Andrés Rábago, El Roto: “En el arte hay muchas mentiras y falsos personajes”
El viñetista de EL PAÍS deja de lado su heterónimo más conocido con un libro de aforismos sobre su proceso creativo y en el que señala que “el arte está en el territorio del humanismo, no en el de la política”
Andrés Rábago ha dejado esta vez de lado su heterónimo más conocido, El Roto. Cuando firma con su nombre y apellido es un artista de pintura simbólica, de la que está rodeado en su estudio en Madrid. Sin embargo, su nuevo libro, Parpadeos (Taurus), es una compilación de aforismos, 705, sobre el mundo del arte, en el que deja opiniones sobre pintores, las ferias y los museos. Madrileño de 76 años, seña de identidad de EL PAÍS, fue premio Nacional de Ilustración en 2012 por “su visión crítica, poética, aguda e inteligente” y hace ya 30 años fue galardonado con el Premio Francisco Cerecedo de periodismo por “su capacidad para crear imágenes que no necesitan de palabras para expresar el problema humano en el mundo actual”.
Antes de todo eso fue OPS en los años setenta y ochenta, cuando con un trazo cercano al surrealismo colaboró en revistas humorísticas como Hermano Lobo y La Codorniz, Triunfo (publicación política del antifranquismo) o Madriz, que subvencionaba el Ayuntamiento de Madrid, entonces socialista. Con la llegada de la democracia cambió de heterónimo con El Roto, más negro y satírico, primero en el periódico Diario 16, luego en El Independiente y desde el 5 de febrero de 1996 en EL PAÍS. Rábago, heredero de los grandes ilustradores alemanes de entreguerras y del español Castelao, ha mostrado su obra en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, el Museo Barjola (Gijón), el Museo del Prado, en 2019, o en el Círculo de Bellas Artes (Madrid), este mismo año. Hasta el 12 de diciembre se exponen en la santanderina galería Siboney los dibujos que acompañan la edición de sus aforismos.
Pregunta. ¿Por qué ha cambiado de registro con un libro de aforismos?
Respuesta. Es una acumulación de ideas que han ido surgiendo a lo largo de varios años durante la práctica de la pintura y que apuntaba en un cuaderno, que aún sigue creciendo. En un momento determinado me pareció que había suficientes como para ser editadas. En ellas dejo constancia de mi experiencia en el arte. Es un libro para aficionados a la pintura, los que frecuentan museos y galerías. Son como apuntes de taller.
P. ¿Qué ha querido transmitir?
R. Son pequeñas visiones de ese territorio menos conocido de mi obra que es la pintura. Podemos prescindir de la biografía de los artistas, o de los estudios sobre su obra, pero creo que es interesante conocer sus experiencias.
P. ¿Qué opina de los críticos de arte?
R. La crítica de arte es muy necesaria para orientar y ayudar al aficionado en un territorio muy enmarañado, aunque quizás no se practica con el debido rigor. No soy crítico de arte, lo que he escrito en este librito sobre algunos artistas tiene un valor puramente subjetivo.
P. ¿Qué debe tener un buen aforismo? En el prólogo, el periodista Basilio Baltasar cita como maestros a Heráclito, Marco Aurelio, Pascal, Gracián...
R. Debe ser verdadero y tiene que partir de las experiencias personales. Por supuesto, tiene que ser muy sucinto y, a ser posible, complejo en su contenido y bello en la forma.
P. Muchos de ellos son reflexiones sobre su proceso creativo.
R. De eso trata casi todo el libro. En los cuadros vas dejando tu huella, los lugares por los que has transitado. El arte tiene un poco de psicoanálisis, de irte observando. También tiene algo de trabajo casi religioso. Tus múltiples errores en la vida te sirven para darte cuenta de tus errores en el arte, de tus debilidades. Para mí es un trabajo introspectivo. Afortunadamente, en la pintura puedes corregir tus errores, volviendo a trabajar sobre tus pinturas anteriores. En la vida es más difícil.
