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Un volumen recoge la edición completa de los viajes de Ali Bey

Leyendas varias convirtieron pronto a Domènec Badia, posteriormente conocido como Alí Bey tras abrazar la fe islámica, en un icono del romanticismo. Este fervor legendario acabó ocultando sus valiosas aportaciones culturales. El 29 de junio de 1803, Badia desembarcó en Tánger disfrazado de príncipe musulmán. Iniciaba así un periplo africano que le llevaría a ser testimonio de las peregrinaciones a La Meca. El relato de sus peripecias se leyó con avidez en toda Europa. La editorial Llibres de l'Índex recupera su rico legado en Viatges d'Alí Bei, volumen que recoge todos los escritos viajeros de Badia. El libro incluye las ilustraciones y los mapas realizados por el propio autor. La última edición en catalán de la obra de Alí Bey, traducida del francés original, se publicó en 1934.

"Aunque le precedieron otros viajeros, se podría decir que Alí Bey fue el primer europeo que visitó de verdad La Meca. Explicó su experiencia de una forma sensacional", afirma el autor del prólogo, Francesc Espinet, profesor de Historia moderna de la Universidad Autónoma de Barcelona. "Sus contribuciones fueron muchas. Por ejemplo, fue el primero en describir el léxico de los bereberes. También descubrió a los europeos la belleza de la gran arquitectura de Chipre. Avanzó además en sus dibujos la iconografía sobre Marruecos, que no se pondría de moda hasta finales del siglo XIX".

Valor etnográfico

El colosal itinerario de Badia, que incluyó estancias en Egipto y Siria, le permitió anotar un buen número de costumbres desconocidas en Occidente, transmitiendo así un testimonio de gran valor etnográfico. "Sus contribuciones abarcan diferentes campos. Hizo muchos descubrimientos geográficos, algunos de los cuáles le reconoció el mismísimo Humboldt", afirma Espinet. El libro aparece también para reivindicar la erudición de un personaje histórico lastrado por la espectacularidad épica de su biografía. "Badia era un gran erudito, conocía a la perfección el mundo árabe. Su biblioteca era impresionante. Contenía todos los libros de viajes publicados hasta el momento. Es un personaje contradictorio, una mezcla entre sabio y aventurero. Intelectualmente es muy riguroso. Quería conocer y dar a conocer. Los viajeros de aquella época estaban obligados a aportar pruebas para demostrar la verdad de sus escritos".

A juicio de Espinet, tampoco se deben despreciar las dotes pictóricas de Badia: "Estas ilustraciones no sólo tienen un valor testimonial, sino que destacan por su acierto artístico. Alí Bey tenía un excelente gusto estético que se percibe en sus dibujos de paisajes". La trayectoria del trotamundos catalán, al servicio de varios gobiernos, acabó en la noche del 31 de agosto al 1 de septiembre de 1818. Gravemente enfermo, murió en el camino. "Falleció durante su segundo viaje a La Meca, que realizaba por encargo del Gobierno francés. Tenía el convencimiento de que los agentes británicos le estaban envenenando".

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