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Entrevista:EL ROTO - NUEVO DIBUJANTE EN 'EL PAÍS MADRID'

"Para ser optimista necesito observar la mentira"

Álex Grijelmo

La tinta china de Andrés Rábago le ha disfrazado de Ops, de El Roto, de Jonás; ha impregnado las páginas de Hermano Lobo, Triunfo, Cuadernos. El Independiente,. Diario 16, El Periódico, EL PAÍS... Y, pese a tanto ir y venir, siempre se ha transfigurado en desgarro, como si hubiera sido extraída de un charco, tal vez de algún agujero. Una rotativa girando a 60.000 ejemplares por hora no podría esconder ésos dibujos al ojo humano. No sólo por su negrura.A partir de mañana, lunes, los trazos de Andrés Rábago, madrileño de 48 años, hablarán cada día con los lectores de El País Madrid desde la página 2 del suplemento. Él, mientras tanto, seguirá escondido.

Rábago fue un veinteañero rompedor que en los años setenta, antes de la muerte de Franco, destrozó los moldes del dibujo en la prensa de la época. Su estallido silencioso asombró a los lectores de Triunfo -la revista política del antifranquismo- y Hermano Lobo -el hijo humorístico de aquélla-, ambas publicaciones alumbradas por José Ángel Ezcurra. Él entonces era Ops, y le arropaban las viñetas de Périch, Summers, Chumy Chúmez... los grandes de aquella época y también de ésta. Antes había despuntado en La Estafeta, Literaria, una publicación del Ateneo de Madrid donde ensayó el estilo Iiterario y pseudoartístico" -como él lo define- que, afortunadamente, aún no le ha abandonado. Pasó la transición en Diario 16, excepto durante la etapa en que Pedro J. Ramírez fue director de ese periódico (¿y por qué? "No sé, si hay alguna razón estará en el secreto del sumario"). En EL PAÍS ha ilustrado algunos de los trabajos de Manuel VIcent, con el que también coincidió en Triunfo.

Pregunta. ¿Qué significaba aquel nombre, Ops?

Respuesta. No tiene ninguna significación. Escogí tres letras sin más.

P. ¿Y por qué el cambio a El Roto?

R. En realidad, Ops y El Roto son distintas líneas de trabajo. Cada una examina un nivel diferente de la realidad, cada una hace alusión a un mundo distinto. Uno es más refinado o más poético -Ops-; y otro, más desgarrado, más de la calle -El Roto- Los dibujos de Ops no tenían palabras. En el franquismo no se podía hablar; por eso yo hablaba usando imágenes al nivel subconsciente o surreal. Luego, con la apertura, necesitaba utilizar las palabras, y esa estructura no me valía, porque las palabras ensuciaban el dibujo de Ops. Tuve que inventarme otro personaje... Bueno, no fue inventado; surgió. Pero ya en Hermano Lobo simultaneé Ops y El Roto. Los dibujos de El Roto eran más deshilachados... Vamos, peor hechos. También publiqué unas tiras como Jonás, en varios periódicos de provincias. Y además mantengo un tercer nivel: Rábago, que es mi pintura.

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P. Todo eso requiere un método, ¿no?

R. Pinto por la mañana y dibujo por la tarde. Soy... no metódico, ordenado. En realidad, el proceso lo marca el ritmo de la luz. Por la mañana hay luz y pinto, y por la tarde puedo dibujar iluminado sólo por un flexo. La pintura que hago es más personal que los dibujos, más secreta, no tiene que ser inmediatamente accesible. Es un mundo distinto.

P. ¿Fue consciente de la ruptura que significaron sus dibujos?

R. No me planteo lo que represento externamente, sino sólo desde el punto de vista interno. Yo hago las cosas y luego me desentiendo de cómo son recibidas. No me puedo colocar también en el otro lado. Hay que hacer aquello que sientes. Luego, lo que pase al otro lado es algo que no puedes controlar. No me utilizo.

P. ¿Es la realidad tan negra como la pintan sus dibujos?

R. Tal vez una visión superficial puede ver en mis dibujos ese aspecto de negrura. Pero soy tremendamente optimista sobre hacia dónde van las cosas, qué es esto. Para mantener ese optimismo necesito una visión objetiva, no engañarme, observar la mentira que se esconde detrás de cada apariencia. Si tú mismo te ciegas, ¿qué posibilidad tienes de ser optimista? Es verdad que mi trabajo no refleja las cosas más positivas o hermosas. Pero la sátira tiene ciertos códigos. No se puede hacer sátira superalegre, eso no es la sátira. La sátira tiene una codificación, una estructura verbal.

P. Siempre estuvo escondido. No participa en actos, presentaciones, tertulias.

R. La mejor manera de observar es no ser observado. Si te conviertes en un objeto, es difícil que tú veas. La mejor manera de ver es no ser visto.

P. ¿Cuáles han sido sus fuentes, su libros?

R. Mis lecturas han sido muy amplias; me ha interesado casi toda la literatura. Pero siempre me interesaron más los grandes; no me he fijado macho en los de segunda fila de ningún género. Sólo los primeros espadas. Y en mi obra he intentado hilvanar con la tradición -que prácticamente desapareció- de los grandes ilustradores alemanes de entreguerras: Grosz, Heine, Bruno Paul, Gulbranson, o con Castelao, el más grande de los ilustradores españoles. Y, dentro de la pintura española, con el desgarro de los dos grandes pintores: Goya y Solana, fuente de alimento espiritual, que representan una manera del ser español. Y luego también Velázquez, pero ya en otro terreno.

P. Sus dibujos se van a publicar en un suplemento principalmente urbano. ¿Se identifica con la ciudad?

R. Sí, con las preocupaciones del hombre de la ciudad, que son unas preocupaciones universales. En el terreno rural, las preocupaciones son más restringidas. La avalancha de información la sufre. quien vive en una ciudad. No trataré de los baches, o de la circulación, sino de las preocupaciones universales del ciudadano.

P. ¿Cómo será el primer dibujo?

R. Voy a invocar a mi santo tutelar, que es Goya. Será, un homenaje a él.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

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