Helmut Newton, el hombre que miró a la mujer de otra manera
“Me atrae mucho el mal gusto, es mucho más excitante”, aseguraba el polémico y prestigioso fotógrafo de moda de cuya obra se estrena un documental
El fotógrafo Helmut Newton (1920-2004) fue una figura esquiva y controvertida. Adorado por las revistas de moda de los años setenta, ochenta y noventa, fue igualmente polémico debido a su mirada sobre el cuerpo de la mujer, el centro en torno al que gravita toda su obra. Esa dualidad da sentido al título de Helmut Newton. The bad and the beautiful, un largometraje documental dirigido por Gero Von Boehm que llegó el viernes a los cines de España y el lunes a plataformas de televisión para rendir homenaje al alemán en el centenario de su nacimiento.
Newton nació en el Berlín de la República de Weimar y falleció en 2004 tras un accidente de coche en Los Ángeles, una ciudad en cuya estética kitsch y desolada el fotógrafo encontró un paisaje a la medida de sus deseos. Vivió una vida casi de novela, que el documental cuenta a través de distintos ejes. Por un lado, vídeos procedentes de los archivos de la fundación berlinesa que custodia su legado. Por otro, entrevistas recientes con personas que trabajaron con él.
Sobre todo ello planean las imágenes que Newton produjo sin cesar desde su juventud hasta su fallecimiento, que lo convirtieron en un mito y que hallaron su hábitat natural en las revistas de moda del último cuarto del siglo XX, hasta entonces llenas de fotografías amables y más o menos aspiracionales. “Para contrastar con todo eso creo que hacen falta obras que hablen de la cultura en general. Tienen que dar que pensar y ser diferentes e incluso provocar a la gente”, explica en el documental Anna Wintour, la directora de la edición estadounidense de Vogue.
Aquella alianza funcionó aunque el estilo del alemán no fuera aparentemente el epítome de lo comercial. “Me atrae mucho el mal gusto, es mucho más excitante que lo que llaman buen gusto, que no es más que una forma estandarizada de ver las cosas”, apunta Newton durante una entrevista. “El buen gusto es contrario a la moda, a las chicas, al erotismo. La vulgaridad es vida, diversión, deseo y reacciones extremas”. Esas reacciones extremas, tal y como cuenta el documental, no se hacían esperar, y llegaban en forma de cartas de protesta por la violencia simbólica y visual de sus imágenes. “Soy un voyeur profesional pero no me interesan para nada las personas que fotografío, ni las chicas, ni su vida privada ni su carácter”, declaró en una ocasión. “Solo me interesa el exterior, lo que vemos mi cámara y yo. Me dicen que no capto el alma en mis fotos. ¿Qué es eso de fotografiar un alma? Fotografías un cuerpo, una cara. Me interesan los pechos, las piernas. En mis fotos, lo que se ve es eso, y puede que más, pero ¿almas? Eso no lo entiendo”.
En su mundo, las mujeres parecen muñecas desmadejadas, o maniquíes de escaparate, o víctimas de un crimen, o manipulan un pollo asado con las manos llenas de carísimas joyas. “Yo adoro a las mujeres”, proclamaba para defenderse. “Hay muchos misóginos que dicen que adoran a las mujeres, pero las representan con imágenes humillantes”, le respondió Susan Sontag en un debate televisado en Francia.
Desde la perspectiva que el movimiento MeToo ha arrojado sobre las representaciones de la mujer en los medios, las imágenes de Newton son, como poco, peliagudas. Tal vez por eso Von Boehm ha querido que la mayoría de los testimonios del documental procedan de mujeres retratadas por Newton. “Yo era muy tímida, acababa de cumplir los 17”, cuenta la modelo Claudia Schiffer sobre su primer trabajo con su compatriota. “No me sentí incómoda en ningún momento. Fue una experiencia maravillosa. Cuando me fui, pensé: ‘Este señor es increíble’. Tenía brillo en los ojos”. El carácter jovial y afable de Newton, que contrasta con la violencia de sus imágenes, es también objeto de reflexión por parte de modelos como Nadja Auermann o Sylvia Gobbel, de las cantantes Marianne Faithfull y Grace Jones, y las actrices Charlotte Rampling, Isabella Rossellini y Hanna Schygulla. Todas ellas inciden en la dimensión conceptual y transgresora de Newton, influido tanto por el expresionismo alemán que pudo conocer en su infancia como por el formalismo de Leni Riefenstahl, cuya concepción arquitectónica de la anatomía pudo ser una influencia determinante para este chico judío que huyó del Berlín nazi, vivió en Singapur, fue deportado a Australia y allí vivió hasta regresar primero a Londres y después a París. En la capital francesa, y más tarde en Nueva York y Mónaco, Newton revolucionó la fotografía de moda introduciendo dramatismo, intriga y elementos narrativos en sus encargos. En ese carácter perturbador y equívoco reside posiblemente su aportación capital al sector, y su influencia palpable en los fotógrafos que han venido después de él.
En una ocasión, el editor de moda de Vogue Hommes le encargó hacer un reportaje de gabardinas para hombre. En la serie resultante, la modelo Sylvia Gobbel posa desnuda frente a un espejo en el que se refleja la imagen del propio Newton, cámara en mano y luciendo las distintas gabardinas. En un margen está June, su esposa y colaboradora, que no sabía que estaba siendo fotografiada. El resultado es un autorretrato que refleja el credo artístico de un fotógrafo en el que conviven la genialidad, las obsesiones, las aristas cortantes y las zonas de sombra.
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