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Catherine Lacey construye a la artista total en la novela del año

La autora estadounidense emprende en ‘Biografía de X’ un fascinante viaje en una distopía con cameos de David Bowie, Tom Waits o Richard Serra. “EE UU está formado por varios países que tratamos de pegar”, dice

Catherine Lacey
La escritora Catherine Lacey, en Madrid, el miércoles, 19 de junio.Santi Burgos
Andrea Aguilar

La novela del año 2023 en Estados Unidos, señalada por la crítica en todas las listas, Biografía de X (Alfaguara), llega ahora traducida al español y mantiene intacta su aura de misterio y juego. Catherine Lacey (Tupelo, Misisipi, 39 años) emprende en su cuarta novela un fascinante viaje por el siglo XX, la distopía, los totalitarismos, el feminismo, el mundo del arte y el ego desmedido de los creadores, la construcción de identidades o el amor dominante y cruel.

Los cameos de Richard Serra, David Bowie, Lou Reed, Kathy Acker o Connie Converse se suceden en esta historia en la que las fronteras entre realidad y ficción van borrándose y describiendo un territorio nuevo, donde esta brillante autora construye su laberinto. “Quería soltar a X y que se mezclara con todos esos personajes. Quería que fuera mujer y que estuviera dentro y fuera del siglo XX y que tuviera esos encontronazos con todos esos hombres, aunque también hay mujeres”, explicaba Lacey en una entrevista esta semana en Madrid. Menuda, vivaz y habladora, viste de negro con unos vistosos zapatos blancos de inspiración rockera y no esconde sus tatuajes (una paloma Espíritu Santo, un clip de escritorio...). Lacey también recurre en sus respuestas a imágenes para tratar de explicarse mejor: “Pensé en Serra, Bowie, Tom Waits o Denis Johnson como esos peces de los ríos, los bagres, que están en el fondo. Si quieres trasladarlos tienes que usar una carpa: no para de moverse y ellos reaccionan. Admiro mucho su trabajo, pero me preguntaba cómo habrían respondido ante alguien como X, si el siglo hubiera sido un poco distinto y hubiera habido alguien como ella”.

La escritora Catherine Lacey.
La escritora Catherine Lacey. Santi Burgos

La narradora de Biografía de X es C. M. Lucca, una periodista que ya ha cumplido los cuarenta. La muerte de su esposa, la gran artista X, un icono que ha encarnado varios personajes y ha jugado un papel decisivo en la música, el arte y la literatura, la lleva a tratar de desentrañar la verdad sobre su origen y a desmentir otro libro sobre X que ha sido publicado. Las notas al pie y las fotos van dotando al libro de un carácter documental, todo ficción. En las últimas páginas, Lacey incluye las verdaderas fuentes de las que ha tomado citas (entrevistas, biografías, canciones, extractos de diarios), creando una suerte de collage y ampliando el arco de los guiños y reflexiones que arma en su novela. Se siente particularmente orgullosa de que Biografía de X no funcione como audiolibro, porque Lacey defiende el libro-libro.

¿Y el mundo del arte? “Forjarte una carrera con la escritura es muy difícil, pero dedicarte al arte es totalmente imposible. Estudié Bellas Artes y Literatura y me preguntaba cómo combinarlo. Cuando empecé a escribir de una forma más seria tenía 22 años y me había mudado a Nueva York al ser aceptada en un programa de escritura de no ficción en la universidad de Columbia. Pensé que haría perfiles de artistas jóvenes, pero me sentía como un pez fuera del agua, no pertenecía al mundo del arte, no tenía nada que ofrecer, no tenía acceso, ni dinero, nada, era una boba de Misisipi. Eran muy despectivos conmigo. Yo pensaba: ‘Sí, soy una entusiasta y eso es especial´. Pero no, en ese mundo no lo es”, bromea.

Las mil caras de Cindy Sherman o las acciones de Sophie Calle impregnan la enigmática figura de X, pero Lacey aclara que su inspiración para el personaje vino más bien de la actriz Tilda Swinton. “No pensé tanto en el tipo de arte que hacía X, sino en el tipo de persona que era, en lo que irradiaba cuando entraba en una habitación, qué tipo de carisma exudaba, cómo se movía, cómo respiraba. Un poco como esos screen tests de Andy Warhol”, confesaba. “Swinton es una actriz que me parece increíble; pensé que X sería un poco como ella, pero más oscura, y un poco como Susan Sontag cuando la ves en esas viejas grabaciones, y pensé en David Bowie y también Lou Reed, esa energía loca de esos vídeos en los que parece estar muy drogado, tan hostil y gracioso con el entrevistador. Si mezclas todo eso, ese era el personaje que tenía en mente”.

