Las contradicciones de Helmut Newton llegan a A Coruña: “Quería desestabilizar a la gente, escandalizarla”
‘Helmut Newton-Fact & Fiction’ es la tercera exposición dedicada a un gran fotógrafo de moda organizada por la Fundación Marta Ortega Pérez. Objetos personales, retratos y revistas componen una muestra en la que se ha involucrado Philippe Garner, amigo y vicepresidente de la fundación del fallecido artista
“Helmut Newton era un fotógrafo de localizaciones, no de estudio, le parecía claustrofóbico; quería salir al mundo y colocar a sus mujeres en un contexto. Y le gustaba trabajar con la luz disponible, ya fuera la luz dura del mediodía en el Mediterráneo o las luces de las calles de París por la noche. Era increíblemente sensible a la atmósfera”, explica Philippe Garner, vicepresidente de la Fundación Helmut Newton y comisario junto a Matthias Harder y Tim Jefferies de Helmut Newton-Fact & Fiction que, desde este sábado 18 de noviembre y hasta el 1 de mayo de 2024, puede visitarse en A Coruña.
Esta es la tercera exposición en la ciudad gallega sobre la obra de un gran fotógrafo de moda que organiza la Fundación Marta Ortega Pérez (MOP) —la fundación de la presidenta de Inditex cuyas siglas corresponden a su nombre completo—, después de las dedicadas a Peter Lindbergh y Steven Meisel.
Mirando hacia el puerto, donde se encuentra el espacio expositivo, Garner asegura que a Newton (1920-2004) le habría encantado el paisaje industrial al borde del mar donde se exponen sus fotografías. “Aunque amaba hacer sesiones en grandes hoteles y los apartamentos de lujo también le encantaba ese contraste de colocar un fabuloso vestido de noche en una obra”, recuerda.
Nada más entrar en esa nave portuaria del Muelle de Batería, en las paredes de un cubo diáfano se proyectan vídeos con testimonios de amigos y colaboradores del creador, como Charlotte Rampling o Carla Sozzani, e imágenes de las ciudades que marcaron su vida y su obra, de París a Berlín. Después se llega a una sala llena de recortes de revistas y periódicos que reflejan la fama del fotógrafo —Garner bromea con que “llegó a ser una celebridad mayor que muchos de los personajes que retrató”—, con unas vitrinas que muestran algunos de sus objetos personales: una prótesis de pechos, unos tacones de aguja de charol negro, Barbies de su colección (entre ellas el modelo original y la Becky en silla de ruedas en su caja) y algunas de sus cámaras (una Polaroid, su Rolleiflex, una Nikon, la maleta personalizada de Louis Vuitton en la que llevaba sus materiales). Luego, la oscuridad envuelve el recorrido por varias salas en las que se suceden sus imágenes más conocidas, como los desnudos en gran formato de 1981 y retratos de personajes famosos. Está Margaret Thatcher, pero también Gianni Versace desnudo, una jovencísima Sigourney Weaver, Naomi Campbell en la playa o David Bowie. En sus inicios, Newton probó brevemente el fotoperiodismo, pero vio que lo suyo no era documentar la realidad. Sus fotos son imágenes perfectamente orquestadas, Garner lo define como “un director de escena, un director de cine, que crea una construcción artificial pero partiendo de la observación de unos hechos y sabiendo que cada imagen tiene que resonar a verdad para ser creíble”. De ahí que el título elegido para la muestra juegue con los conceptos de hecho (fact) y ficción (fiction).
Garner fue amigo personal de Newton y de su mujer, June (también fotógrafa, que firmaba con el seudónimo de Alice Springs). Los tres se conocieron en abril de 1975, cuando el hoy comisario era un joven especialista en esta disciplina que trabajaba en Sotheby’s y ya admiraba el trabajo de un Newton que “entonces no era muy famoso”, señala. “No fue por casualidad”, admite. Un conocido organizó una cena en París y él le dio su opinión sincera sobre su primera exposición en solitario. “Yo, con la valentía de la juventud, hice unos comentarios muy honestos y directos. Y lo apreciaron, se generó una confianza que fue la base de nuestra amistad”, rememora.
