Antonio Banderas dobla su apuesta y triunfa con el estreno del musical ‘Company’
Espectadores y profesionales de la escena alaban el montaje de la obra de Stephen Sondheim, dirigido e interpretado por el actor, en su Teatro del Soho. “Estoy viviendo un sueño”, afirma el intérprete.
Lo que se oyó la noche del miércoles en el Teatro del Soho de Málaga en el estreno de Company, musical de George Furth y Stephen Sondheim, no fueron aplausos, sino aullidos de espectadores que utilizaban la mayor de las algarabías para agradecer al director y actor Antonio Banderas y a toda su compañía su impecable trabajo.
El segundo musical que monta Banderas en su ciudad, en su teatro, uno de los grandes clásicos de la comedia musical, se estrena por primera vez en castellano. El primer estreno, el elogiado A Chorus Line, con el que inauguró el Soho en 2019, se está representando en el Teatro Calderón de Madrid en estas fechas.
La nueva obra está ambientada en Nueva York, ciudad que se representa mágicamente en el escenario, llegando a invadir sus grandes rascacielos parte del patio de butacas, gracias al trabajo del escenógrafo Alejandro Andújar y el iluminador Juan Gómez-Cornejo, prestigiados profesionales del mundo escénico. Y en ese entorno se suceden una serie de historias que llevan a la hilaridad o a la tristeza, pero que siempre hurgan, y no de manera superficial, en la condición humana, marcada por los comportamientos de cada uno y, en especial, de su protagonista, interpretado por Banderas con una voz asombrosamente buena.
El personaje que interpreta revisita, en una suerte de flashback, a sus “locos amigos” de los años setenta. “La distancia temporal le hace ser testigo de lo que en otra época fueron sus contradicciones, sus miedos, sus amores y desamores, ahora confrontados desde su soledad elegida, abrazado a la idea de estar vivo, y con la certeza del paso implacable e inexorable del tiempo y la proximidad de quizá alguien”, señala el actor en conversación este jueves.
La obra cuenta con un amplio reparto de primeras figuras del teatro musical español, entre las que se encuentran Marta Ribera, Roger Berruezo, Dulcinea Juárez y Lidia Fairén. Arturo Díez-Boscovich ejerce la dirección musical de una orquesta de 26 profesores tocando en directo y situados en tres pisos unidos por las reconocibles escaleras de incendio de los edificios neoyorquinos. Esto ha posibilitado poner a los músicos de viento, que no pueden llevar mascarilla, aislados de los de cuerda y percusión. “Con los protocolos de la covid hemos sido y somos muy estrictos”, asegura Banderas. “Hacemos antígenos todos los días, muchas PCR, nos cuidamos muchísimo y el público siempre está controlado. Desde el principio de la pandemia metí 36 máquinas de ozono que se encienden de madrugada y no entran ni cucarachas. En dos años no hemos tenido ni un brote”, dice el actor, que pasó la covid cuando aún no existían las vacunas. “En el mundo escénico perdemos mucho con esto, hay compañías que me cuestan 120.000 euros por semana. La suspensión en Madrid ha supuesto un gasto enorme”, señala el intérprete, en referencia al parón de varios días que ha sufrido recientemente en Madrid A Chorus Line por un brote y que ha costado 800.000 euros, ya que Banderas sigue pagando a la compañía sin mandarles al paro.
Es verdad que en Málaga se le quiere al actor, pero la noche del estreno contó también con muchos profesionales del mundo de la escena llegados de otras ciudades, como Pedro Moreno, Carlos Hipólito, Lluís Homar, Raúl Sénder…. Todos profundos conocedores de lo que se hace en este género, dentro y fuera de España, y todos coincidían en que lo que ha puesto en pie Banderas es uno de los mejores musicales que se han visto en España. Sénder iba más allá al asegurar que era el mejor Company de todos los que había visto en montajes internacionales —en España solo se montó en una ocasión en lengua catalana—. En términos similares se manifestaban varios productores, entre los que destacaba un grupo de Londres que maneja 13 importantes teatros y que ya ha programado A Chorus Line en el Barbican, y que afirmaron que hacía mucho que no veían una producción de tanta calidad.
Banderas ha buscado la excelencia y la ha encontrado. No por casualidad: “Este tipo de apuestas no son para ganar dinero, de hecho aun llenando el teatro todos los días es muy difícil ganar. La apuesta es por la calidad, y eso no garantiza el éxito”, apunta Banderas. El actor se queda pensativo cuando se le pregunta si no tiene miedo de que esta aventura se lo lleve por delante: “No tengo miedo porque soy un insensato. ¿Qué me quedan? ¿20 años?... ¿Para qué quiero el dinero en el banco? Estoy disfrutando más que en toda mi vida”, comenta.
Tras la primera representación con público, el actor, calentado por la reacción de los espectadores, hizo subir a todo su equipo al escenario. Se hacía imposible contarlos…. Cerca de 100 personas. Muchas mujeres, entre ellas las que forman su equipo de dirección (íntegramente femenino). Una de ellas es su hija Stella Carmen, que figura como segunda ayudante de dirección, de la que Banderas asegura que tiene mucho criterio y le ha hecho reflexionar sobre varios aspectos del montaje. El intérprete contó además que todo había sido una carrera de obstáculos: “Algunos realmente absurdos, pero los hemos salvado, incluido el cisma coreano”, señaló en referencia a los muchos problemas técnicos y económicos que les ha provocado la tardanza en llegar de Corea los materiales necesarios para movilizar el escenario giratorio en varios sentidos y a distintas velocidades.
Banderas no oculta que vive el que quizá sea el periodo más feliz de su vida, haciendo teatro, pero de alta calidad: “Company no es nada superficial. Mi personaje, a modo de druida, convoca sus propios recuerdos y en ellos están sus demonios, sus amigos, su vida, sus soledades… todo en distintos momentos temporales. Y si la salud me lo permite actuaré hasta marzo, salvo cinco días que iré a rodar lo que se tuvo que interrumpir de Indiana Jones”, apunta.
“Estoy viviendo una especie de sueño en mi ciudad, donde hemos creado no un teatro, sino una unidad de producción; el próximo proyecto será crear una escuela de técnicos. Todo esto está convirtiéndose en lo más bonito de mi vida, sin perder de vista mi objetivo de que llegue un día en que el Teatro del Soho no me necesite y pueda mandar el mensaje a la gente joven de que si quieren en Málaga hay donde dedicarse a esto”, asegura Banderas. Su proyecto está poniendo la ciudad andaluza en un lugar destacado del mapa de las artes escénicas españolas.
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