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Martín Rodríguez-Gaona, el analista de la poesía española actual: de los inmigrantes digitales a los ‘influencers’

El autor hispano peruano lanza su nuevo poemario, ‘Wunderkammer. La musa y otras mutaciones’, tras haber publicado el año pasado el premiado ensayo ‘Contra los influencers’, la tercera obra que dedica a estudiar el devenir de la escena poética contemporánea

El poeta y ensayista Martín Rodríguez-Gaona retratado en Madrid el 9 de abril de 2024.
El poeta y ensayista Martín Rodríguez-Gaona retratado en Madrid el 9 de abril de 2024.INMA FLORES
Sergio C. Fanjul

Wunderkammer es la palabra alemana para decir gabinete de curiosidades o de maravillas: esas colecciones renacentistas, precursoras de los museos y escenario de la protociencia, en las que se reunían piezas y artefactos asombrosos traídos de todo el orbe, en aquella época de exploraciones y colonizaciones. Tan asombrosos eran que muchas veces el límite entre lo verdadero y lo falso era borroso: se recogía la osamenta de un ángel o bebés con alas de murciélago.

Wunderkammer. Las musas y otras meditaciones (Huerga & Fierro Editores), el nuevo poemario de Martín Rodríguez-Gaona (Lima, 54 años), se basa en esa idea. “Me interesa la hibridación de mundos que requiere una hibridación estética; aquí trabajo la parte irracionalista que, dentro de mi bagaje, había trabajado menos”, explica. Ahí está eso hacia lo que ha derivado el mundo, el abismo de la tecnología o la fase desencantada de la globalización, que el poeta retrata desde un lenguaje “no solo roto, sino alucinado, que se corresponde con no creer lo que estás presenciando: el lenguaje cotidiano ya no es suficiente”.

Intenta una actualización de lo barroco, no como exuberancia gongorina, sino como “deflagración de palabras, implosión del sentido”. Según lo ve Rodríguez-Gaona, nuestra época de crisis es muy parecida a aquel mundo del barroco, que, entonces, tenía a Madrid en el centro. “Wunderkammer es una galería de monstruosidades fascinantes en el límite de la verdad y la mentira”, añade.

Pero, además de poeta, Rodríguez-Gaona es un fino observador de la escena poética y cultural, como ha ido demostrando en una serie de ensayos, donde transita con soltura entre lo puramente poético y el zeitgeist condicionado por la posmodernidad, la globalización, la revolución tecnológica, la coyuntura económica hasta entrar dentro de los estudios culturales.

El poeta y ensayista Martín Rodríguez-Gaona, retratado en Madrid el 9 de abril de 2024.
El poeta y ensayista Martín Rodríguez-Gaona, retratado en Madrid el 9 de abril de 2024. INMA FLORES

Comenzó con Mejorando lo presente. Poesía española última: posmodernidad, humanismo y redes (Caballo de Troya, 2011), analizando a aquellos poetas que tuvieron que enfrentar el salto a lo digital, una generación en la que figuraban nombres como Agustín Fernández Mallo, Carlos Pardo, Mercedes Cebrián, Manuel Vilas, Mercedes Díaz Villarías o Vicente Luis Mora. Fueron pioneros de una nueva relación con el público, del uso del blog o la performance, y mostraban una preocupación explícita por el lenguaje, muchas veces mezclada con el interés por lo científico-tecnológico. Irrumpían “con obras de inusual energía y calidad, difícilmente imaginables en los años previos”, escribía entonces el autor.

Para sus análisis, Rodríguez-Gaona ha utilizado el concepto de la Ciudad Letrada, derivado de la obra de pensadores como el escritor uruguayo Ángel Rama o el crítico de arte George Dickie, que estudió los círculos del arte contemporáneo. La Ciudad Letrada vendría ser el enjambre de personas e instituciones alrededor de la literatura: escritores, críticos, medios, editoriales o librerías.

Aparece ese andamiaje conceptual en La lira de las masas. Internet y la crisis de la ciudad letrada (Páginas de Espuma, 2019), galardonado con Premio Málaga de Ensayo, donde estudió el fenómeno de los que denomina poetas pop tardoadolescentes: aquel bum de poesía adánica, surgida de internet, que vendía decenas o incluso cientos de miles de poemarios (algo inaudito en el género), que fue apadrinado por algunos poetas literarios de renombre (como Luis García Montero o Benjamín Prado) y, en ocasiones, por editoriales prestigiosas (como Visor), y que generó gran controversia en torno a su calidad.

