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Música clásica
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El último genio del piano se llama Yunchan Lim

El joven músico surcoreano, de 20 años, deslumbra en su debut en el Festival Castell de Peralada con un recital lleno de homenajes a hitos pianísticos del pasado

El pianista Yuncham Lim durante su recital en Peralada, el pasado 3 de agosto.
El pianista Yuncham Lim durante su recital en Peralada, el pasado 3 de agosto.Miquel Gonzalez/Shooting

Las viejas grabaciones de pianistas legendarios han cambiado la vida del joven surcoreano Yunchan Lim (Siheung, 20 años). Se lo confesó a Jeremy Nicholas, en mayo pasado, en la portada de la revista Gramophone: “Empecé a escuchar a los grandes nombres cuando tenía 13 años. Mi profesor me recomendó a Ignaz Friedman [excepcional virtuoso polaco fallecido en 1948]. Y cuando volvía a casa de la escuela, me quedé electrificado. Conmocionado. Me paré en la calle admirado por la libertad de su interpretación y casi sentí remordimiento por mi forma de tocar”.

Ese remordimiento ha desaparecido, a juzgar por el impresionante recital que Lim tocó el pasado sábado, 3 de agosto, en el Festival Castell de Peralada. Lo inició con sendos homenajes a dos de sus héroes del pasado: Alfred Cortot y Vladímir Horowitz. En la Canción sin palabras op. 19 núm. 1, de Mendelssohn, era fácil reconocer la expresividad y belleza lírica del mítico pianista francés en su grabación de 1937. Y lo mismo sucedió con el tono expansivo y anacarado del legendario ave fénix del teclado natural de Ucrania, en el op. 85 núm. 4, del mismo compositor, que registró en 1946.

Pero Lim paladea, refina y hasta perfecciona ambos modelos mendelssonianos. Quedó claro, en el op. 19 núm. 1, con su exquisita forma de hacer flotar la cantilena impulsada por arpegios de semicorcheas. Y, en el op. 85 núm. 4, que se conoce con el sobrenombre de Elegía, amplió el mismo patrón poético, coloreando con maestría cada frase y dejando que el aire penetrase entre las notas.

Un momento del recital de Yunchan Lim en el Festival de Peralada, el pasado 3 de agosto.
Un momento del recital de Yunchan Lim en el Festival de Peralada, el pasado 3 de agosto.Miquel Gonzalez/Shooting

No hubo tiempo para reponerse de la impresión, pues el ciclo pianístico Las estaciones op. 37a, de Chaikovski, prosiguió sin pausa. Doce piezas publicadas mensualmente en una revista rusa de partituras musicales, entre 1875 y 1876, donde el compositor evoca los meses del año. Lim parece partir de otro modelo fonográfico en esta interpretación prodigiosa de la obra. En este caso, acude a Konstantin Igumnov, discípulo del principal alumno de Chaikovski y compañero de clase de Rajmáninov, cuya tardía grabación, de 1947, sigue cautivando por su capacidad para conectar el conjunto, mantener el sabor ruso y elevar cada pieza por separado.

En Peralada, enero arrancó lento pero con idéntica flexibilidad lírica hacia la sección central. El título evoca el reposo junto a una chimenea y el joven pianista lanzó al aire cada una de las guirnaldas de arpegios (indicadas leggierissimo en la partitura) como pequeñas llamaradas. En febrero marcó el contraste carnavalesco y, en marzo, contuvo la respiración en cada adornado canto de la alondra. Fue juguetón con las campanillas, en abril, y nos hizo contemplar las estrellas, en mayo, con admirable fraseo y articulación. La famosa y bellísima barcarola, de junio, produjo escalofríos. Y las piezas de julio, agosto y septiembre funcionaron como un tríptico campestre lleno de contrastes y colorismo.

