Las lágrimas de Laura Pausini inundan los Grammy Latinos de Sevilla
Los premios celebran un emotivo concierto en honor de la italiana, galardón a la Persona de Año, con la participación de una treintena de artistas como Alejandro Sanz, Carlos Vives, Ana Mena, Niña Pastori, Luis Fonsi o Malú
Habían transcurrido solamente diez minutos de concierto y Laura Pausini ya había derramado un torrente de lágrimas. Lloraba y lloraba mientras Alejandro Sanz ejercía de maestro de ceremonias interpretando canciones del repertorio de la italiana y acompañado de mujeres. Nadie ha dicho, junto a India Martínez; Volveré junto a ti, con Ana Mena; La soledad, acompañado de Malú y Niña Pastori... Sentada entre el público junto a su pareja, su hija y sus padres, Pausini se secaba la cara con una servilleta blanca de tela. Había que ver llorar también a su padre, Fabrizio... Ocurrió la noche del miércoles durante la gala del premio a la Persona de Año de los Grammy Latinos en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Sevilla, la primera vez en 24 años que estos galardones salen de Estados Unidos.
Esta cena/gala que se organiza la víspera de la entrega de los premios, que será hoy jueves, es el segundo acontecimiento más importarte de los Grammy Latinos. Este 2023 ese galardón ha recaído en la cantante Laura Pausini (Faenza, Italia, 49 años). Por si alguien tuerce el gesto al ver que una italiana recibe un premio que hace gala de la utilización del castellano para cantar, decir que Pausini suma tres décadas colocando éxitos entonados en español. Ella misma lleva unos días en Sevilla haciendo pedagogía al respecto entre sonrisa y sonrisa: “Desde que comencé a cantar en español hace casi 30 años siempre me he sentido adoptada por todos vosotros; desde hace tiempo reconozco todos los acentos cuando alguien me habla desde Chile, México, España, Colombia o Venezuela. Los latinos me habéis cambiado la vida”, dijo ayer a los periodistas antes de la gala. La artista italiana es la tercera mujer reconocida por la Academia Latina de la Grabación como Persona del Año tras Gloria Estefan y Shakira. Los otros 20, todo hombres: Rubén Blades, Alejandro Sanz, Juanes, Miguel Bosé, Maná...
El desarrollo del homenaje a Persona del Año conserva una tradición divertida: un puñado de artistas interpretan canciones de la homenajeada mientras unos 1.500 comensales, “invitados del artista”, acaban de engullir un menú compuesto por productos de la tierra. Es un espectáculo envidiable para el que lo recibe y la mar de divertido para el público.
Para conocer la personalidad de esta artista conviene retroceder a la antesala del recital, la alfombra roja, que era gris, de Laura Pausini fue un espectáculo. Duró algo más de una hora y la cantante atendió a 33 medios de comunicación. ¡33! Eso sí, fueron encuentros breves, muy breves: a dos preguntas por medio. Aunque lógicamente el contexto no daba para interrogatorios de calado (la cuestión que más se repitió, con diferencia, fue “¿qué se siente al ser Persona del Año en los Grammy?”), la italiana intentó responder con variedad y derrochó un variopinto muestrario de aspavientos, sonrisas y bromas con los periodistas. “Hasta a la gente que no le gusto le enviaría felicidad”, dijo a mitad de recorrido, ya desatada, e hizo un gesto con los dedos de la mano como si echase agua a alguien. En la entrevista 32 llegó la gran revelación: “Tengo dolor de pómulos porque llevo sonriendo tres días. Esta mañana me he levantado con la cara así [y mostró una sonrisa gigante]”. Encantadora la italiana, sin duda.
Una orquesta de cámara y un grupo formado por bajo, batería, teclados... (un lujazo en conjunto, la verdad) fue dando forma a las canciones de la italiana interpretadas por una treintena de artistas, a veces solistas, otras en dúos, tríos o cuartetos.
Protagonizaron un momento muy divertido los colombianos Carlos Vives, Fonseca y Silvestre Dangond, que fabricaron un vallenato con Quiero decirte que te amo y luego se disputaron el amor de Pausini. “Nadie te va a amar como yo”, zanjó Vives, que se llevó el premio. Dentro de la tremenda emoción que agitaba a la italiana, ella fue capaz de detectar el momento musical más brillante de la noche. Se levantó de su silla y se acercó al pie del escenario para disfrutar de la actuación de Christian Nodal y Mon Laferte, que interpretaron una arrebatada Como si no nos hubiéramos amado. Sin embargo, Inolvibable, en las voces forzadas y desorganizadas de David Bisbal y Luis Fonsi fue totalmente olvidable. Y ya se sabe que cuando a Bisbal se le da un micrófono, se anima y se anima. “Te queremos Laura, os queremos muchísimo. Buenas noches mi gente”, gritó el almeriense. Los brasileños Anitta y Tiago Lorc junto al veterano Arturo Sandoval a la trompera pasaron al portugués el bolero En ausencia de ti, y les quedó muy bien.
Para Verdades a medias salieron Pablo López y Antonio Orozco, pero este último, sin voz, dejó solo al primero. Y López saco el tema adelante con su habitual pasión aporreando (literal) el piano. También actuaron Vannesa Martín, Beret, Andrea Bocelli... Todos los que pasaron por el escenario proclamaron su amor a la italiana. Quedó empalagoso, sí, pero qué quieren, de esto iba la noche. Al final, Pausini ya no aguantó sentada y se colocó en el foso coreando sus propias canciones mientras sus amigos músicos las interpretaban.
Quedaba ella sobre la tarima, claro. Subió aupada por Luis Fonsi y el presidente de la Academia Latina de Grabación, Manuel Abud. Estuvo improvisando durante diez minutos con algunos momentos descacharrantes, como cuando cantó la melodía de I Always Love You transformándola en “soy la persona del aaaaañoooooo”. También habló de los espermatozoides de su padre, de que es la italiana más latina del mundo y de que cuando dice “latino” lo hace desde su “coño musical”. “Ah, solo para que se sepa: no he bebido nada. Soy así de normal”, acabó exclamando dándose cuenta del cariz que estaban tomando las cosas.
Se retiró un momento y retornó para interpretar, ahora sí, ella, un popurrí de sus canciones. Y así acabo la que probablemente fue la mejor noche de su vida.
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