Berta García Faet: “No busco respuestas; busco la belleza, aunque esa belleza sea fea”
La escritora, en continua reflexión sobre el amor y el lenguaje, publica un poemario que recoge su experimentación y un ensayo sobre la capacidad de las metáforas para expandir el conocimiento
Lo del corazón es increíble. Si bien las metáforas más usadas se desgastan, se desactivan, se convierten en cliché, el corazón persiste como una forma aún luminosa y cercana de referirse a eso que nos toca por dentro, sobre todo al amor. La poeta Berta García Faet (Valencia, 35 años), una de las más celebradas del panorama, no tiene reparo en utilizarla. Su último libro se titula Corazonada y otro volumen anterior, en el que recopilaba su poesía entre 2008 y 2011, se titulaba Corazón tradicionalista, ambos publicados en La Bella Varsovia.
¿A qué tanto corazón? “No tengo ni idea. Hay algunos símbolos que cuajan su ramo de significados de manera perfecta, y nunca pasan de moda”, explica la poeta en el bar Juan Raro, en el madrileño barrio de Lavapiés. No es la única palabra que le acompaña tenazmente, como “presencias que te asisten”, que se le aparecen y de las que le cuesta deshacerse. También el chopo, el girasol, el alajú. “No es que no signifiquen, significan muchísimo, pero no sé exactamente qué significan”, cuenta la poeta.
Hay cosas en la poesía que no tienen explicación, habrá que acostumbrarse. “Está bien preguntarse qué significa la poesía. Pero muchas veces, cuando queremos justificar lo que escribimos, se debe a una compulsión de control. Otra cosa es el arte conceptual, que trata precisamente de eso, de crear un concepto. Pero si la pregunta es ‘¿qué significa este poema?’, la respuesta siempre va a ser: “Tengo esta intuición, pero no estoy segura”.
Autoconsciencia y niñerías
García Faet, habla, pues, sobre todo, del amor y sobre todo del lenguaje, y lo mezcla en unos poemas que son a veces deliberadamente naifs o cursis o teenagers, otras veces deliberadamente modernos o eruditos, otras veces deliberadamente ingeniosos. “No me gusta mucho eso de ‘deliberadamente’, prefiero decir que en mis poemas hay cierta autoconsciencia”, explica, “sé cuando estoy utilizando una textura infantil o una textura cursi”. Eso es: al leer los poemas de García Faet uno tiene la sensación de que, por debajo de cierto desenfado, la poeta sabe perfectamente lo que está haciendo en cada momento. La potencia sin control, como decía un anuncio de neumáticos, no sirve de nada. De hecho, su tesis doctoral trataba sobre las “niñerías”, es decir, “la infantilidad elegida de ciertos yoes líricos”. “Creo que es un fin de la poesía y el arte en general: mezclar el artificio y la verdad íntima de manera que resulten indistinguibles”.
En Corazonada se compilan una serie de tramos, desde 2010 al infinito, que ella llama “estaciones”: “Esta ordenado con una mezcla de criterios temáticos y cronológicos”, explica, “no puedo distinguir entre poemas de amor o de lenguaje, se entremezclan. Pero puedo decir que ciertos poemas pertenecen a una época del corazón y otros a otra”. Las fechas que ofrece (le resulta muy importante fecharlos) se refieren a la primera versión de los poemas, pero lo más frecuente es que se hayan ido transformando a lo largo de los años: “Su quimicafísica es transhistórica”, escribe en el epílogo.
García Faet fantasea con meter en la misma habitación a todos los chicos que ha besado desde el año 1999, escribe una carta a sus amigas con hijos o un poema a Punky Brewster, trata de escribir pequeñas novelas poéticas, dibuja autorretratos con versos. “Conseguí escribir un libro de poemas sobre un perro cojo, pulgas, rosas místicas y margaritas, y eso me hace feliz”, escribe también en el epílogo. Hay pretendido candor, e inteligencia. Sus poemas, además, y aunque suene raro decirlo en poesía, son divertidos. “Me encanta que me digas eso”, dice la poeta, “existe la idea de que la profundidad está ligada a la solemnidad, y no creo sea así. No conecto con los poetas que se toman demasiado en serio a sí mismos”, dice la escritora, que dice amar a los cómicos y que se ríe enigmáticamente de algunas de las preguntas. “El pensamiento también tiene que ver con la chispa”.
Encendiendo palabras
Su nuevo ensayo, El arte de encender las palabras, que aparecerá a mediados de noviembre, trata sobre la poesía, pero tiene algo de epistemología: “Se ocupa de la relación entre lo poético y el ensanchamiento del conocimiento, un tema muy amplio y apasionante. Por ejemplo, cómo ampliamos nuestra percepción del mundo mediante las metáforas”, dice. Aunque suene teórico, la autora asegura que es para todos los públicos.
La reflexión sobre la poesía es, pues, una de las tareas que rondan a la poeta (de ahí, se supone, la autoconsciencia en sus poemas); y esa reflexión ha ido acompañada de la experimentación. “He explorado distintas vías, las he agotado, he llegado al límite que he podido hacer en esa vía”, cuenta. Hubo una vez que exploró un yo lírico más narrativo o dramático, otra que intentó hacer poesía sin tropos, sin símbolos o metáforas, otra que se embarcó en una poesía muy sonora y matérica que, luego descubrió, tenía que ver con el neobarroco.
Ganó el Premio Nacional Miguel Hernández de Poesía Joven en 2018, por Los salmos fosforitos (La Bella Varsovia); es solo uno de los muchos premios que atesora. Ahora tiene 35 años. Lo bueno de la literatura, en comparación con el deporte, es que uno puede ser joven más tiempo. ¿Se siente una poeta joven? “Es llamativo como, en general, el paso del tiempo castiga a las mujeres”, explica. “Lo noto y solo tengo 35. A los 25 puede una recibir una atención desmesurada, lo que importa es que es joven, y eso causa fascinación e interés, como mujer y como escritora. Eso me hace revisar el pasado: ¿Me hacían caso por la poesía o la juventud? Me parece un caramelo envenenado”. El paso del tiempo se nota también en el ingrávido reino de la poesía. “Miro alrededor y veo que no es que tenga una generación de poetas por detrás, ¡es que tengo dos!”, cuenta. Algunos nombres a tener en cuenta: Juan Gallego Benot, Juanpe Sánchez, Andrea Abello, Héctor Aceves.
García Faet seguirá hilvanando sus poemas en el tiempo por venir. Es lo que hace: “Busco la búsqueda. No es que busque ninguna respuesta, sino la belleza, aunque sea una belleza muy fea”, concluye.
‘Corazonada’. Berta García Faet. La Bella Varsovia, 2023. 360 páginas. 17,90 euros.
‘El arte de encender palabras’. Berta García Faet. Barlin, 2023. 224 páginas. 17 euros. A la venta el 15 de noviembre.
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