Lim elevó la canción otoñal, de octubre, hasta crear uno de los momentos inolvidables de la noche. Un conmovedor y melancólico diálogo que dejó al público sin respiración. Todo prosiguió con vistosos cascabeles de trineo en la popular troika, de noviembre, junto al vals, de diciembre, propulsado con asombrosa flexibilidad. Al final de la primera parte, se escuchó una salva de aplausos del público que llenaba la Iglesia del Carmen de la localidad gerundense. Y, desde el teclado, se alzó un chico de ademanes humildes y aparentemente sorprendido por las reacciones.

No era la primera actuación de Lim en España, pues protagonizó un recital del Centro Cultural Coreano, cuando tenía 15 años, en la Real Academia de Bellas Artes De San Fernando. Pero sí era su primera aparición en nuestro país tras hacerse muy popular, en 2022, como el vencedor más joven del concurso Van Cliburn. Y tocar en la final una impresionante y conmovedora versión del Concierto para piano núm. 3, de Rajmáninov, que ha cosechado más de 15 millones de visualizaciones en YouTube. En los últimos meses, su debut discográfico, en Decca, con una interpretación admirable de los estudios op. 10 y op. 25, de Chopin, o su reciente première en los BBC Proms, lo han convertido en uno de los virtuosos más interesantes del momento.

Yunchan Lim durante su recital en la Iglesia del Carmen de Peralada, el pasado sábado, 3 de agosto.
Yunchan Lim durante su recital en la Iglesia del Carmen de Peralada, el pasado sábado, 3 de agosto.Miquel Gonzalez/Shooting

A pesar de su sorprendente madurez y musicalidad, Lim es un pianista de 20 años que está forjando su personalidad. Esto último afloró en la segunda parte de su recital en Peralada. Con una versión completamente personal de Cuadros de una exposición, el ciclo pianístico de Músorgski escrito, entre junio y julio de 1874, como homenaje póstumo a su amigo, el arquitecto, escultor y pintor Viktor Hartmann. Lim vuelve a partir de una grabación que le fascina, como es el caso de la registrada en directo por Horowitz, en 1948, en el Carnegie Hall. Una interpretación donde el pianista reescribe virtuosísticamente la composición original inspirado por la famosa orquestación de Maurice Ravel, y que denominó una “pianostación”.

En realidad, Lim tan solo utiliza una pequeña parte de las intervenciones de Horowitz. Y trata de amoldar su visión de la obra como imponente tour de force plagado de tensión, brillantez y musicalidad a las limitaciones de la escritura pianística de Músorgski. La pianostación de Horowitz le sirve para añadir algunas armonías inexistentes, para reforzar con octavas varios pasajes o para construir diversas transiciones. De hecho, en su interpretación de la obra surgen novedosos contrastes sinfónicos y fluctuaciones camerísticas, prácticamente sin apartarse de lo escrito en la partitura. Los cambios se intensifican a partir del núm. 6, Samuel Goldenberg y Schmuyle, que concluye con un compás de su cosecha para lanzar el núm. 7, el mercado de Limoges. Lim suprime, como Horowitz, el último promenade y utiliza más pinceladas de su adaptación en los números finales de la obra.

El clímax de su interpretación llegó en el núm. 9, la cabaña sobre patas de gallina, donde deslumbró su evocación de la fantasmagoría de los cuentos rusos con sonoridades torrenciales y hasta con el añadido personal, en dos ocasiones, de un descollante glissando con ambas manos. Y en el número final, la gran puerta de Kiev, encontró un equilibrio ideal para cerrar la obra con toda la intensidad pero sin caer en excesos.

Se despidió del público, que vitoreaba su interpretación, subrayando su exquisita musicalidad en una única propina. Fue otro homenaje a un pianista legendario: el Siciliano de la sonata para flauta núm. 2 BWV 1031, de Bach, en una bella transcripción de Wilhelm Kempff.

Yunchan Lim

Obras de Mendelssohn, Chaikovski y Músorgski. Yunchan Lim, piano. Festival de Peralada. Iglesia del Carmen, 3 de agosto.

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