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Universos paralelos
Columna
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Las cartas de Nick Cave y Enrique Bunbury

Dos muestras del formato del consultorio, donde los fans interrogan a sus ídolos

Nick Cave, durante una presentación del libro que recoge su conversación con el periodista Seán O’Hagan, en Alemania en junio de 2023.
Nick Cave, durante una presentación del libro que recoge su conversación con el periodista Seán O’Hagan, en Alemania en junio de 2023.Andreas Rentz (Getty Images)
Diego A. Manrique

En 2018, Nick Cave abrió un canal de comunicación con sus seguidores. Recibe sus correos y semanalmente contesta a uno. Se llama The Red Hand Files y lo define ahora como “un extraño ejercicio de vulnerabilidad y transparencia comunitarias”. Contradiciendo su fama de demonio de Tasmania, Cave responde con sensatez, con la mano sobre el corazón. Y hasta comparte alguna anécdota.

La pasada semana, recordaba un encuentro con Bryan Ferry. A pesar de las distancias estéticas, Cave admira al fundador de Roxy Music, especialmente por su capacidad para componer “canciones atormentadas con letras tan audaces como insólitas”. Resulta que la mujer de Nick es amiga de la esposa de Ferry; esta les invita a pasar un fin de semana en su mansión campestre en West Sussex.

La residencia es más impresionante de lo esperado: bosques, huertos, jardines, yeguas. Al día siguiente, Nick explora por su cuenta, llevando un bloc de notas, y llega a una piscina oculta entre setos. Se relaja y se adormece. De repente, siente que hay alguien más y abre los ojos. Aunque se suponía que estaba fuera, ha aparecido Ferry en traje de baño.

Aquí viene lo fuerte. Bryan mira envidioso el bloc de Nick y se lamenta: “Hace tres años que no escribo una canción”. El desconcertado invitado pregunta, “¿por qué?”. Ferry abarca todo lo que le rodea y confiesa: “No hay nada sobre lo que merezca la pena escribir”. Y se zambulle en la piscina.

Ah, los blues de los millonarios: la historia es incluso demasiado perfecta, Nick. Disculpen, hoy pretendía hablar de otra iniciativa que su autor reconoce inspirada por los Archivos de la Mano Roja. En 2023, Enrique Bunbury abrió una correspondencia similar con sus fans. El resultado se ha envuelto en tapa dura bajo el título de La carta (Liburuak).

El libro es… extraño. Uno sigue a Bunbury, entre otras razones, por la intensidad de sus entusiasmos y sus arrebatos. Aquí nos topamos con Enrique El Diplomático. Comienza muchas de sus respuestas con frases tipo “agradezco mucho tus apreciaciones” o “¡qué pregunta más maravillosa!”. En realidad, despojadas del apreciable elemento confesional, las consultas tienden hacia lo elemental, a cuestiones que un fan serio debería ya haber superado. Puede que sigan el ejemplo del propio Bunbury, que asegura que apenas lee sus críticas y, desde luego, tampoco los libros sobre su trayectoria (ya, ya).

Estamos en el país del to er mundo es güeno. Sí, lamenta no haber tocado nunca en Bolivia. Claro, podría colaborar con Rosalía o C. Tangana. No, no le importaría un biopic o una serie sobre su persona, siempre que lo dirija Tarantino y lo protagonice Brad Pitt (hey, no menosprecien el sentido del humor maño).

Entre el torrente de interpelaciones, ninguna referencia al antiguo hábito de samplear ocurrencias de versos ajenos, y eso que se habla mucho de sus poemarios, MicroDosis y Exilio Topanga. En verdad, lo que parece obsesionar a la tropa bunburiana es el futuro de su primer grupo, Héroes del Silencio, al que desean ver en directo. Para ser aficionados al rock, asombra que no conozcan la dinámica interna de los grupos triunfadores, con miembros sometidos a fuerzas centrífugas que solo se vencen con la promesa de un talón con muchos ceros.

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