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Sara Gutiérrez y Eva Orúe: “Si le susurras Siberia a alguien al oído, sufre un escalofrío”

Las dos autoras relatan su ruta en el transiberiano en los noventa en un libro de viajes y de amor

Sara Gutiérrez (izquierda) y Eva Orúe, autoras de 'En el transiberiano', posan en una cafetería en Madrid.
Sara Gutiérrez (izquierda) y Eva Orúe, autoras de 'En el transiberiano', posan en una cafetería en Madrid.Andrea Comas
Berna González Harbour

El transiberiano ha inspirado puñados de historias, pero solo una lleva el sello de una pareja singular: Eva Orúe, periodista y directora de la Feria del Libro de Madrid, y Sara Gutiérrez, oftalmóloga y autora de El último verano de la URSS, se conocieron cuando ambas trabajaban en Moscú en los noventa. Tiempos difíciles para dos mujeres que se enamoraron. De aquella relación, que ya ha pasado por el Registro Civil, surge un relato común del viaje que las unió para siempre: En el Transiberiano (Reino de Cordelia). Orúe, nacida en Zaragoza, y Gutiérrez, en Oviedo, son del año 1962.

Pregunta. ¿Un libro de amor o de viaje?

Sara Gutiérrez. De viaje.

Eva Orúe. De amor... ¿De amor al viaje? (ríe).

S. G. Es un viaje vital. Nos movió el amor como pareja, pero escribirlo es por amor a la verdad, a que se sepa lo cruda que puede ser la vida por circunstancias sociales que no dejan de ser efímeras. Necesitaba escribirlo para contar nuestra historia, que tiene un final feliz, ya lo adelanto. Por el camino hubo muchas vidas truncadas por prejuicios que asimilamos incluso los que los padecemos.

E. O. Y también amor al trabajo, al periodismo, al conocimiento, a la aventura y al viaje. Es un libro sobre un tren en dos convoyes diferentes: el histórico y el de nuestra historia. Hay una historia de amor entre nosotras y de amor a un país, que es Rusia.

P. Aclaremos antes algo que se cuenta en el libro: ¿Sara le regaló de verdad un cristalino al conocerla?

E. O. Me regaló un ojo completo y el cristalino saltó sobre la mesa de la oficina. Venía en un tarro de mermelada pequeño.

P. ¿Era de un cadáver, de una extirpación, de un gulag?

S. R. Era un ojo que iba a ser desechado, al fin y al cabo materia. Probablemente, de los que se utilizaban para trasplantes de córnea o en las prácticas.

P. ¿Qué le quiso decir con eso?

S. G. Un ojo es guapo de ver. En el fondo tenemos cosas muy guapas en el cuerpo.

Gutiérrez y Orúe.
Gutiérrez y Orúe.Andrea Comas

P. También cuenta que, mientras estudiaba Medicina, convivió con un esqueleto en la bañera durante la carrera.

S. G. Sí, mi padre era muy apañado y bien relacionado. Y un amigo enterrador le contó que estaban sacando los cadáveres de las tumbas que no se pagaban. Si quería ir a por unos huesos, era el momento. Pedí los permisos y para allá que fui. Tuve la suerte de encontrar un esqueleto entero con los pies en los calcetines. Fue maravilloso. Mi madre decía que eran muy buenos porque con todo el cloro que le echó en esa bañera aquellos calcetines no se deshacían después de 25 años enterrados. Nunca supe si fueron a la basura o a un cajón.

P. Bien. Ya tenemos esqueleto, cristalino, relación. Y se van en el transiberiano. ¿Siberia es un mito?

E. O. Si le susurras Siberia a alguien al oído sufre un escalofrío. Siberia no existe administrativamente y a la vez hay una Siberia helada, inhóspita, donde murió mucha gente, territorio cruel como muchos líderes rusos, pero también hay una Siberia donde la vida es normal y se puede vivir bien.

P. ¿Es como el Oeste americano?

E. O. La diferencia es que en Rusia la colonización fue organizada, era voluntad del Estado, mientras en Estados Unidos la gente fue a conquistar.

P. ¿Rusia mira hoy más al Oeste o al Este?

S. G. Hoy se mira al ombligo. Es un país que está siempre construyendo un imperio. El comienzo del transiberiano a finales del XIX fue un intento de rusificar Siberia. Y la guerra con Ucrania también es otro intento de forjar un imperio.

P. Siberia suena a Solzhenitsin, Navalni, el gulag… ¿Qué es Siberia?

E. O. Es un infierno helado, el cofre de un tesoro cuya amplitud aún no podemos calibrar y que puede dar a Rusia grandes alegrías.

S. G. Para mí es una franja de vida.

P. ¿Sabemos entender a Rusia?

S. G. No. Si el objetivo es la paz y libertad no puedes entender a un país que está provocando violencia.

E. O. En los años de nuestro viaje se perdió la oportunidad de ganar a Rusia para la causa. Como no les entendemos, la aproximación desde Occidente no fue buena. En aquellos años todo era posible, una Rusia distinta, pero ha vuelto a ser la de siempre.

P. ¿Hasta qué punto Rusia es Putin y Putin es Rusia?

E. O. Putin representa el espíritu de una buena parte de Rusia y, con su capacidad para imponer el terror, silencia a la otra. Afortunadamente, Putin no es Rusia, pero encarna lo peor de una Rusia que sigue existiendo.

P. ¿Se supera haber estado en Rusia?

E. O. Rusia te marca, es otra cosa. No vas a un país, entras en zona desconocida, una nueva dimensión.

S. G. Además, teníamos un pasaporte español que nos servía para salir del horror. No es lo mismo estar encerrados con la llave por dentro que por fuera, y nosotras estábamos encerradas con la llave por dentro.

P. Usted dejó la oftalmología por vivir con Eva. ¿Tan imposible era en ese momento tener una pareja mujer? ¿En Rusia o en España?

S. G. En Rusia pasaba desapercibida. Pero en España nadie me habría respetado porque un médico necesita que la gente confíe en él, no se fían de alguien a quien consideran depravada. Para desarrollar una carrera profesional como me hubiera gustado, además, tendría que haber mentido, cosa que ya no quería hacer. Lo peor de los prejuicios es que los acabas asimilando.

P. ¿El transiberiano entonces dirimió su relación?

E. O. El tren te da tiempo para hablar de muchas cosas. Es un tren muy aburrido en realidad.

P. ¿Gracias al aburrimiento tenemos hoy pareja?

S. G. Y gracias a las horas de conversación en el tren, no había mucho más que hacer. El viaje era para eso y los dos objetivos se cumplieron: conocernos y conocer el país.

P. Su plan era repetir el viaje, pero la guerra lo truncó. Si se acaba la guerra, ¿volverán?

E. O. Me gustaría, pero no vale con que se acabe la guerra. Ucrania es un país muy querido y no basta que dejen de matar. Hay que poner más condiciones antes de devolver a Rusia su condición de país normal.

P. ¿Que se acabe Putin?

S. G. Que se acabe.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.
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