Muere a los 88 años Roberta Flack, la diosa del ‘soul’ que nos mató suavemente con ‘Killing me Softly’
La artista de R&B, que ganó su primer Grammy por ‘The First Time Ever I Saw Your Face’, ha fallecido rodeada de su familia, informa en un comunicado su publicista. Anunció que padecía ELA en 2022
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Roberta Flack, una de las cantantes de soul y R&B más icónicas y admiradas del siglo XX, ha muerto este lunes en el barrio neoyorquino de Manhattan mientras era trasladada a un hospital tras sufrir un infarto. La artista de Black Mountain (Carolina del Norte), que había celebrado su cumpleaños número 88 apenas dos semanas atrás, arrastraba problemas cardiacos desde hacía una década y en 2022 fue diagnosticada de ELA. Eternamente asociada en España a la balada Killing Me Softly With His Song (1973), que ni siquiera había sido escrita originalmente para ella, también alcanzó lo más alto de las listas estadounidenses con The First Time Ever I Saw Your Face (1972), considerada una de las canciones más tristes de todos los tiempos, y Feel Like Makin’ Love, en 1974, además de acreditar varios éxitos a dúo con Donny Hathaway. Su actividad decreció de manera significativa con el final de la década, sobre todo tras relegar su faceta artística frente a causas solidarias, pero el goteo de lanzamientos discográficos se prolongó hasta 2012 con su sorprendente disco de versiones de The Beatles, que tituló Let It Be Roberta.
Como en tantos otros casos en la historia de la música negra, Roberta Cleopatra Flack bebió desde niña de las fuentes del góspel y la religión, ya que su madre era organista en una iglesia. Fue una pianista precoz y superdotada que con apenas 18 años ya se había graduado en la Universidad de Howard y fantaseaba con dedicarse al bel canto. Se ganaba el sustento amenizando las veladas a los clientes del restaurante Mr. Henry’s, en Washington, donde la descubrió el cantante y el pianista Les McCann, que medió para que la acabara fichando el todopoderoso sello discográfico Atlantic, el mismo en el que grababa su admirada Aretha Franklin. Y el bagaje adquirido durante noches y noches en contacto directo con la clientela le permitió ventilar su primer álbum, el ya fabuloso Fist Take (1969), en apenas 10 horas de grabación.
Tampoco necesitó muchos más preparativos para despachar su segunda entrega, Chapter Two (1970), que refrendaba una versatilidad interpretativa tan transversal como prodigiosa: Roberta era capaz de inspirar a la vez serenidad, hondura, reivindicación y orgullo, atraía a auditorios blancos y negros y lograba conmover sin resultar nada manierista ni jactanciosa. De paso, se granjeó la complicidad del público gay y lésbico que frecuentaba el Henry’s, una conexión con la audiencia arcoíris que refrendaría y acentuaría a lo largo de los años.
En aquellos primeros álbumes solo faltaba el chispazo de alguna canción exitosa, y ese punto de inflexión llegó por una feliz coincidencia cinematográfica. Clint Eastwood descubrió su lectura de The First Time Ever I Saw Your Face, un precioso original del folclorista británico Ewan MacColl, y quiso utilizarla para una tórrida escena de Escalofrío en la noche (1971), su debut detrás de la cámara. La gran pantalla sirvió para popularizar el nombre de Roberta, y ella supo aprovecharlo con otro gran álbum solista, Quiet Fire (1971) y el disco de duetos Roberta Flack and Donny Hathaway (1972), con la enorme balada Where Is The Love? como principal reclamo. Pero el auténtico punto de inflexión llegaría en 1973 con Killing Me Softly With His Song, una canción que la cantante de folk Lori Liebermann había grabado un año antes sin la menor repercusión.
La historia de aquel Suavemente me mata con su canción es tan azarosa que casi por sí sola daría para un libro. Liebermann le propuso al tándem de compositores integrado por Norman Fimbel y Charles Fox que la escribieran a raíz de escuchar a Don McLean en el Troubadour de Los Ángeles estrenando su canción Empty chairs en noviembre de 1971. La canción pasó por completo inadvertida, pero Roberta supo de ella durante un vuelo a Los Ángeles y le pidió a su amigo Quincy Jones el teléfono de los autores. Los cambios que introdujo eran sutiles, pero efectivísimos: empezó su versión con el estribillo, para otorgar un mayor protagonismo a ese brutal contraste entre “matar” y “suavemente” del título, e introdujo hacia el final una estrofa tarareada como metáfora de que la pasión amorosa, en su máximo esplendor, no conoce palabras suficientes que puedan expresarla. El resultado: uno de los títulos más esplendorosos del último siglo, tres Grammy en la edición de 1974 (grabación del año, canción del año y mejor interpretación vocal femenina) y centenares de versiones posteriores; entre ellas, una de las Fugees en 1996 casi tan influyente como la original, y hasta insólitas adaptaciones al castellano de Tino Casal u Omara Portuondo.
El listón quedó a una altura inalcanzable, pero aun así Flack fue capaz de enhebrar un nuevo número 1 en 1974 con otra balada ardorosa, Feel Like Makin’ Love, antes de levantar el pie del acelerador. Otro dúo con su adorado Hathaway, The Closer I Get To You, la condujo hasta el número 2 de las listas en 1977, pero el suicidio de su media naranja interpretativa, el 13 de enero de 1979, la sumió en la devastación. De cara a la siguiente década emprendió una alianza artística similar junto a Peabo Bryson que, sin alcanzar el impacto previo, se tradujo en una gira conjunta y un tema muy laureado allá por 1983, Tonight I Celebrate My Love. En aquella época también renovó su compromiso con el colectivo LGTBI a través del tema central de Making Love (1982), una película sobre la identidad sexual de un hombre gay. A raíz de esa grabación, muchos cayeron en la cuenta de que una de las canciones de su primer disco, Ballad of the Sad Young Men, ya constituía un guiño de cariño y complicidad hacia el público homosexual.

Pese a que sus trabajos y apariciones se fueron espaciando cada vez más, Roberta dejó pinceladas de genio y talento incorporándose a una gira con el trompetista Miles Davis; registrando un nuevo dúo triunfador en 1991 con Set the Night to Music, esta vez junto a Maxi Priest, o dando forma a un muy decente álbum de canciones navideñas en 1997. También supo imprimir personalidad propia a originales de grandes autores como Laura Nyro o Leonard Cohen.
En una famosa entrevista para The New York Times de 1970, cuando todavía era casi una principiante, Roberta Flack dejó sentadas las bases de su personalidad artística con una clarividencia sorprendente. “Me han dicho que me parezco a Nina Simone, Nancy Wilson, Odetta, Barbra Streisand, Dionne Warwick y hasta Mahalia Jackson”, enumeró, “y eso me deja muy tranquila. Si me comparasen con una sola persona me preocuparía. Si tienen que mencionar tantos nombres, eso significa que tengo mi propio estilo”. Ahí, en efecto, radicaba la clave: solo Roberta sonaba como Roberta.
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