Mario Vega: “Hacer teatro en Canarias es un acto de militancia”
El dramaturgo acaba de estrenar en Madrid ‘Protocolo del Quebranto’, una perturbadora obra sobre la guerra de Ucrania escrita con la asesoría del juez Garzón o el periodista Nicolás Castellano
Mario Vega (Ingenio, Gran Canaria, 1976) tiene la manía de que primero quiere ver, oír, preguntar, volver a preguntar, después escribir y por último estrenar. Es su forma de entender el teatro y el mundo que le rodea desde que hace 25 años fundó la compañía canaria Unahoramenos ( Premio Max de las Artes Escénicas 2022) Así que en este caso se atrevió con la guerra y para ello viajó a Ucrania, donde se entrevistó con jóvenes mutilados que llegaban del frente, madres que habían perdido hijos y hasta un sacerdote de Bucha que construyó una fosa en el jardín de su iglesia para enterrar a las decenas de muertos que dejó el intento ruso de tomar la capital. Cuando terminó el trabajo de campo, él y los actores se reunieron con expertos en derechos humanos, como Baltasar Garzón o Judith Sunderland o en Derecho Internacional, como Almudena Bernabéu.…y después se puso a escribir, Protocolo del Quebranto, la impactante obra que se estrenó la semana pasada en el teatro Fernando Fernán Gómez de Madrid y que estará en cartelera hasta el 19 de mayo.
Pregunta. ¿Qué puede aportar alguien como el juez Baltasar Garzón al teatro?
Respuesta. Garzón y el resto de los especialistas en Derecho, en comunicación o Historia o que hacen trabajo humanitario aportan una visión fresca y parcial que nos ayuda a dibujar la situación desde distintos puntos de vista. Todo ello me aporta diversidad, solvencia en el punto de partida. Nos vale para fijar una base sólida de la que iniciar un camino creativo
P. ¿Qué aprendió durante el proceso de investigación?
R. Lo difícil que es el perdón ante un dolor tan inmenso y que el motor que lleva a resistir es el convencimiento de cada bando de que es imposible perder. Me sirvió para aprender que la guerra es un cáncer que convierte a víctimas en victimarios y viceversa.
P. ¿Qué le cambió la investigación?
R. Casi todo, aunque es algo habitual la búsqueda y la renuncia a postulados iniciales durante el proceso creativo. Es una forma de crear y producir que es un sello reconocible de la compañía.
P. ¿Algo que le impactó más concretamente?
R. Una de las entrevistas que más me marcaron fue la de Valerii. Un vecino de Bucha que poco antes de la invasión perdió a su mujer por la Covid. Cuando la ciudad fue sitiada por los rusos y quedó bajo el toque de queda, un francotirador ruso atravesó el cráneo de su hijo de 17 años de un disparo. Durante días lo buscó hasta que lo encontró con la cabeza cubierta por una señal de tráfico. Algún vecino la había tapado para que no se la comieran los perros.
P. ¿Cómo sería un diseño teatral para lo que sucede hoy en Israel?
R. Sería un proyecto un poco soso por su planteamiento tan lineal. Me parece que está tan claro quiénes son los malos que no sabría cómo afrontarlo sin aburrirme. Prefiero contar la historia de una persona como tú o como yo que un día se despierta y ve cómo su pueblo está siendo sometido a un genocidio.
P. 25 años de una compañía con un enfoque social. ¿Es un superviviente?
R. Bueno… para sobrevivir hemos tenido que hacer de todo. Nuestro enfoque es el teatro de denuncia social, el teatro documental, la creación contemporánea y la participación ciudadana, pero la supervivencia ha estado en la adaptación.
P. ¿Es más complicado hacer teatro en Canarias? Es diferente a otros lados de la Península. ¿Tiene señas de identidad diferentes?
R. Hacer teatro en Canarias es un verdadero acto de militancia. Hay datos y estudios que lo confirman, pero creo firmemente en la producción teatral hecha desde la periferia. Desde el sur del sur. Seguimos produciendo desde Canarias con trabajos referidos a temas universales, pero no deja de ser curioso que este año, durante nuestro 25 aniversario, viajaremos a los principales festivales y teatros de Latinoamérica, mientras que girar por la Península sigue siendo muy complicado.
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