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Mircea Cărtărescu, el escritor rumano más internacional, blanco de las críticas del ultranacionalismo

La Academia Rumana, la institución cultural y científica más importante del país, rechaza por un voto la entrada del novelista, que siempre aparece en las quinielas del Nobel

El poeta y novelista rumano Mircea Cărtărescu en la presentación de su última novela, 'Theodoros', en Santiago de Compostela, en noviembre de 2024.
El poeta y novelista rumano Mircea Cărtărescu en la presentación de su última novela, 'Theodoros', en Santiago de Compostela, en noviembre de 2024.Lavandeira jr (EFE)

Rumania vive enfrascada en un continuo choque ideológico desde que un desconocido candidato ultranacionalista y filoruso, Calin Georgescu, ganara en noviembre por sorpresa la primera ronda de las elecciones presidenciales, que el Tribunal Constitucional acabó anulando dos días antes de la segunda vuelta por supuesta injerencia de Rusia. El último episodio tiene al prolífico Mircea Cărtărescu, el escritor rumano más internacional en la actualidad, como centro una polémica que ha sacado a relucir la polarización en el seno de la escena cultural.

El novelista, editado en España por Impedimenta, traducido a más de 25 idiomas y habitual en las quinielas del premio Nobel de la Literatura, ha visto cómo su deseo de lograr un asiento en la Academia Rumana, el foro cultural y científico más importante del país, se ha ido al traste por segunda vez. La razón es ser, supuestamente, un autor “inflado” (según sus críticos, el Estado, a través del Instituto Cultural Rumano, ha invertido grandes cantidades en promocionarlo fuera) y haber publicado hace dos décadas un artículo en el que señalaba el antisemitismo del poeta romántico Mihai Eminescu —el Gustavo Adolfo Bécquer rumano— y el fascismo de los filósofos Emil Cioran y Mircea Eliade, hechos sobre los que históricamente no hay ninguna duda.

La Academia Rumana rechazó el pasado miércoles por un solo voto como miembro a Cărtărescu, que necesitaba el apoyo de dos terceras partes de los componentes de la institución, lo que provocó acto seguido un estallido de críticas. El autor —de Solenoide, Cegador y Theodoros, entre otros—, transmitió a El PAÍS que no deseaba dar entrevistas ni hacer declaraciones al respecto. Solo dejó en Facebook un mensaje de agradecimiento por el apoyo recibido. “En los últimos días me he sentido abrumado por la calidez y solidaridad de nuestro mundo cultural hacia mí. Quiero agradecer aquí a todos los que, desde la Academia Rumana, desde la prensa y en las redes sociales, habéis estado a mi lado estos días”, escribió.

El ensayista Nicolae Breban, integrante de la Academia Rumana, argumenta que su obra ha sido muy subvencionada. “Es un buen escritor, pero no es un gran novelista, porque no es capaz de hacer ficción”, justifica. “En Dostoievski, hay decenas de personajes; en Thomas Mann, hay decenas de personajes. En Mircea Cărtărescu, hay tres personajes: el padre, la madre y Mircea”, prosigue el intelectual, de 91 años. Pero, el también académico Valeriu Matei, que distribuyó un llamamiento por el que alegaba motivos en contra de su aceptación, va más allá. “En un artículo de 2005 titulado Una culpa histórica. Sobre el antisemitismo rumano, Mircea Cărtărescu insulta a Mihai Eminescu, Emil Cioran y Mircea Eliade”, tres voces prominentes de la cultura rumana, explica Matei, quien también arremete contra el escritor porque, según él, afirma que los rumanos eran uno de los pueblos más antisemitas durante la Segunda Guerra Mundial.

“Este argumento constituye una banalidad historiográfica. Cualquiera que trabaje con la historia literaria del espacio rumano sabe el antisemitismo de los tres intelectuales”, arguye Stefan Baghiu, profesor de Literatura de la Universidad Blaga de Sibiu. Eminescu (1850-1989) “era más antisemita que los propios conservadores de su época, además de ser racista; son muchos textos en los que despotrica sobre los judíos”, recalca el crítico literario, que subraya que “se ha intentado blanquear su imagen asegurando que en ese periodo todo el mundo era antisemita o que, en realidad, solo no soportaba a los nuevos judíos que se habían instalado en el país”. La obra de Eminescu es extremadamente apreciada, pero no está exenta de controversias. Su poema Doina, expresamente antirruso, también se considera antisemita, antiucraniano y antihúngaro.

Emile Michel Cioran
Emil Cioran en París.Sophie Bassouls (Sygma / Getty Images)

Según el experto, Cioran (1911-1995) elogió a Adolf Hitler en los años treinta y ensalzó el fascismo, unas alabanzas de las que renegó más tarde diciendo que era inconsciente. Por su parte, Eliade (1907-1986), famoso por sus ensayos sobre la historia de las religiones, escribió decenas de textos en los que no solo enalteció al dictador alemán; sino que intentó teorizar sobre la doctrina extremista. “Llegó a sostener que las personas con discapacidad no tienen lugar en la sociedad”, abunda Baghiu.

