Timothy Garton Ash: “Los europeos nos volvimos arrogantes y perezosos”
El periodista e historiador británico define la era postmuro y la que estamos empezando en ‘Europa, una historia personal’
Si Tony Judt escribió en Posguerra el gran manual sobre la historia europea tras el nazismo, Timothy Garton Ash parece haber tomado el relevo. El periodista e historiador nacido en Londres en 1955 acaba de publicar Europa, una historia personal (Taurus), un gran libro para entender el continente, especialmente la era que empezó tras la caída del Muro y que ha durado hasta 2022. En su juego de palabras, si aquella fue la postwar, esta ha sido la postwall. ¿Lo siguiente? No lo sabemos todo, pero algo sí.
Pregunta. Su padre combatió en Normandía contra los alemanes y usted narra cómo se reunió con el hijo de un soldado enemigo. La siguiente generación se hizo aliada. ¿Cree que los europeos sabemos ponernos siempre en la piel del otro?
Respuesta. Debería ser lo normal, pero creo que aún tenemos un camino que recorrer. Lo que sí hemos logrado es que millones de europeos se sientan en casa cuando están fuera, como yo. Pero si miras la crisis de la eurozona, la guerra en Ucrania o la crisis de los refugiados, la empatía no es suficiente.
P. Define nuestra era reciente como postwall. Postmuro.
R. Esta era se inicia con la caída del Muro y termina con la invasión de Ucrania en 2022. Al igual que los partidos de fútbol, es un juego de dos partes: la primera, desde los noventa hasta 2008, con un progreso sin precedentes en la extensión de la libertad y la democracia, con la extraordinaria ampliación de la UE a nuevos países libres que antes ni existían en el mapa. Y desde 2008 ha llegado la cascada de crisis: la financiera global, el ataque de Putin a Georgia, la crisis de la eurozona, la de refugiados, Crimea, el Brexit, Trump y así hasta febrero de 2022. ¿Por qué? La mitad de la repuesta es la arrogancia. Nos hemos vuelto complacientes, perezosos y arrogantes. Creímos que, porque las cosas nos habían ido bien durante años, iban a seguir así. Hemos confundido la historia en minúsculas, las cosas tal y como ocurren, con la Historia en mayúsculas como un proceso hegeliano de inevitable progreso hacia la libertad. No éramos tan complacientes ni arrogantes en el inicio de los noventa.
P. ¿Hay esperanzas de mejora?
R. En Madrid ayer en las puertas del Retiro encontré un cartel sobre Stefan Zweig. Cuando él escribía, Europa estaba en guerra, su país estaba ocupado, su gente estaba siendo destruida, todo estaba en ruinas y así hasta que se suicidó. La posición desde la que yo escribo es muy diferente. La mayor parte de Europa es libre, la UE sigue consistiendo en democracia. Y ahora se trata de movilizarse para defender la mejor Europa que hemos tenido nunca en lugar de desesperarnos por todo lo que hemos perdido.
P. ¿Hasta qué punto amenaza Putin nuestro estilo de vida?
R. No es solo la guerra en Ucrania. En una macroencuesta global que hemos hecho en Oxford Research Projects hemos averiguado algo nuevo: la enorme cantidad de gente de fuera de Europa que cree que la UE se va a desmoronar en veinte años. Hay una gran correlación entre los que creen esto (más de dos tercios en China, por ejemplo), y los que creen que Rusia va a ganar la guerra en Ucrania. La credibilidad de la UE como tal está en juego en Ucrania, mucho más que la suerte misma de este país.
P. Las democracias retroceden y el papel de Europa en el mundo también. ¿Por qué?
R. Europa aún tiene un extraordinario poder blando. Si preguntas a la gente de cualquier parte dónde quiere vivir, responden que en Europa o EEUU. Nadie quiere vivir en China o Rusia. Les gustan nuestros valores. Pero nos falta el poder duro. Por eso el reto es desarrollar un poder duro al nivel de nuestro poder blando. En este nuevo periodo tras la era postwall, cuyo nombre aún no sabemos, esto va de cómo afrontamos los retos de ahí fuera: de Rusia, de China, de Turquía, de África, el cambio climático, la migración, la reelección de Trump. Buena parte del futuro de Europa no depende ya de lo que hagamos en el interior de nuestro continente, como ha pasado en los últimos 50 años, sino de lo que hagamos ante el mundo.