Estos jóvenes (y no tan jóvenes) poetas (como Marwan, Elvira Sastre, Defreds, Loreto Sesma, Irene X, y un largo etcétera) habían, según el autor, asaltado la Ciudad Letrada, ocupando las mesas de novedades y las listas de ventas, para frustración de los poetas que se consideraban verdaderos, y sin seguir los cauces habituales. Es decir, sin la bendición de los suplementos literarios, sin necesitar la aprobación de la crítica seria, ni el conocimiento de la tradición poética: sin pasar los filtros de la Ciudad Letrada. En el confinamiento pandémico, algunos de estos autores fueron recibidos telemáticamente por los Reyes de España como representantes de la poesía española, lo que causó no poco revuelo. El bum pasó y aquella poesía pervive, pero más cerrada en su propio nicho, ya sin la categoría de fenómeno social y editorial. “Está bien que tenga su nicho, como lo tenía Corín Tellado o las novelas de cowboys; como géneros de subliteratura”, explica el experto.

Poesía joven
De izquierda a derecha: Miguel Gane, Loreto Sesma, Ana Elena Pena y David Galán, Redry, en el Encuentro de Poesía en el Teatro Real, en 2019.Carlos Rosillo

En Contra los influencers. Corporativización tecnológica y modernización fallida (o sobre el futuro de la ciudad letrada) (Pre-Textos, 2023), que ganó el premio Celia Amorós, repasa lo anterior y se centra en la figura los influencers literarios; no muy diferentes a los influencers de otros sectores. Lo que el analista describe como influencers son esos autores que mantienen una intensa vida pública y digital, y en los que tiene gran peso esta popularidad e imagen, más allá de lo escrito (cita como ejemplos a autoras internacionales como Amanda Gorman o Rupi Kaur o a nacionales como Luna Miguel o Elizabeth Duval). En general, Rodríguez-Gaona cree que encumbramos demasiado rápido. “Antes del siglo XXI ese proceso era lento, se mitificaba a Lorca, o a Vallejo, o a Benjamin cuando teníamos la obra completa, cuando habían muerto, cuando había lecturas sólidas sobre esa obra. Ahora se compite por la espectacularidad”, explica. “La función social del poeta se ha comido a la poesía”, añade. Lo que manda es el medio, decía MacLuhan, no el mensaje.

La autorregulación de la Ciudad Letrada

El autor reivindica la autocrítica en la Ciudad Letrada, que no esté instrumentalizada políticamente por la tendencia dicotómica tradicional en España, y aplaude su autorregulación. Como en el caso del Premio EspasaEsPoesía, que se comenzó dedicándose al género de la poesía pop tardoadolescente, pero que, después del controvertido caso del premio a Rafael Cabaliere (“que no se sabía si era un poeta real o un bot”) ha virado hacia autores más literarios como Aitana Monzón o Ángelo Néstore. O en el del Premio Biblioteca Breve a una novela de Elvira Sastre, que generó gran controversia.

Reivindica el caso de Berta García Faet, una poeta con amplia exposición pública y éxito entre los lectores jóvenes. “Ninguna poeta en los últimos años se ha puesto a escribir sobre su poesía, a desarrollar una poética. El hecho de que tenga visibilidad y le hable a sus lectores y lectoras de cosas serias y complejas es una revolución: ¡habla de tropos!”, dice en referencia a su ensayo El arte de encender las palabras (Barlin Libros). Así, la poeta consigue una autoridad en el panorama cultural que, a su juicio, nunca lograron ocuparon los poetas inmigrantes digitales nacidos en la década de los 70 que analizaba en su primer ensayo. Eso sí ocurría en las generaciones precedentes, como en la poesía de la experiencia o en figuras como Jaime Siles, Pere Gimferrer o Luis Antonio de Villena. Muchos de los miembros de aquella generación acabaron reconvertidos en narradores, sustituidos pronto por la generación de los nativos digitales, apoyados en las redes.

¿Corrientes en la poesía contemporánea española? Rodríguez-Gaona observa un gran peso de la poesía escrita por mujeres. También, una querencia por “lenguaje roto” que reacciona a lo figurativo y recuerda a la poética de César Vallejo; y, al mismo tiempo, un lenguaje figurativo “que puede ser moderno: no todo es Bécquer o Jaime Gil de Biedma”, dice el analista. También el establecimiento de fuertes escenas poéticas periféricas, como en Asturias o en Murcia. “La difusión de la poesía sigue condicionada a publicar en editoriales grandes, vivir en grandes ciudades o tener buenos contactos”, concluye.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.
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