Espías, desnudos y escándalo: Helmut Newton en el convulso Berlín del siglo XX
Una retrospectiva muestra la obra del célebre retratista del desnudo femenino junto a la de media docena de fotógrafos que recorren la agitada historia reciente de la capital alemana
La prensa alemana se echó las manos a la cabeza cuando Helmut Newton (1920, Berlín- 2004, Los Ángeles) publicó en el Vogue francés su particular visión del mito de la espía Mata Hari. Era 1963 y al aclamado fotógrafo de moda no se le ocurrió otra cosa que colocar a la modelo Brigitte Schilling con unos brillantes taconazos, un estiloso sombrero blanco y unos prismáticos en la mano oteando desde un puesto de vigilancia al otro lado del muro de Berlín. Le acusaron de frivolizar la tragedia de la Guerra Fría y sus consecuencias en una ciudad dividida por un muro que ya se había cobrado víctimas mortales. “La reacción fue durísima, con titulares furiosos, hasta el punto de que no pudo volver durante un tiempo y a la modelo dejaron de llamarla durante un par de años también”, explica Matthias Harder, director del Museo de la Fotografía de Berlín.
Pero Newton nunca dejó de visitar su ciudad natal, que tuvo que abandonar en diciembre de 1938, tras la Noche de los cristales rotos, para evitar la deportación cuando aún se llamaba Helmut Neustädter. “Siempre amó Berlín, solía decirlo en muchas entrevistas”, apunta Harder, comisario de una amplia retrospectiva colectiva que celebra el 20 aniversario de la fundación que custodia su legado y a la vez rinde homenaje a la ciudad que, con largas interrupciones, retrató entre los años 30 del siglo pasado y los 2000. De sus primeros años como fotógrafo con la capital alemana apenas se conserva material: un par de autorretratos de un adolescente que, según Harder, entonces ya tenía claras sus pasiones: “La fotografía, las chicas y la natación”.
Nacido en el barrio de Schöneberg en 1920, hijo de un fabricante judío de botones y hebillas, Newton tuvo desde muy pequeño una firme vocación por la imagen. Con 12 años se compró su primera cámara y con 16 entró como aprendiz en el taller de la afamada Yva, pseudónimo de Else Neuländer-Simon, una de las grandes fotógrafas de la República de Weimar. Desde el estudio de Yva, junto al bullicioso bulevar de Kurfürstendamm, el joven aprendió los rudimentos de la fotografía de moda y del retrato. Eran los años de la llegada de Hitler al poder y de las infames leyes de Núremberg que hostigaban a los judíos.
Tras la huida en tren a Trieste, el adolescente se embarca primero hacia Singapur y finalmente recala en Australia. Pero es en los años 60, ya establecido en París, cuando Newton se consagra como el gran fotógrafo de moda para revistas de referencia como Vogue y Harper’s Bazaar. Su estilo heterodoxo se va definiendo: sus retratos y desnudos femeninos muestran a una mujer poderosa y dominante, a menudo con una evidente carga erótica y a veces con un subtexto fetichista. Newton solía decir que su fotografía no era arte, sino que él solo era un “pistolero a sueldo” (“A gun for hire”, título de una gran retrospectiva de 2005) para las marcas y empresas que le encargaban sus proyectos fotográficos. Y sabía que debía su éxito a las marcas comerciales, más que a los museos o a las salas de exposición.
El regreso a Berlín
Newton regresó por primera vez a su ciudad en 1959. La revista Constanze le encarga un reportaje de moda, que sitúa en los monumentos más conocidos de la ciudad, como la Puerta de Brandeburgo. Son fotos “divertidas, con un punto kitsch” y, como siempre en la obra de Newton, están preparadas, escenificadas, dice Harder. En la exposición se puede ver también otro reportaje, de 1962, con jóvenes modelos vestidos de cóctel en el recién inaugurado hotel Hilton de Berlín, el preferido de Newton. Este trabajo es precursor de series de moda posteriores en las que situaba a mujeres misteriosas en entornos lujosos.
