Anatomía de un derrumbe: los fallos que llevaron a la caída de la cúpula de Vera Cruz
Los retrasos del Ayuntamiento de Valladolid en ejecutar informes técnicos en contra de las reparaciones se unen a falta de prevención en la obra
El 25 de junio de 2024 se hundió la cúpula de la iglesia de la Vera Cruz (Valladolid) y generó una polvareda que sigue flotando para intentar explicar lo sucedido en este templo renacentista de 1581. El concejal de Urbanismo, Ignacio Zarandona (PP), defendió al principio la correcta ejecución de las obras de restauración ejecutadas desde mayo sobre el inmueble, que forma parte de un conjunto Bien de Interés Cultural desde 1964. El arquitecto Fernando de Bonrostro lamentó los hechos y sostuvo que un colapso así “suele pasar en las obras de rehabilitación”. El alcalde, Jesús Julio Carnero (PP), cofrade de Vera Cruz, destacó la mediación celestial: “La virgen de la Vera Cruz existe y ha decidido que no hubiera víctimas”. El PSOE, por su parte, ha denunciado que el Ayuntamiento poseía informes técnicos en contra de las obras desde el 22 de mayo, pero que Zarandona no firmó la orden de paralización hasta el 13 de junio y que no se lo anunció a la cofradía, dueña de la iglesia, hasta el 24 de junio. Colapsó al día siguiente. Entretanto, las labores prosiguieron hasta que, poco antes del derrumbe, las grietas fueron patentes, se alejó a los trabajadores y se cerró al culto.
La historia de la intervención sobre este emblema renacentista vallisoletano comenzó en 2023. La cofradía de la Vera Cruz, propietaria del conjunto, presentó en agosto al Consistorio una Declaración responsable de obras y usos (DROU), fórmula habitual para obras menores, reformas modestas o de mantenimiento. Los técnicos municipales solicitaron en septiembre más documentación y en noviembre, pese a obtenerla, rechazaron los trabajos.
La cofradía insistió con una nueva DROU el 30 de abril de 2024 y ahí comenzaron las obras, pues esta fórmula permite ir avanzando para agilizar procesos hasta que se ratifiquen las licencias. El 22 de mayo los especialistas del Ayuntamiento emitieron un informe desfavorable, proponiendo a Zarandona, arquitecto de formación, detener las obras. Los técnicos reclamaron un control arqueológico, la definición completa de la intervención por ejecutar sobre Vera Cruz y el nombramiento del coordinador de seguridad y salud. El proyecto proponía “retejar la cubierta, sellar la cúpula y consolidar las dos espadañas que dan a la fachada principal” y recibió una subvención de 150.000 euros de la consejería de Cultura de Castilla y León (PP-Vox). Los alrededores del inmueble, protegido por andamios, aún tienen los carteles institucionales anunciando el apoyo de la Junta. Desde la calle de las Platerías, que desemboca en Vera Cruz, ya no se ve la alta cúpula que coronaba este sector de huella renacentista en Valladolid.
El informe negativo se remitió al concejal un 24 de mayo y este lo firmó el 13 de junio, si bien no lo comunicó a la cofradía hasta el 24 de junio, un día antes de colapsar. Al poco del derrumbe, Zarandona reiteraba que se había actuado “bien” y el arquitecto destacaba el riesgo de operar sobre conjuntos tan antiguos con posibles daños estructurales. El domingo 23 de junio, afirmó De Bonrostro, detectaron el pésimo estado de las vigas, carcomidas y podridas, y grietas “longitudinales y transversales”. Ese día, en misa, se anunció a los fieles el cierre de puertas. El descubrimiento de las maderas inestables llegó en una “segunda fase”, poco antes de actuar directamente en el retejado de la cúpula. El arquitecto sostuvo que cuando retiraron esa capa apreciaron la precaria estructura, colapsada a los pocos días, e instaron a los obreros a alejarse.
