El mito literario de la ciudad internacional de Tánger renace de la nostalgia
La capital del norte de Marruecos vuelve a ser escenario para las obras de decenas de narradores españoles. Hispanistas tangerinos documentan el resurgir creativo tras décadas de abandono cultural
Tánger es un estado de ánimo literario en una ciudad inspiradora. Escenario de obras imprescindibles, como Reivindicación del conde don Julián (1970), de Juan Goytisolo, o La vida perra de Juanita Narboni (1976), de Ángel Vázquez, la capital del norte de Marruecos languideció en medio del abandono del poder central de Rabat durante el reinado de Hasan II (1961-1999), para reverdecer económica y culturalmente en el cuarto de siglo transcurrido desde la entronización de Mohamed VI. Su resurgir como espacio relevante para decenas de narradores españoles evoca el esplendor creativo de la urbe con estatuto internacional, a la vera del Protectorado ejercido por España sobre el norte de Marruecos hasta la independencia del país magrebí en 1956. Ante el multitudinario viaje de vuelta a Tánger de autores en castellano, algunos hispanistas marroquíes han documentado por primera vez con trabajos de investigación el flamante renacimiento del mito literario en un derroche de nostalgia narrativa.
“María Dueñas le ha dado al escenario tangerino una gran proyección internacional. Sus novelas El tiempo entre costuras y Sira se han traducido a muchos idiomas”, destaca la hispanista Randa Yebruni, autora de La letra y la ciudad: su trama en Tánger (Alhulia, 2020), en el que condensa una investigación doctoral sobre una corriente de añoranza literaria que entronca con la era en que los novelistas estadounidenses Paul Bowles y William Burroughs pusieron a Tánger en el mapa de la narrativa mundial. Esta profesora de la Facultad de Letras de Tetuán —ciudad en la que nació hace 49 años, aunque desde niña vive en la cosmopolita atmósfera tangerina—, da fe de que la escritora Cristina López Barrio, con su novela Niebla en Tánger, finalista del premio Planeta en 2017, o Arturo Pérez-Reverte, con la entrega Eva, de la serie Falcó, sobre las aventuras de un espía en la Guerra Civil, han propulsado la imagen de la ciudad del Estrecho como espacio ideal de obras de ficción.
“Hay otros autores, sin embargo, que le han dado una proyección literaria mucho más cercana, como Sergio Barce, Javier Valenzuela, Ramón Buenaventura o Antonio Lozano”, precisa Yebruni. “La clave más importante de conexión entre los escritores españoles y la ciudad es la cercanía geográfica y su carácter mediterráneo. Esa idiosincrasia hace que sea más próxima”, analiza la también autora del estudio Tánger, mito y realidad en la novela española actual. Como intelectual marroquí, lamenta que “los lectores españoles todavía se dejen influir por los best sellers, sin indagar y buscar otras obras que muestren una visión menos orientalista y exótica”.
Mohamed Chukri (1935-2003), el escritor tangerino por antonomasia, se refirió al conjunto de libros de norteamericanos y europeos sobre la ciudad como “meras postales”. “Cualquiera puede pasar unas semanas en Tánger y escribir un librito, vanagloriándose de saberlo todo sobre sus misterios, su geografía secreta o su gloria de antaño, sin que falte la enumeración de las celebridades que han vivido o simplemente han pasado por aquí”, se quejaba el autor de El pan desnudo.
Tangerina, primera parte de la trilogía Tánger Noir, de Javier Valenzuela, de 70 años, fue publicada en 2015. Acaba de ser reeditada por Huso y traducida al árabe por el hispanista marroquí Larbi Ghaju. Chukri es uno de los protagonistas de su trama policiaca, en la que narra una ciudad que fluctúa entre el pasado y el presente. El autor, que fue hace tres décadas corresponsal de EL PAÍS en Rabat, cita en su novela al periodista español Alberto Gómez Font, quien “añoraba con locura un Tánger internacional en el que, por razones de edad, no había vivido”. “Aquella ciudad encarnaba uno de los sueños arquetípicos de la humanidad, como los de Camelot o El Dorado”.