La investigación que acomete la narradora de Biografía de X la lleva hasta el territorio del Sur, una teocracia ultrarreligiosa que en esta novela se instauró en 1945 escindiéndose del norte de Estados Unidos. En el Norte, la escritora anarquista Emma Goldman logra instaurar un país progresista que privilegia el feminismo y la igualdad, y en el oeste se funda un Estado libertario. El muro entre norte y sur cae en los noventa y es en medio del complejo periodo de reunificación cuando la periodista arranca con sus pesquisas. “No era una buena estudiante de historia, pero me interesa”, contaba la novelista. “Leí Una historia popular del Imperio Americano, de Howard Zinn, y me hizo pensar en esa historia alterada de EE UU que quería poner como trasfondo de mi novela. Viví un tiempo en Berlín y leí sobre el Muro y el bloque del Este. También leí unos libros sobre Corea del Norte. Creo que EE UU está formado por varios países que tratamos de pegar. Yo no intento decir que las cosas podían haber sido así. No desarrollo esa historia, solo hago un esbozo”.

Lacey vive en México con su pareja y progresa en su aprendizaje del español, aunque no tan rápido como le gustaría. “Los estadounidenses son tan estrechos de miras que realmente no entienden casi nada de lo que ocurre fuera de EE UU y me incluyo a mí misma en este grupo. He crecido adoctrinada en eso. Es muy complicado salirte de la mentalidad del excepcionalismo estadounidense. A veces soy esa persona que mira al grupo y piensa: ‘Qué locura que los estadounidenses piensen así', y a veces soy esa persona a quien critico”.

El ambiente ultrarreligioso aparece en varios de sus libros, y lo cierto es que ella creció en una comunidad metodista en la que la religión desempeñaba un papel decisivo. “Mi familia no era tan religiosa ni tan conservadora. Íbamos a la iglesia cada domingo muchas horas y luego estaban el coro, los estudios de la Biblia, las clases de confirmación y la escuela religiosa, también los campamentos de verano y los retiros cuando entras en los grupos juveniles. Iba a esas cosas sin mi familia, y en esos campamentos, por ejemplo, una mujer nos dijo que Harry Potter era el diablo y que tuviéramos cuidado, y que la astrología era diabólica y que Satán estaba en todas partes y había que estar alerta y resistir. Mis padres no me decían esas cosas”, recordaba. La inquieta niña acabó por autoimponerse un régimen que excluía el cerdo y por predicar entre sus compañeros para evitar que bebieran, fumaran o tuvieran relaciones sexuales antes del matrimonio. Antes de terminar el instituto tuvo una gran crisis de fe y rompió con todo eso. De eso trata su nuevo libro, que saldrá pronto en EE UU y en el que vuelve a fundir realidad y ficción.

Lacey rechaza la idea de que ella o su trabajo traten de establecer un puente. “Yo no quiero estar en la encrucijada ni trato de ser una intérprete o una traductora entre dos mundos, pero no puedo borrar mi vida”. La misteriosa artista X, nacida en ese Sur teocrático, sí está empeñada en borrar sus huellas, pero no elude la crítica al Norte y a sus artistas. Afirma X que la ficción es algo sagrado para salirse con la suya. “Una vez escuché a un autor mayor y muy reconocido decir que cuando se despertaba cada mañana y se sentaba ante el escritorio decía: ‘Estoy haciendo lo mismo que Chéjov’. Bueno, haz lo que necesites hacer para sacar tu día adelante, pero yo no me tomo tan en serio”, dice entre carcajadas. “Sí creo que la lectura de libros me ha salvado, me encanta escribir y leer. Eso puede ser algo sagrado. Y no significa que el autor sea dios”.

Entiende Lacey la escritura como “una forma de curiosidad”, pero trata de rechazar la excepcionalidad que se adscribe al trabajo artístico. “Me gusta esta cita de [Gilles] Deleuze [filósofo francés], aunque pueda que no sea suya, que dice que la vida no es algo personal. Me gusta la idea de que no hay nada que me haya pasado a mí, que no le haya pasado a otra gente millones de veces. “No pienso en la escritura como algo terapéutico, sino como un acto de comunión y que hago algo junto a otras personas, otros libros que he leído, cuando sientes que es una extensión de la lectura. No estoy de acuerdo con cómo ve las cosas X”. Y, sin embargo, con ella comparte un misterio y un afán por hacer del arte un juego inteligente.

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Sobre la firma

Andrea Aguilar
Es periodista cultural. Licenciada en Historia y Políticas por la Universidad de Kent, fue becada por el Graduate School of Journalism de la Universidad de Columbia en Nueva York. Su trabajo, con un foco especial en el mundo literario, también ha aparecido en revistas como The Paris Review o The Reading Room Journal.
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