Arranca el nuevo proyecto de Banderas en Málaga: Sohrlin, espacio dedicado a la producción y la formación en artes escénicas
El actor impulsa la ambiciosa iniciativa, en una antigua nave industrial y con más de 8.000 metros cuadrados, de la mano del empresario Domingo Sánchez
Primero fue una siderurgia. Luego, una compañía textil. Más tarde, un silo de grano. Ahora, un espacio polivalente dedicado en exclusiva a las artes escénicas. “Seguimos con la trayectoria del recinto: también somos industria, pero en este caso cultural”, explicaba este viernes Antonio Banderas mientras daba un paseo de reconocimiento por el edificio que acoge ya Sohrlin, proyecto que el malagueño ha impulsado junto al empresario Domingo Sánchez. Con 8.000 metros cuadrados, es, desde ya, un centro dedicado a la creación, producción, formación, exhibición y distribución relacionada con el teatro, el circo, la música y las nuevas tecnologías aplicadas al entretenimiento cultural. “Es un espacio polivalente. Como un cubo de Rubik con muchas caras”, añadía el actor.
La nueva iniciativa de Banderas en su ciudad refleja una idea que le rondaba desde hace años. La comentó en distintas ocasiones desde las tablas del que era hasta ahora su ojito derecho, el Teatro del Soho, inaugurado en 2019. Tenía el lugar donde exhibir, pero también quería crear otro que ejerciera de formación para todo lo que hay detrás de lo que se ve en el escenario. Del maquillaje a la regiduría, caracterización, vestuario o escenografía, entre otros muchos oficios. Cuando se encontró con Domingo Sánchez —máximo responsable de Producciones Merlín y al que conocía desde hace 20 años— en la gala de los Goya celebrados en 2020 en Málaga, comentaron la idea, que empezó a tomar forma. Apenas unas semanas después llegó el confinamiento, que pilló a ambos en la ciudad andaluza, así que el contacto siguió y el proyecto creció. Luego encontraron un enorme edificio industrial en la zona este de la ciudad malagueña, junto al centro cultural La Térmica. Y este verano se ha convertido en realidad tras más de un quebradero de cabeza.
“No conozco un edificio que albergue todo lo que nosotros acogemos en esta caja de zapatos enorme”, aseguraba Banderas mientras guiaba a la prensa por el enorme inmueble donde se despliegan las instalaciones de Sohrlin. El edificio cuenta con un área de aulas formativas —decoradas con imágenes de las producciones del Teatro del Soho— donde se impartirán distintos cursos de 600, 450 y 300 horas —fuera de la formación reglada— a partir de octubre, además de talleres de varios días con especialistas de distintas disciplinas que acudirán a la llamada del actor malagueño, que tirará de agenda para componer su programa formativo. En la misma zona hay también un área residencial con aires de un hotel. Tiene cocina y espacios comunes, además de habitaciones para acoger hasta 30 personas.
Lo más sorprendente son los más de 2.500 metros cuadrados del espacio diáfano que conforma la verdadera joya de Sohrlin. Es una superficie tan grande que el ensayo de la Sinfónica Pop del Soho, orquesta formada por 62 músicos, pasaba este viernes casi inadvertido. Es un lugar que mantiene los aires industriales —como las oficinas o camerinos, ubicados en contenedores— y que tiene carácter polivalente. Servirá de espacio de formación para el alumnado, de producción para espectáculos, de sede de la orquesta y podrá acoger a un auditorio para un millar de personas. Bastará colocar paredes efímeras para crear distintos espacios, incluso una experiencia inmersiva con tecnologías de proyección e iluminación que pretenden sea punto de atracción para los miles de turistas que visitan la ciudad. “El sitio es un laboratorio que nos permite tener muchas configuraciones efímeras”, decía Banderas. “No sabemos el alcance total de lo que puede significar todo esto”, insistía con evidente ilusión. “Es un gran centro de la industria del entretenimiento cultural”, remachaba Sánchez.
Ninguno de los dos fundadores ha querido dar una cifra sobre la inversión que ha supuesto el proyecto. “Varios millones” es lo único que se han aventurado a decir. “El bolsillo se me rompió hace tiempo”, decía entre risas Banderas, que, eso sí, explicaba que sigue perdiendo dinero pero que, si en el Teatro del Soho los fondos son totalmente privados y proceden de patrocinadores, para Sohrlin también cuentan con el apoyo de las administraciones públicas. El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno y el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, estarán, de hecho, en la inauguración oficial del recinto, este sábado, cuando el director de la orquesta Pop del Soho, Arturo Díez Boscovich, estrene una obra creada para el evento llamada Sohrlinfonía.
Arabia Saudí y el Teatro del Soho
Hasta el nacimiento de Sohrlin, Domingo Sánchez pasaba desapercibido en Málaga a pesar de que es el propietario de Producciones Merlín, compañía nacida en 1999 en Benalmádena y que cuenta con una larga trayectoria de producción de espectáculos. Su punto de inflexión se produjo en 2014, cuando estrenó un trabajo circense en Marbella y luego se representó en el ahora clausurado parque de atracciones Tívoli. Un príncipe saudí lo vio y le gustó, así que le contactó para llevarlo hasta su país y desde entonces ha realizado numerosos trabajos enmarcados en el plan de apertura turística de Arabia Saudí. Allí se ha hecho fuerte en la programación de festivales —incluso ha llevado un pedacito de las fallas de Valencia hasta Yedda— y animaciones callejeras, además de competiciones de videojuegos como Fortnite. “Ahora podremos concentrar toda la producción aquí y ya dar el salto con todo preparado”, asegura.
También se centrar allí toda la actividad relacionada con el Teatro del Soho, que abrió sus puertas en 2019 con el musical A Chorus Line, al que le siguió la obra teatral En la pista, la segunda producción propia. Más tarde llegó Company, obra de Stephen Sondheim que el mismo Banderas dirigió e interpretó. “Estoy viviendo un sueño”, decía entonces, antes de continuar junto a Emilio Aragón en Godspell, hasta que el pasado mes de junio el artistas estrenó Tocando nuestra canción, con libreto de Neil Simon, que se ensayó en Sohrlin y que estará en cartael hasta el 21 de julio, ya sin él en el escenario. Sí que se subió para dirigir la gala de los Goya más singular de la historia —en 2021, sin público—. Ahora prepara ya la producción de su siguiente musical, Gypsy.
Antonio Banderas, además, continúa con su faceta de hostelero junto a Pablo Gonzalo, de El Pimpi. Al restaurante del propio teatro, llamado El tercer acto, se suman Doña Inés, La barra de doña Inés, Atrezzo y La Pérgola. El último en llegar fue Maschera, coctelería donde se vio al actor con su hijastra, Dakota Johnson, que ha acudido a la Costa del Sol para participar en uno de los coloquios que se realizan tras las funciones de Tocando nuestra canción. Para cuadrar cuentas también continua con su trabajo de actor. Uncharted, El gato con botas: el último deseo o Indiana Jones y el dial del destino son algunos de sus últimos papeles, además de su participación Paddington en Perú —donde hace cinco personajes— y Babygirl, que se estrenarán a finales de año. Hollywood sigue ayudando a que Banderas continúe haciendo sus sueños realidad en Málaga.
Babelia
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