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Feria del Toro de Vic-Fezensac
Crónica
Texto informativo con interpretación

Feria de Vic-Fezensac (Francia): destellos de deslumbrante emoción

Luis Gerpe pasea una generosa oreja y varios banderilleros brillan en una desigual, aunque encastada, corrida de Dolores Aguirre

Uno de los puyazos que recibió el sexto toro de la tarde.
Uno de los puyazos que recibió el sexto toro de la tarde.Philippe Gil Mir

Sin ser una tarde redonda, la corrida de Dolores Aguirre mantuvo el interés hasta el final y contó con instantes de emoción. Algunos, protagonizados por los propios toros de la divisa sevillana; otros, por los toreros, esta vez, principalmente los de plata. La casta de unos y la torería de los otros.

Emocionante fue, por ejemplo, la salida del cuarto de la tarde, que parecía sacado de una lámina de La Lidia de Goya. Alto, largo, escurrido de carnes y con dos impresionantes pitones astifinos que miraban al cielo. Por si fuera poco, salió encampanado, desafiante, como diciendo: “Aquí estoy yo y a ver quién es el guapo que se me acerca”.

El guapo fue en este caso Alberto Lamelas, que ya había pasado un trago con el mansurrón y gazapón primero, que midió, exigió y no paró quieto un segundo. A ese lo despachó de un bajonazo tras una labor plagada de desconfianza y precauciones. A este, más de lo mismo. Y, encima, nos privó a todos de ver un quinto puyazo pedido por aclamación.

Aunque a la primera vara acudió sin colocar, en las tres sucesivas se arrancó de largo, con prontitud y empujó bajo el peto. Emocionante. Como emocionante y sobresaliente fue el tercio de banderillas posterior protagonizado por Mathieu Guillon, que se la jugó de verdad, tras asomarse al balcón y ponerse los pitones en la barriga. Tan grande fue el castigo en el caballo que el de Dolores llegó al último tercio desfondado y con un mínimo halo de vida. Una pena.

Más casta sacó el manso tercero, por momentos rajado y huidizo, pero que embistió con emoción por abajo. Este, como el primero, tuvo una muerte espectacular. A pesar de estar heridos de muerte, ambos aguantaron en pie, tambaleándose, apoyándose en las tablas incluso, hasta que cayeron rendidos. Segundos después, y ante el asombro de todos, tuvieron el coraje de volver a levantarse. La casta.

Ese tercero le tocó a Luis Gerpe, tan voluntarioso, como desconfiado y acelerado. Bajó la mano y ligó algunas tandas en redondo, pero lo hizo agachado y despegado. Tampoco estuvo a la altura del buen sexto, otro ejemplar de preciosa e imponente estampa, que cumplió en cuatro entradas al caballo y luego embistió con nobleza, fijeza y humillación en la muleta. Lo mató bien, eso sí, y le dieron una oreja. También la vuelta al ruedo al toro. Lo uno y lo otro, excesivo.

Damián Castaño, dispuesto, aunque acelerado, pechó con el lote más deslucido y dejó algunos naturales estimables a pies juntos frente al segundo. Al igual que Guillon en el cuarto, o Víctor del Pozo ante el que abrió plaza, Joao Pedro y Francisco Tornay, de la cuadrilla de Gerpe, brillaron con los palos en el último y pusieron en pie los tendidos. Los cuatro, a base de valor y torería, demostraron que cuando se quiere, se puede.

Fueron solo destellos de toros y toreros, pero de deslumbrante emoción.

Aguirre/Lamelas, Castaño, Gerpe

Toros de Dolores Aguirre, bien, aunque desigualmente presentados (a varios les faltó remate por detrás), la mayoría, cumplidores en varas (destacaron 4º y 6º), y de juego dispar: 1º mansurrón, andarín y midiendo; 2º noble y soso; 3º manso encastado con poder y humillación; 4º bravo en varas y noble, pero desfondado en la muleta; 5º mansurrón, descastado y deslucido; 6º noble, fijo y humillador, aunque a menos.

Alberto Lamelas: bajonazo (silencio); bajonazo (leve división).

Damián Castaño: media estocada tendida (saludos); media caída, tendida y atravesada, y cuatro descabellos (silencio).

Luis Gerpe: dos pinchazos _aviso_ y estocada (saludos); estocada (oreja).

Plaza de toros de Vic-Fezensac (Francia). 19 de mayo. 4ª de la Feria del Toro. Unos tres cuartos de entrada.

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