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El Ejército de Tierra digitaliza y restaura uno de los primeros atlas lunares de la historia

Escrito en 1646, el volumen se guarda bajo estrictas medidas de conservación y seguridad en la Biblioteca Central Militar e incluye detallados grabados de la superficie del satélite

'Novae Coelestium Terrestriumq Rerum Observationes', de Francesco Fontana, de 1646, con xilografías de la luna, en la Biblioteca Central Militar, en Madrid.
'Novae Coelestium Terrestriumq Rerum Observationes', de Francesco Fontana, de 1646, con xilografías de la luna, en la Biblioteca Central Militar, en Madrid.Samuel Sánchez
Vicente G. Olaya

No está claro cómo terminó en los anaqueles de la Biblioteca Central Militar (Madrid), pero lo cierto es que el Novae coelestium terrestriumq rerum observationes (Observaciones de las cosas nuevas celestiales y terrenales) es el único ejemplar que se conserva en España del que puede ser el atlas lunar más antiguo existente. Lo publicó en 1646 el matemático y astrónomo italiano Francesco Fontana (1585-1656), si bien sus observaciones se iniciaron cuatro décadas antes (1608), como él mismo recoge en la obra, “un año antes que las de Galileo Galilei”.

El atlas, de 150 páginas y escrito en latín, incluye numerosas xilografías ―impresiones a partir de una plancha tallada en madera de boj― que detallan y describen con increíble fidelidad la superficie lunar. Para lograrlo, Fontana desarrolló su propio telescopio de 20 aumentos ―hasta entonces ofrecían poco más de tres―, con el que logró, incluso, vislumbrar las siluetas de tres planetas del sistema solar.

Publicó sus hallazgos en este libro que hoy, ya restaurado y digitalizado, se guarda bajo estrictas condiciones de seguridad, que incluyen una caja antiácidos sin partículas de hierro que lo puedan degradar, temperatura y humedad constantes y una protección antiincendios de gas inerte. “La humedad, el fuego y las plagas son nuestros tres principales enemigos”, afirma el coronel del Ejército de Tierra Manuel Rodríguez, director de la biblioteca.

Se ignora con exactitud quién inventó el telescopio. Varios astrónomos alemanes y holandeses (Hans Lippershey, Zacharias Janssen o Jacob Metius) se atribuyen su creación en torno a la primera década del siglo XVII. Pero también el español Juan Roget, en 1590, y el propio Francesco Fontana.

Maite Rodríguez Macías, directora técnica de la Biblioteca Central Militar (BCM), explica que Fontana se atribuye ser el redactor del primer atlas lunar, pero él no aporta pruebas. “Solo contamos con su palabra. Lo que sí está comprobado es que perfeccionó enormemente los telescopios existentes. De hecho, las observaciones que realiza de la Luna tienen un nivel de detalle increíble. En cambio, sus dibujos de Venus, Marte y Saturno son poco precisos. Hay que recordar que solo, y gracias a una combinación de lentes cóncavas y convexas, lograban incrementar la imagen 20 veces”. La documentalista admite también que no existe respuesta a por qué Fontana publicó su libro en 1646 si sus observaciones se iniciaron mucho antes. “Es un personaje enigmático y sorprendente”, añade.

Defensa desconoce cómo pudo llegar el libro a Madrid, aunque el volumen está marcado con un exlibris ―sello de propiedad― del Estado Mayor, pero sin fecha. Los expertos sospechan que pudo formar parte de alguna biblioteca o academia de artillera o de ingenieros, que lo adquirió y luego lo donó.

El atlas se guarda entre fuertes medidas de seguridad y conservación. Se mantiene a una temperatura constante de entre 19 y 20 grados y una humedad estable del 40%. Se halla dentro de una caja que se ajusta exactamente a sus medidas para evitar que un movimiento brusco lo dañe. Este envase está fabricado con un material, semejante al cartón, que no contiene partículas de hierro que puedan oxidarse en su contacto con la tapa del libro. ”El hierro oxida las tintas y la celulosa y las ennegrece”, afirma la directora técnica de la biblioteca. Un sistema de gas, que elimina el oxígeno en caso de incendio, protege toda la instalación militar.

El general de División Antonio Ruiz, en su despacho en el Instituto de Historia y Cultura Militar.
El general de División Antonio Ruiz, en su despacho en el Instituto de Historia y Cultura Militar.Samuel Sánchez

Antonio Ruiz Benítez, general y director del Instituto de Historia y Cultura Militar (IHCM), del que depende la biblioteca, asevera que la institución es la máxima responsable de “la protección, conservación y difusión del patrimonio bibliográfico y documental del Ejército de Tierra”. Es tal la importancia que Defensa da a este organismo, que depende de un mando de primer nivel del Estado Mayor del Ejército, en este caso un general de División. “Custodiamos la historia militar de España, patrimonio de todos los ciudadanos. Por eso, se permite que cualquier interesado o quien tenga inquietudes investigadoras pueda consultar documentación en nuestros 30 centros, bibliotecas o archivos. Están disponibles desde los archivos que poseemos de la Guerra Civil, en virtud de la Ley de Memoria Democrática, hasta el enigmático atlas de la Luna de Francesco Fontana”.

El ejemplar ha sido digitalizado y restaurado para su consulta online y se puede ver en la Biblioteca Virtual de Defensa. Sorprenden los enormes detalles que ofrece sobre la Luna, que incluyen notas explicativas del autor, así como dibujos esquemáticos o erróneos de Marte, Venus y Saturno. “Se ve que el telescopio ya no le daba más de sí”, bromea Maite Rodríguez, mientras vuelve a guardar con máximo cuidado el volumen con sus manos enfundadas en unos inmaculados guantes blancos.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.
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