EL PAÍS ha podido ver imágenes y ha recopilado testimonios de residentes cercanos al templo que revelan que un amplio andamiaje se colocó sobre la cúpula, con algunos de sus soportes instalados sobre ese tejado, para una acción inicial, descrita así por el arquitecto: “Primero se acometió la parte de la linterna, en buen estado. Se recuperó el brillo de la bola de remate y se repararon las obras que estaban mal: nos encontrábamos ya en la segunda fase”. Por tanto, las fallas se descubrieron tras varios días de acción sobre la cúpula caída, con andamios posteriormente retirados y personas moviéndose sobre ellos.
Esculturas salvadas
La catástrofe patrimonial no afectó al amplio conjunto escultórico guardado en la iglesia, con obras clave de Gregorio Fernández, como El Descendimiento o Cristo atado a una columna. Esas tallas del siglo XVII, celosamente protegidas de la lluvia en Semana Santa, se mantuvieron en la iglesia sin cúpula, pasaron una noche de tormenta aún en la Vera Cruz, protegidas por hornacinas, antes de ser trasladadas a otras iglesias. “Están metidas dentro de nichos. De hecho, puede venir bien que esté lloviendo”, señaló De Bonrostro.
La Asociación por el Patrimonio de Valladolid ha criticado el “poco aprecio institucional mostrado por el Ayuntamiento, la poca diligencia para hacer cumplir sus propias normas y tratar de convencer a la ciudadanía de que los daños han sido de poco calado: la pérdida de esa cúpula ya es bastante importante”. El colectivo pide más protección y control hacia bienes como estos, sean privados o no, y se muestran “alarmados” ante “obras de gran calado” efectuadas con solo una declaración responsable y sin supervisión efectiva.
El portavoz del PSOE, Pedro Herrero, ha criticado “55 días de obras en marcha sin ‘título jurídico suficiente” ante una “pérdida patrimonial irreparable”. El director general de Patrimonio de la Junta, Juan Carlos Prieto, ha recordado que “las competencias de la actuación son municipales, es el Ayuntamiento el que tiene que sobrevolar sobre el proyecto, revisarlo y dar licencia”. El consejero de Cultura, Gonzalo Santonja (ex de Vox y mantenido por el PP en la Junta), evitó críticas y ofreció ayuda incondicional: “Por supuesto que vamos a ayudar”. El Ayuntamiento, consultado sobre las acusaciones, remite a las declaraciones de Zarandona y Carnero.
Fuentes cercanas a la cofradía admiten que esta misma Semana Santa se detuvo una procesión por las precipitaciones y la comitiva, guarecida en Vera Cruz, veía “chorretones” de agua cayendo desde lo alto. EL PAÍS ha contactado con varios arquitectos o urbanistas de Valladolid que coinciden en su posición: el Ayuntamiento debería haber comunicado antes la negativa a las obras, faltaron prevención o “catas” para evaluar el estado de la cúpula previas a colocar andamiajes y “debían haber pensado que la estructura podría estar dañada en una iglesia de casi 500 años: retejar no es tan simple”. ”Se ha confiado demasiado en la Virgen, entre todos la mataron y ella sola se murió”, afirma una arquitecta que prefiere no dar su nombre. Otra arquitecta añade: “No ha sido la Virgen, sino la diligencia de la empresa evitando una mayor desgracia en una irresponsabilidad del arquitecto que se mete en una obra sin saber si es viable”. Además, recuerdan que Fernando de Bonrostro es hermano de la gerente del PP en Castilla y León, destacan que el alcalde pertenece a la cofradía y que esta, sin grandes quejas sobre el desplome de un emblema artístico, ha lanzado inmediatamente una campaña de recaudación de fondos para los arreglos.
También destacan que, pese a los primeros retrasos en el DROU para la intervención anterior y las denunciadas dilaciones municipales, ya se haya emitido un informe favorable para la reparación: “Más prisa no se han dado en la vida”. Ninguno de estos múltiples profesionales quiere identificar su nombre o estudio laboral. Las cofradías y el Ayuntamiento suelen ser buenos clientes, con buenas conexiones en la ciudad, y buena memoria cuando algún adjudicatario de obras afea públicamente al mecenas. “No tengo ganas de líos”, afirma uno de ellos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.