“Tánger estuvo muy presente en la literatura española entre 1930 y 1970, pero a finales del siglo XX casi desapareció del radar de nuestros autores. Me propuse tratar a Tánger como una ciudad viva, sin caer en el ejercicio colonialista de protagonizar una historia tangerina solo con personajes occidentales, en las que los personajes locales son taxistas o criadas”, asegura Valenzuela, quien sitúa a la urbe del Estrecho dentro de un grupo de ciudades naturalmente literarias al que también pertenecen Barcelona, Alejandría o Estambul. “Tánger es un escenario fascinante que en este siglo vive todo un renacimiento”, refería el autor de Tangerina tras participar en abril en un debate sobre su trilogía (que incluye Limones negros, de 2017, y La muerte tendrá que esperar, de 2022), junto con la hispanista Yebruni en la biblioteca Juan Goytisolo del Instituto Cervantes de la ciudad marroquí.
Llegó a ser un lugar en el que el extranjero se sentía en casa y el local se veía como un extraño, en una visión orientalista cuestionada por los intelectuales tangerinos. Entre muchos forasteros afincados allí ha surgido ahora la preocupación sobre el futuro de su rico patrimonio histórico material e inmaterial, tras ser catapultada hacia el desarrollismo económico y pasar de los 200.000 habitantes de 1956, cuando Marruecos se emancipó de Francia y España, a cerca de un millón en la actualidad en un éxodo imparable del medio rural al urbano. En torno al megapuerto de Tánger Med se ha creado un polo industrial puntero, junto con la fábrica de automóviles Dacia del grupo Renault. Una autopista y una línea de tren de alta velocidad enlazan Rabat y Casablanca con una metrópoli que ha multiplicado su parque residencial y de centros de negocios, y que ahora ofrece la imagen renovada de su fachada marítima abierta al caserío de la histórica medina y a las torres de apartamentos de la bahía turística.
Una urbe inspiradora
Otro de los hispanistas que ha documentado el resurgir de la literatura en español sobre la antigua urbe internacional es el tangerino Najmi Abdeljalak, de 46 años, autor del libro de entrevistas con tres decenas de escritores españoles Conversaciones secretas sobre Tánger (Diwan al Maghrib). “La ciudad ha sido un cruce de culturas a lo largo de los siglos, pero solo resurge como escenario ideal en las letras españolas tras su despegue económico. Es una urbe inspiradora. El periodo internacional sigue presente en obras recién publicadas”, advierte el autor de la investigación doctoral Tánger y España: pasado histórico-cultural y presente literario. “Gobernada por una docena de países, fue un caso singular e irrepetible donde reinaba la libertad y la convivencia de culturas”, argumenta.
“Hoy se ha convertido en un escenario literario ideal. Cada mes se publican una o dos obras sobre Tánger”. Abdeljalak considera que, sin remontarse a Domingo Badía (militar, espía, arabista y aventurero conocido también como Ali Bey Abbasi), y tras Goytisolo y Vázquez, “el salto literario más importante se produce a partir de 2015, con obras como las de María Dueñas o Cristina López Barrio... aunque la lista es muy larga”. La historia, la geografía, el clima y, en particular, el carácter de una población donde son muchos los que hablan español y sienten pasión por la cultura española, marcan la pulsión de los autores en castellano por su “Oriente más cercano”. En la visión de este hispanista marroquí, “Tánger no es solo un personaje en las letras españolas actuales, es un espacio literario español”.
La ciudad ofrece lugares que van más allá de las cartografías literarias, como el Gran Teatro Cervantes, construido en 1913, abandonado desde 1970, y que ahora está siendo rehabilitado por el Gobierno de Rabat, en un símbolo más del renacimiento cultural, después de que España cediera el edificio en 2019 y ratificara su entrega en un protocolo el año pasado. El mito de la literatura de ambientada en la urbe del Estrecho se sedimenta a través del tiempo “en una suerte de revivir la experiencia real de otros”, concluye la hispanista Randa Yebruni. “Tánger se fija en el imaginario y la memoria colectiva que comulga la realidad con la imaginación, dando lugar a la ciudad del esplendor y de los mitos”, remacha en una conversación en un café situado no lejos de la librería Colonnes, epicentro de la vida literaria de la ciudad en el céntrico bulevar Pasteur, en cuyos estantes se alinean los materiales de los que están hechos los sueños tangerinos.
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