El antisemitismo continúa siendo un tema incómodo entre los rumanos a quienes les enseñaron que salvaron a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial y, en cambio, no estudiaron los pogromos que llevaron a cabo los propios rumanos. Precisamente, el Parlamento de Rumania rindió hace tres años y medio homenaje a los más de 13.000 judíos asesinados entre el 28 y 30 de junio de 1941 en el pogromo de Iasi, en el noreste del país, en una de las masacres más sangrientas cometidas durante el Holocausto. “Las razones por las que Cărtărescu fue rechazado, como que habría demostrado ser un antipatriótico al hablar mal de los valores nacionales como hicieron Eminescu o Cioran, son preocupantes en plena resurrección del fascismo a escala mundial”, apunta Mihai Iovanel, un crítico literario que ha publicado un compendio sobre la literatura en los últimos treinta años. “Que Eminescu fuera antisemita y racista o que Cioran y Eliade eran simpatizantes o miembros del Movimiento Legionario en su juventud son hechos documentados detalladamente en docenas de libros. Quien los discute no sabe de qué habla”, incide.

Para la próxima...

En el ojo del huracán por la polémica está Ioan-Aurel Pop, presidente de la Academia, que se ha defendido al revelar que le habría gustado ver a Cărtărescu como nuevo miembro: “Estoy seguro de que entrará en una próxima votación”. En defensa de Cărtărescu, salió a la palestra Ana Blandiana, premio Princesa de Asturias de las Letras 2024 y miembro de la Academia, quien manifestó que el rechazo ha dejado una mancha en la imagen de la institución que “no se borrará”. En un mensaje publicado en Facebook, la poeta imploró a sus colegas que no se dejaran llevar por el odio, la envidia y la frustración. Otro escritor, Radu Vancu, afirmó que “una gran parte de la Academia Rumana está habitada por el espíritu del nacionalismo extremista”, razón por la cual no eligieron a Cărtărescu, quien no es conocido por su nacionalismo. Ante el revuelo generado entre los intelectuales, el ministro de Educación, Daniel David, reaccionó con una publicación en su blog personal en la que asegura entender las críticas vertidas contra la institución académica, aunque intenta rebajar la tensión espoleada por la división política actual: “En una Rumanía polarizada y conflictiva, no se puede esperar una Academia completamente diferente”.

El historiador de las religiones rumano Mircea Eliade posa en su casa de París el 30 de septiembre de 1978.
El historiador de las religiones rumano Mircea Eliade posa en su casa de París el 30 de septiembre de 1978. Ulf Andersen (Getty Images)

“La Academia Rumana siempre ha sido una institución conservadora y nacionalista, cuya misión pasa por mantener el culto acrítico de los valores considerados representativos no solo artísticos, sino también aquellos relacionados con la identidad nacional”, aclara Iovanel, actualmente investigador del Instituto de Historia y Teoría Literaria G. Calinescu de Bucarest, un centro que pertenece a la Academia Rumana. Destaca que, como ironía del trabajo de esta institución, muchos de los valores mencionados fueron validados por la Academia solo después de sus muertes. “Durante sus vidas fueron considerados demasiado controvertidos para ser aceptados en la Academia y solo fueron admitidos póstumamente”, ilustra el crítico, antes de precisar que “está en la lógica institucional del funcionamiento de la Academia validar la novedad con retraso, aunque Cărtărescu es un autor ultracanónico desde hace al menos 30 años”.

Muchos escritores, investigadores y científicos advierten de que la Academia Rumana sigue siendo un “bastión reaccionario con mucha gente antioccidental”. “No resulta extraño que no soporten a los escritores prooccidentales, liberales, anticomunistas y vanguardistas como Cărtărescu, pero su valor literario es innegable; merece plenamente estar en la Academia, ya que está muy por encima de otros”, apuntala el arqueólogo Liviu Iancu. “La Academia Rumana también cuenta con nacionalistas entre sus miembros, que ven neomarxistas y wokeistas en todas partes, algunos trogloditas; Cărtărescu no es ni una ni la otra, solo un escritor liberal”, elucide Mihai Burcea, antiguo investigador del Instituto para el Estudio del Totalitarismo. Para concluir, Iovanel asevera que “la mayoría de los miembros de la Academia no tienen competencias culturales, literarias o históricas: son ingenieros y médicos, que tienden a creer acríticamente lo que les dicen otros integrantes en el área cultural, aunque la sección especializada, la de Filología, validó por unanimidad la solicitud de Cărtărescu”.

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