Esa anécdota contrasta con la imagen que muchos tienen del fotógrafo, que nació en Berlín en 1920 y falleció en Los Ángeles en 2004, en un accidente de coche. En la industria de la moda se temía su carácter. La poderosa Anna Wintour (hoy directora de la edición estadounidense de Vogue y de contenido global de Condé Nast) reconoció que estaba aterrada ante su primera sesión de fotos con él y no fue. “Creo que en realidad estaba nerviosa por saber hasta dónde podría tentar su suerte”, explica con una sonrisa Garner. “Helmut vivió para superar los límites de lo que era posible. Quería desestabilizar a la gente, escandalizarla, hacer que repensaran las cosas. Tenía esa capacidad de seducirte y al mismo tiempo desconcertarte un poco. Eso era central en sus fotografías. Era el efecto que quería tener en el espectador. Pero en persona era encantador, divertido y atractivo”.
Como se puede ver en la exposición, las mujeres fueron las grandes protagonistas de sus trabajos. Grace Jones, Claudia Schiffer, Monica Bellucci o Nadja Auermann posaron para él. “Amaba a las mujeres, me contaba que desde adolescente estaba obsesionado con ellas. Fue aprendiz de Yva [una fotógrafa judía berlinesa que murió en el campo de concentración de Majdanek], cuyas especialidades incluían la moda y el desnudo. Él eligió primero desarrollar el campo de la moda y luego lo amplió al retrato y el erotismo”, señala el comisario. Sus grandes desnudos femeninos en blanco y negro y los tacones altos como símbolo de la sexualidad son dos de las señas que identifican su código visual, y que han sido objeto de críticas, como cuando Susan Sontag le dijo en un plató televisivo que sus fotografías le parecían “muy misóginas” y “desagradables”.
Garner, consciente de esas polémicas, ofrece su propia lectura: “Él apreciaba la sensualidad de las mujeres y se propuso resaltarla en sus fotografías. Y es un campo de mucho debate. La gente tiene opiniones polarizadas sobre su forma de crear imágenes de mujeres. Algunos dicen que las cosifica y que eso es una especie de afirmación del dominio masculino. Yo diría que las fotografía con enorme respeto y fascinación. Y, en muchos casos, él arranca de la mujer algo que tal vez ella no tenía el coraje de mostrar o ni siquiera reconocía en sí misma. He conocido a muchas mujeres que fueron fotografiadas por Helmut, y todas estaban muy satisfechas con cómo las retrató. Para ellas fue empoderador”.
Ese aspecto es el que destaca Marta Ortega Pérez, presidenta no ejecutiva del Grupo Inditex, en el prólogo del catálogo de la exposición. “Recuerdo que me fascinó desde el primer momento el poder y el arrojo de las mujeres que retrata. Supe de inmediato que estaba ante un gran innovador, un fotógrafo con un don verdaderamente especial. Ahora eran las mujeres quienes disfrutaban del diseño y la moda, del poder y el esplendor de sus cuerpos; mujeres elegantemente seductoras e intocables”, escribe. Lo más revolucionario que Newton logró en el campo de la fotografía de moda fue, según Matthias Harder, director y comisario de la fundación del fotógrafo, que “se atrevió a traspasar y redefinir los límites de lo que era moralmente aceptable. Siempre estuvo tras la pista del espíritu de la época, a veces incluso por delante”.
El fotógrafo, de origen judío, creció en un entorno privilegiado, en la libertad del Berlín de la República de Weimar, pero con 18 años abandonó Alemania ante el ascenso del partido nazi; primero viajó a Singapur y luego se estableció en Australia. “Resulta muy difícil para nosotros imaginar lo traumática que esa separación de su familia y de todo lo que amaba fue para él. Su padre era rico y él vivía para sus placeres, viajaba mucho saboreando lo mejor de aquella vieja Europa, y de repente, después de La Noche de los Cristales Rotos [el 9 de noviembre de 1938], se fue. No soy psiquiatra, pero siempre tuve la sensación de que algo se quedó congelado en él ahí. Estaba encerrado en ese adolescente”, reflexiona Garner.
Sus imágenes son cuidadas escenografías; parecen puestas en escena casuales, en calles o junto a piscinas, pero todo está medido al milímetro. Harder cree que en eso tuvo mucho que ver su pasión por el cine y por la narración visual: “Cuando Helmut conoció a June en Melbourne, en 1947, ella era actriz y él se enfrentó intensamente por primera vez a un juego de roles en constante cambio. Esto más tarde se convirtió en un factor clave en su trabajo, donde iba creaba un escenario para que sus modelos actuaran en diferentes situaciones. Casi todo en las fotografías de Newton es una especie de juego de roles, una combinación inseparable de realidad y ficción”.
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