El parón tras el escándalo de Mata Hari se prolongó hasta 1977. A su regreso a la ciudad, Newton fotografió desnudos en hoteles históricos, el restaurante de moda Exil, en Kreuzberg, y el célebre cabaret travesti Lützower Lampe. Los reportajes de los años 70 y 80 en la ciudad ya despliegan los temas y el estilo visual por el que es mundialmente conocido. De 1979 es la serie para la Vogue alemana en la que Newton recrea su infancia y juventud en la ciudad. Su título, Berlin, Berlin!, inspira el de la exposición, que podrá visitarse hasta febrero de 2025 en el Museo de la Fotografía, a escasos metros de la estación de tren de Zoologischer Garten, precisamente por la que tuvo que huir Newton con 18 años para escapar de los nazis.
El Muro es uno de los motivos recurrentes de Newton en esos años, especialmente a su paso por la Puerta de Brandeburgo. Le interesaban los grafitis que los berlineses plasmaban en sus paredes, y la mirada hacia el otro lado y a la zona de exclusión. También retrató el puente de Glienicke, el famoso puente de los espías escenario de los intercambios de prisioneros entre el Este y el Oeste. Pero también volvió a los lagos en los que solía nadar de adolescente y que seguían exactamente como los recordaba. Muchas copias vintage de los fondos de la fundación ―inaugurada en 2004 poco después de la muerte de Newton a los 83 años― se exhiben por primera vez.
Destrucción y reconstrucción
En la exposición el diálogo del centenar de imágenes de Newton con la obra de otros fotógrafos permite trazar la trayectoria de Berlín en el siglo XX, una historia de destrucción y reconstrucción, de división y reunificación.
La derrota del Tercer Reich tiene una imagen icónica en el Reichstag rodeado de devastación en las semanas finales de la II Guerra Mundial, en la primavera de 1945, tal como lo captó el fotógrafo ruso-ucranio Yevgeny Chaldei. La sobrecogedora destrucción de la ciudad se aprecia en las fotos aéreas de Hein Gorny y Adolf G. Byers, que muestran las estructuras reventadas de los edificios a lo largo del río Spree. En los años 50, la ciudad se recupera lentamente, siendo muy permeable entre los sectores oriental y occidental, como reflejan las imágenes de Arno Fischer, Will McBride y F.C. Gundlach.
El verano de 1961 marca una herida profunda en Berlín con la construcción del Muro que divide a la ciudad. Esta cicatriz que separará a los berlineses durante casi 30 años discurre como un motivo recurrente a través de toda la muestra. Poco después, en 1966, surge el movimiento estudiantil de protesta en Berlín occidental, que será documentado por Günter Zint.
La obra de Arwed Messmer relee de forma creativa las fotografías de los años 60. Por un lado, toma imágenes de la policía de Berlín occidental captadas durante este período de agitación política, y, por otro, rescata las fotografías históricas de Fritz Tiedemann, que recibió el encargo de las autoridades de Berlín oriental en 1949 para documentar de forma sistemática la ciudad, gran parte de cuyos edificios, plazas y calles estaban todavía en ruinas. Messmer amplía y reconstruye de forma digital estas imágenes y permite revivir el vacío de la ciudad en los años 50.
La muestra también subraya la relación de la fotografía con el cine, ya entrados los años 80. Imágenes de la película existencialista El cielo sobre Berlín (1987), de Wim Wenders, muestran al ángel que interpreta Bruno Ganz en hitos de la ciudad como la Columna de la Victoria.
La retrospectiva finaliza con la caída del Muro de Berlín y la reunificación de Alemania. Este momento histórico protagoniza las imágenes en transición de Ulrich Wüst y las de gran formato de Thomas Florschuetz y Harf Zimmermann, que incluyen solitarios interiores del antiguo Palacio de la República (donde hoy se alza el Forum Humboldt) y nuevas perspectivas de la icónica torre de televisión de Alexanderplatz y de la iglesia Friedrichswerdersche del arquitecto decimonónico Karl Friedrich Schinkel, en el centro de la ciudad.
Son imágenes que dan testimonio del vaticinio del crítico Karl Scheffler, quien escribió que Berlín estaba “condenada a estar siempre en trance de convertirse en otra cosa y nunca a ser.”
Babelia
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