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La noche en que los robots invadieron la ópera de Dresde

Kraftwerk encandila a los 18.000 asistentes a su único concierto del año en Alemania, al aire libre en la Semperoper

La banda Kraftwerk, durante el concierto del pasado sábado en la Semperoper de Dresde, Alemania.
La banda Kraftwerk, durante el concierto del pasado sábado en la Semperoper de Dresde, Alemania.picture alliance (dpa/picture alliance via Getty I)
Elena G. Sevillano

Hace tiempo que Kraftwerk, la banda alemana que inauguró la era del pop electrónico, ya apenas actúa en escenarios convencionales. Cuando los cuatro hombres-máquina deciden salir a escena con sus trajes luminosos, hiératicos y envueltos en misterio, buscan mimetizarse con lugares especiales, majestuosos como el palacio de Schönbrunn de Viena, icónicos como el MoMA de Nueva York o la Neue Nationalgalerie de Berlín. El sábado escogieron un telón de fondo histórico, la Sempeoroper de Dresde, el teatro de la ópera donde se estrenaron algunas de las mejores óperas de Wagner y Strauss, para encandilar a más de 18.000 personas con un espectáculo apabullante que conjuga música y artes visuales.

Las entradas agotadas y el centro de la ciudad sajona cortado desde horas antes indicaban que la cita era todo un acontecimiento. El concierto de Dresde ha sido el único del año en Alemania, justo cuando se cumple medio siglo del álbum que consagró a los de Düsseldorf ―solo queda un miembro de la formación original, Ralf Hütter, después de que Florian Schneider falleciera en 2020― y les convirtió en la influencia primordial de todas las corrientes de la música pop electrónica posteriores.

Ralf Hütter, fundador de Kraftwerk, durante el concierto del sábado en Dresde.
Ralf Hütter, fundador de Kraftwerk, durante el concierto del sábado en Dresde. picture alliance (dpa/picture alliance via Getty I)

El escenario en el que aparecieron puntuales las cuatro figuras estáticas, con sus trajes ribeteados en verde Matrix y sin despegarse de sus ordenadores, no podía ser más espectacular. Apenas se les distinguía en la inmensidad de la fachada neobarroca, en la que empezaron a proyectarse códigos binarios e imágenes en movimiento mientras sonaban sus canciones más conocidas. No se esperaban novedades de Kraftwerk, que hizo un repaso a sus discos de los 70 y 80 e incluyó también una canción del último, publicado hace ya más de 20 años, sino más bien una celebración de su legado y un espectáculo visual potente, y eso fue lo que ofrecieron.

Entre el público, que abarrotaba la plaza frente a la ópera pese a los 10 grados y a la amenaza de lluvia, había muchos mayores de 50 años, que se movían al ritmo de éxitos como Das Model o Die Mensch-Maschine (el hombre máquina). “Estuve en uno de sus conciertos de Berlín hace casi 10 años y la música es la misma, sí, pero con escenario grandioso me parece aún mejor”, decía Karl, de 62 años, que grababa trozos de cada canción con el móvil. Además de los 18.000 espectadores con entrada, varios centenares de personas más trataban de seguir el espectáculo desde el puente de Augusto sobre el río Elba, donde los periódicos locales habían aconsejado situarse para escuchar a Kraftwerk aprovechando que era al aire libre.

Poco antes de las 20 horas, una voz metálica invitaba al público a disfrutar de una velada con el “hombre-máquina” mientras los miembros del cuarteto avanzaban uno tras otro a sus puestos en el balcón del teatro de la ópera, a unos 15 metros sobre las cabezas del público. Sin pantallas que mostraran a los artistas de cerca, había que confiar en que realmente eran Hütter (78 años) y sus colegas los que estaban allí arriba con sus trajes a lo Tron.

Kraftwerk tiró de clásicos, que no por serlo suenan menos actuales. Sus canciones las podrían firmar grupos actuales, a los que de hecho siguen influyendo. La versión corta de Autobahn estuvo acompañada por imágenes del videoclip original, con el icónico Volkswagen escarabajo blanco, y vehículos circulando por la autopista proyectada sobre el edificio, destruido durante el bombardeo de Dresde del 13 de febrero de 1945 y reconstruido con mimo 40 años después.

Con los primeros acordes de Computer love―reinterpretados por Coldplay en su tema Talk― la fachada quedó a oscuras salvo por las cuatro figuras en las alturas y unas barras de sintetizadores que parpadeaban al ritmo de la canción. Con Radio-Aktivität proyectaron los nombres de centrales que han sufrido accidentes nucleares —Chernobyl, Fukushima, Harrisburg― entre símbolos de peligro radiactivo y átomos en movimiento. Para Die Roboter (los robots) recuperaron las imágenes de su célebre videoclip, en el que cantan y se mueven como si fueran androides.

Los pioneros de la música electrónica también interpretaron Trans Europa Express, uno de los temas seminales del hip hop y el house actual, y Tour de France, de su álbum más reciente, en un espectáculo multimedia que estuvo a punto de ser cancelado ante las previsiones de lluvia y de posibles inundaciones. El nivel del río Elba, a solo 200 metros de la Semperoper, se mantuvo alrededor de los tres metros. Al final la borrasca Boris, que azotó el centro de Europa durante el fin de semana, no llegó hasta Dresde hasta el domingo a mediodía.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.
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