P. ¿Cómo es su obra? En una época en que, escribe en el libro, “se lleva la pintura por un tubo y, a ser posible, pintura con un cubo”.
R. La pintura es un arte muy complejo, tiene muchos elementos que hay que dominar. Yo creo en una pintura sosegada, de contenido simbólico, pero creo que no está muy de moda.
P. También están presentes sus dudas sobre si ha terminado un cuadro.
R. Un cuadro nunca está terminado, eso lo saben bien todos los pintores. Todo cuadro es una aproximación, y está bien que así sea.
P. “En las ferias, a la basura la cubren de elogios para que el hedor no llegue a los posibles compradores”, dice uno de sus aforismos.
R. Bueno, en el arte hay de todo, como en cualquier otro sector. Hay muchas mentiras, trampas visuales, falsos personajes, muchos egos y lanzamientos comerciales. Las ferias no son lugares donde vas a ver arte, es un mercado, divertido y ruidoso. Pero para conocer a un artista tienes que ver una retrospectiva de su obra o una exposición amplia. Ver un cuadro solo no te dice lo necesario.
P. ¿Y las galerías?
R. Valoro las galerías serias, son un elemento fundamental en la estructura cultural de una ciudad. De hecho, deberían tener un tratamiento acorde con su función, por ejemplo, en los impuestos. Lo que no se puede es llevar pintores de obra inconclusa a un museo, hay instituciones intermedias para ello. Pero ahora es un totum revolutum, con gente de la que desconocemos su proyección de futuro que se hace museable.
P. “Al Museo Reina Sofía lo convirtió su director en un museo de poco arte y mucho ensayo”. Menudo dardo a Manuel Borja-Villel.
R. Es que considero que ha sido una etapa muy negativa. Ahora ha cambiado de director y habrá que esperar a ver qué línea sigue. La anterior ha sido, según mi criterio, más propia de espacios universitarios o de fundaciones de análisis sociológicos que de un museo de arte. Se exhibió poco arte y mucha sociología política. Para mí, el arte está en el territorio del humanismo, no en el de la política.
P. La abstracción tampoco parece que le interese demasiado.
R. A mi entender, la abstracción ha tocado fondo hace tiempo, es un territorio sobresaturado. Ya hay suficientes lenguajes en el mundo pictórico. Ahora a ver si encontramos algo que decir con ellos.
P. Entre sus artistas favoritos está Giotto, El Greco, De Chirico, Munch…
R. Sí, y tantos otros. De todos he aprendido, incluso de los malos. Aunque lógicamente me interesa en especial la pintura metafísica porque soy un continuador de ese mundo, sobre todo de la italiana de los años veinte y treinta, que a su vez lo es del gótico primitivo.
P. También cita pintores que ve sobrevalorados, como Warhol.
R. Quizás sea una manía personal, no me interesan ni Duchamp, ni Warhol, ni Beuys, los tres popes de la modernidad anterior, tres líneas innovadoras que han descarrilado. Pero no hago dogma, son leves comentarios. Siempre ha habido pintores sobrevalorados que con el tiempo han sido luego llevados a su lugar. Lo difícil o quizás imposible es saber de inmediato quién va a quedar y quién no.
P. Otra sentencia: “En el islam se prohíbe la representación, ¿cómo comprenderán ellos el mundo?”.
R. Quiero decir que el arte sirve para entender el mundo, y la representación simbólica de la realidad nos ayuda a conocerlo mejor. En la historia siempre ha habido representación, como las pinturas rupestres, ¡qué bien miraban para poder representar animales y figuras con tal perfección! Los artistas, para entender lo que sienten, lo que viven, tienen que representarlo y eso puede ayudar a otros a ver de otra manera. Recuerdo una exposición de Cézanne que cuando salí de ella todos los árboles me parecían cézannianos. O si voy al Museo del Prado, cuando salgo todo adquiere una asombrosa viveza de colores y formas. Esa es la experiencia de mirar pintura.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.