Hombres bobalicones en la primera ópera escrita por una mujer hace cuatro siglos
Blanca Li se despide como directora artística de los Teatros del Canal con este montaje en clave feminista de Francesca Caccini, estrenado en 1625
Unos hombres bobalicones frente a unas mujeres poderosas y seductoras. Francesca Caccini concibió así la primera ópera que se conoce escrita por una mujer. Gran desconocida, a pesar de que fue una figura clave en el nacimiento del género lírico, compositora y cantante —participó con tan solo 13 años en el estreno de Eurídice, de Peri, la ópera más antigua cuya música se ha conservado—, Francesca Caccini (1587-1641) es la autora de La liberazione di Ruggiero dall’isola d’Alcina, una obra estrenada en Italia en 1625, en la época de los Médici y con la propia compositora en el papel de Alcina. La pieza, nunca estrenada en España, llega ahora a los escenarios de los Teatros del Canal de Madrid bajo la dirección de escena de la coreógrafa y bailarina Blanca Li, que a sus 60 años se despide así de la dirección artística del centro, dependiente de la Comunidad de Madrid, cargo que ocupaba desde finales de 2019, para asumir la dirección del complejo cultural de La Villette de París.
Coproducida por los Teatros del Canal y el Teatro Real, La liberazione di Ruggiero dall’isola d’Alcina se representará desde este martes hasta el próximo 9 de junio, con las voces de Vivica Genaux (Melissa), Lidia Vinyes-Curtis (Alcina) y Alberto Robert (Ruggiero), entre otras. La dirección musical corre a cargo de Aarón Zapico y el grupo musical Forma Antiqva.
El entusiasmo entre los responsables del Canal y el Teatro Real es grande ante el estreno histórico de esta ópera barroca, que llega a España 400 años después de su primera representación y que está basada en el poema épico Orlando furioso, de Ludovico Ariosto. Pero no solo porque supone el descubrimiento de una mujer ilustrada y con una formación muy sólida, sino porque, aseguran, se trata de una “obra colosal”, con “una perspectiva muy feminista”, en palabras de Joan Matabosch, responsable artístico del Real. Por su parte, Blanca Li se muestra orgullosa de acometer la obra de una mujer de la que se sabe que escribió y compuso muchas obras, pero de la que solo ha sobrevivido esta ópera.
Los grandes decorados barrocos descritos en la obra, con monstruos marinos, hipogrifos, embarcaciones y grandes ballenas, han sido sustituidos en esta puesta en escena por un único lienzo negro y una hermosa iluminación, obra del francés Pascal Laajili, ante los “medios mínimos impuestos para esta producción”. “Hemos hecho un milagro”, asegura Blanca Li, que ha puesto en pie un montaje “minimalista”, reinventando el espacio escénico con la luz y tela negra y dando un gran protagonismo a la danza y el baile. “No he hecho danza barroca. Son bailarines contemporáneos que acompañan a la historia. La danza se convierte así en un elemento más en la narración de la obra”, añade la coreógrafa y bailarina.
El director musical, Aarón Zapico, subraya que la historia que cuenta la ópera, a pesar de que fue escrita hace 400 años, goza de una enorme actualidad. “Es una obra de una calidad musical superior. Uno de sus rasgos más interesantes es que es muy osada desde el punto de vista musical, con intervalos, armonías y rítmicas muy avanzadas para aquella época, y muy moderna en su mensaje también. El poderío femenino que destila es apabullante, poniendo siempre por encima al sexo femenino frente al masculino. Sus protagonistas son dos mujeres, Alcina y Melissa, y el héroe masculino, Ruggiero, aparece retratado tanto musical como escénicamente como un auténtico bobalicón”, asegura Zapico, que ha tenido que complementar musicalmente la obra, ante la falta de anotaciones originales, algo normal en la época. “Hemos tenido que recurrir al movimiento historicista para bucear, leer entre líneas y llegar a reconstruir la música. No es que hayamos tenido que completar con notas el pentagrama, pero sí hemos tomado decisiones importantes”, añade Zapico. Para recrear el artificio barroco de los siglos XVII y XVIII, la orquesta utiliza instrumentos de percusión y otro tipo de útiles, especialmente para representar los coros de monstruos o divinidades que aparecen en la obra.
Francesca Caccini es apenas un ejemplo de las mujeres creadoras olvidadas a lo largo de la historia. “No debemos de lamentarnos por haber tardado tanto en estrenar esta obra, sino comprometernos de cara al futuro, tanto por parte de los artistas como de los programadores y el público, de rescatar creaciones de mujeres que nunca han salido a la luz y luchar contra el ocultamiento premeditado de compositoras de aquella época”, explica Zapico, creador del conjunto musical Forma Antiqva.
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