De Carmen Linares a José Mercé: el flamenco se celebra en Sevilla al calor de los Grammy Latinos
Los grandes nombres del flamenco actual se citan en la capital andaluza para mostrar a un público heterogéneo y lleno de celebridades el poder del cante jondo
El flamenco había pedido su lugar en la semana de los Grammy Latinos y lo encontró la noche de este pasado lunes en la Plaza de España de Sevilla, a tres días de la celebración de la gala de entrega de premios que por primera vez en su historia se celebra fuera de Estados Unidos, para recalar, precisamente, en Sevilla, una de las cunas y capitales indiscutibles del cante jondo. Una constelación memorable de artistas, reunidos por la discográfica Universal, se conjuraba para celebrar por adelantado el Día Mundial del Flamenco, que tiene lugar cada 16 de noviembre, desde que la Unesco lo declarara en 2010, Bien Inmaterial de la Humanidad. Los flamencos del eje Sevilla-Jerez-Cádiz abrazaban a los de la facción oriental —Jaén, Granada, Almería― en una comunión hasta ahora insólita en los escenarios nacionales e internacionales del flamenco.
Dedicada a homenajear a los grandes maestros del siglo XX —de Camarón a Paco de lucía, de Morente a Lole Montoya y Manuel Molina, en un continuo viaje por las ocho provincias de Andalucía―, la gala arrancó con una inconmensurable Carmen Linares —Premio a la Excelencia Musical en esta edición de los Grammy y representante de la naturaleza femenina del cante jondo―, poniéndole voz y majestuosidad a unas cantiñas clásicas de su repertorio, Toma ese puñal dorao. Le siguieron Pedro el Granaíno y Rancapino Chico, dos de las voces jóvenes con más proyección actual en el género, que se aferraron a la ortodoxia de la seguiriya y la soleá para enseñar a un público más que heterodoxo la pureza del flamenco.
Y es que el auditorio de la Plaza de España, en una carpa levantada ex profeso para la ocasión en medio del conjunto patrimonial con capacidad para 1.200 personas, daba cabida a perfiles que eran, en su mayoría, ajenos a los complicados mecanismos del arte jondo: miembros de la Academia Latina de Grabación, cantantes convocados por los Grammy que pisarán la alfombra roja del Palacio de Exposiciones y Congresos el próximo jueves —Juanes, David Bisbal, Pablo López, Vanessa Martín, Chico Pérez, Sebatián Yatra―, toreros, modelos, aristócratas o políticos, encabezados por el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno—destacable la imagen de la viuda de Camarón saludando a Eugenia Martínez de Irujo―, y rostros televisivos —Toñi Moreno, Juan y Medio...― daban a esta Gala del Flamenco un carácter de acontecimiento social. “El flamenco es nuestra identidad, es nuestra marca España. Es una manera de vivir, una manera de pensar, una manera de ser”. Con estas palabras del presidente de Universal, Jesús López, se daba la bienvenida a un espectáculo que pretendía hacer cierta pedagogía con este público: “Mostrar lo mejor del flamenco de hoy en homenaje a los maestros de antes”.
Aunque en pequeñísimas píldoras, el flamenco estuvo presente en toda su longitud, en cuanto a presencia de artistas, repertorio de cantes y extensión geográfica. Estuvo mayoritariamente representado en el cante —los chiclaneros Rancapino Chico y Antonio Reyes, el toledano Israel Fernández, los eternos Luis El Zambo y Macanita de Jerez…―, pero también en el toque magistral de Tomatito en homenaje a Camarón con la Leyenda del tiempo, para la que recurrió en el acompañamiento a su hijo José del Tomate; y Niño Josele recuperando el clásico Entre dos aguas de Paco de Lucía acompañado del sobrino del guitarrista, Antonio Sánchez, al que hubo que reconocerle cierto brillo familiar en la ejecución del tema más universal de su tío.
Baile y grandes sagas
El público, sin embargo, sucumbió ante el baile, la expresión más internacional del flamenco. La irrupción de la gaditana Sara Baras en el escenario, bailando con mantón de Manila, levantó a los asistentes, por primera vez en la noche, de sus asientos en sillas de enea, en una escenografía que hacía clara alusión a las casetas de la Feria de Abril.
Se sucedieron en el escenario grandes sagas flamencas, como la de los Morente, en sus hijos Estrella y Kiki; Alba Molina, que, acompañada por el piano de Dorantes, cantó un emocionante Todo es de color; y los Sordera de Jerez, la Macanita y un José Mercé que —acompañado de nuevo por Tomatito― arrancó los más encendidos aplausos cantando por seguiriyas. Hubo estremecedores fandangos de Huelva en las voces de Argentina, Sandra Carrasco y Ángeles Toledano. Todo un muestrario de pureza para un público ecléctico que remató la conocida como faraona del baile, Manuela Carrasco, “gitana pura”, como le azuzaba Mercé desde la otra esquina del escenario. De nuevo palmas, olés y mucho público en pie. Ovación cerrada y aplausos a compás. De nuevo el baile como la expresión que mejor exporta el flamenco al mundo.
Recogidas las velas, volverá la música latina por sus fueros, pero el Flamenco con mayúsculas ya ha dejado su huella en la primera salida al exterior de los Premios Grammy Latinos, que reclama más presencia en ese mar de ritmos urbanos que se concentran en torno a estos galardones.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.