P. Describe sus encuentros con líderes como Gorbachov, Kohl… ¿Eran realmente tan grandes o los hemos idealizado?
R. No puedes leer la historia de Europa de los últimos cincuenta años y pensar que los individuos no importan. Sí importan. La historia checa sería hoy muy diferente sin Havel. La unificación de Alemania no habría ocurrido tan pacífica y rápidamente sin Gorbachov, Kohl y Bush. La idea de que ya no tenemos líderes como los de antes suele proceder de los ex, que suelen creer que todo era mejor en sus tiempos. Draghi mostró un liderazgo importante. Kaja Kallas, de Estonia, ha sido una líder impresionante por parte de un país muy pequeño que está en primera línea ante Rusia. Von der Leyen lo ha hecho muy bien. No todo es malo. Sí señalo una falta de liderazgo estratégico del poder central europeo, que es Alemania. Macron tiene una visión estratégica, pero no tiene poder para realizarla. Alemania tiene el poder, pero no la visión estratégica.
P. ¿Se refiere tanto a Scholz como a Merkel?
R. Hablo de Scholz. La paradoja de Merkel es que ella personaliza lo mejor de la Alemania contemporánea: modesta, responsable, razonable, siempre buscando el compromiso pacífico, el diálogo, dentro de las normas… todo buenas cualidades. Pero cometió grandes errores, como la respuesta ante la crisis del euro. Si Merkel hubiera dicho “whatever it takes” en lugar de Draghi, lo ocurrido habría sido menor; lo mismo en 2014 ante la anexión de Crimea. Merkel fue responsable de la debilidad de la respuesta europea, de permitir una economía alemana tan dependiente o de dejar a Orban demoler la democracia en Hungría, donde Alemania tiene una posición única. Hay muchos pecados de omisión en los años diez y alguien ironiza con que sus memorias deberían titularse: “Mis disculpas”.
P. ¿Veremos a Ucrania en la UE?
R. Sí, es un momento transformador para Ucrania, algo que pasa una vez en la vida, cuando no solo cambia un país sino las percepciones de todo el mundo sobre él. Entrará en la UE de una forma muy diferente a los demás países, paso a paso, de forma incremental, por sectores, no será cosa de un día. Será un nuevo tipo de ingreso.
P. ¿Revertirán el Brexit? ¿Volverán a Europa?
R. Hemos pasado el punto de inflexión del Brexit, incluso Sunak está dando pequeños pasos hacia la UE. Hasta el regreso de Cameron es una señal impensable hace un año. Pero es irrelevante. El próximo primer ministro se llamará Keir Starmer y dará más pasos hacia la UE. Si Europa va bien, la cuestión volverá a la agenda política a finales de esta década o inicios de la siguiente. Tal vez hablemos de la unión aduanera o del mercado único. Entonces dependerá de vosotros.
P. ¿Hay algo de lo que enorgullecerse en la Inglaterra de hoy?
R. Yo soy un europeo inglés y amo mi país y hay muchísimo de lo que estar orgulloso, con una cultura y humor extraordinario. Y la democracia ha sobrevivido mucho mejor que la de EE UU. La mala noticia es que tan importante como las consecuencias económicas negativas del Brexit ha sido el golpe desastroso a la reputación británica como un país atractivo, de poder blando y de influencia internacional. Ahora es mucho menos importante incluso para EE UU. Y para la Europa continental ha desaparecido del debate. Ha sido una desastrosa pérdida de influencia, que es difícil de revertir. Y los conservadores siguen con la retórica de “Britain is great”. Si eres grande, no necesitas decirlo. Pero la democracia ha sobrevivido. Si miras los desafíos a la democracia dentro de la UE, también ahora en España, Inglaterra está en la media.
P. ¿Cameron puede salvar a los tories?
R. No, en absoluto. Le apuesto una botella de champán a que los tories perderán. Es una opción muy extraña que solo prueba la desesperación de Sunak.
P. ¿España le preocupa?
R. Cómo no iba a ser preocupante una situación tan polarizada para los que hemos vivido las décadas en que España ha sido una historia de éxito, una de esas historias europeas de democracia y libertad de la mano. Por ello me preocupa. Espero de verdad que España salga de ello, también porque la pareja franco-alemana no es suficiente para el liderazgo que necesita la UE. Draghi era el tercero de un trío. También Polonia puede, pero a Tusk le toca ahora revertir el populismo de su país. España es uno de los dos o tres países que si resuelven sus desafíos internos pueden jugar un gran papel estratégico en el liderazgo europeo.
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