden completamente lo que está pasando y la locura que es, el antes y el después”, explicó.
Los nepobabies (término inglés para referirse a un hijo de famoso) del britpop están de moda. Además del posado de dos de los tres hijos de Noel y dos de los cuatro de Liam en la revista W; en junio, la exquisita Tatler colocó en su portada con la Union Jack de fondo a una de las hijas de Liam, Molly Moorish Gallagher y a Sonny Ashcroft, hijo de Richard Ashcroft, que teloneó a los Gallagher este fin de semana en Wembley. La cuadrilla de la nueva cool brittania no está formada por nuevas bandas, sino por los hijos de, evidenciando lo difícil que supone llenar el vacío del britpop y las bandas británicas de los 90. Un estilo que ha vuelto a la vida, como prueba el retorno discográfico de Pulp o al directo de Radiohead. Y va para largo. El sábado, antes de abandonar el escenario, Liam Gallagher dejó un recado a los 90.000 asistentes. Un mensaje que podría dar esperanzas para abrir nuevas fechas en Europa, con la posibilidad de recalar en España: “Nos vemos el año que viene”.
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