El humorista con rayos X en los ojos
La serie ‘Ranciofacts’ del dibujante de comics Pedro Vera alcanza su sexta entrega: ‘La universidad de la vida’
En 1904, en un artículo publicado en el periódico El Imparcial, Azorín explicaba que durante siglos a muchos campesinos en Castilla les molestaban los árboles, los talaban y estaban convencidos que el agua no era buena para su cosecha. Lo recordaba el analista cultural Raúl Minchinela en el prólogo del primer álbum Ranciofacts, titulado Efectiviwonder (Astiberri Ediciones, 2014). Y añadía: “Eso es un ejemplo de sabiduría de cuñao”. ¿Y qué es lo rancio, lo cuñao? “Expresiones desactualizadas, comportamientos revenidos, tópicos manidos ad nauseam, situaciones mohosas”, según Pedro Vera, humorista gráfico y autor de los Ranciofacts.
Casi una década después de Efectiviwonder, queda claro que la cosecha rancia está siendo espléndida, porque la serie Ranciofacts han alcanzado su sexta entrega: Tras Mi puto cuñado (2015) y Rancio no, lo siguiente (2016), Saliendo de la zona de confort (2018) y Aquí sufriendo (2020), a finales de octubre se publicó La universidad de la vida, un artefacto asombroso que compila realidades inenarrables (adjuntando foto como prueba) de titulares de la prensa deportiva, anuncios cuñao, felpudos, tatuajes mal y taxidermia peor. Un cómic que no se parece a nada y que te deja dudando entre morirte de risa o, simplemente, morirte.
“En los Ranciofacts hay mucho de reírte de los demás, pero en lo rancio tienen —tenemos— cabida todos”, dice Albert Monteys, influyente historietista e ilustrador de comics. Monteys fue uno de los descubridores —junto con el también dibujante Manel Fontdevila—, de Vera, al que llamaron para colaborar en El Jueves hace más de 20 años.
Y sí, en los Ranciofacts encuentras a conocidos, a famosetes y a superfamosos. Desde el trío José Luís Garci, Carlos Herrera y Arcadi Espada —”el Valhalla de lo rancio, paladines del colesterol”, según Vera—, a Isabel Díaz Ayuso, Bárbara Rey o Los Dire Straits, pasando por Cristiano Ronaldo, Yoko Ono o Antonio García Ferreras, a líderes de la extrema derecha, a tiktokers, a algunas tribus de Tele 5, o a podemitas. Pero también retrata a gente anónima, y lo que refleja es esperpéntico, sin una gota de piedad en su mirada.
“Es una cosa generosa. Lo rancio no entiende de clases sociales ni de oficios. Soy democrático”, detalla Vera en conversación telefónica. A veces recibe alguna queja de algún famoso —Carlos Latre y Pitingo le tienen bloqueado en Twitter—, pero no le preocupa. Él da y recibe cera. “Sí, yo hago crítica, pero me he dado cuenta de que alguna vez me he abandonado a lo rancio. Puede que incluso haya algo de rancio pride en ello”, razona este murciano nacido en 1967 que anda entre tebeos y comics desde que tiene uso de razón. Por lo demás, dice vivir la vida de lo que el cantante El Fary describiría como “el hombre blandengue”: cuida de su hijo, va a comprar, cocina y dibuja cuando tiene huecos.
Lo moderno y lo carpetovetónico
“Somos un país europeo, moderno, y nos gusta creer que la España que refleja Vera ha desaparecido, pero esa vertiente carpetovetónica aún existe”, reflexiona Vilches, crítico de comics, para quien con sus dibujos Vera logra reflejar ese regocijo necio en nuestras opiniones más anodinas y básicas de las cosas. “Consigue mucha complicidad con quienes lo leen, y eso es así porque no se sube a un púlpito y nos señala nuestras miserias, porque nos trata de igual a igual”, según Vilches.
En tiempos de altísimas sensibilidades y victimismos ficticios, Irene Márquez, también dibujante de comics y humorista gráfica, comparte con Vera esa mirada tan ácida —en su caso, tirando hacia un humor muy negro— sobre la gente común y la vida en la calle, en las casas y en los bares. Ambos hacen mofa de “esos rasgos aparentemente neutros, inocuos que tiene la mayoría de la gente. Algo tan habitual como pasar el tiempo de ocio en el centro comercial o ver las pelis de Marvel”, reflexiona Márquez. “Quizás ya hemos hecho muchas bromas de personajes marginales o raros, y ahora es más gracioso encontrar lo risible que hay en lo normal” opina en un intercambio de correos.
En cualquier caso, queda claro que el humor es omnipresente en Vera. Empezó en el colegio, dibujando con un amigo de clase versiones porno de El hombre y la Tierra, de Félix Rodríguez de La Fuente o de la serie Los gozos y las sombras, basada en la obra de Torrente Ballester, “siendo yo un imberbe que no sabía nada de sexo”, recuerda.
De joven empezó a colaborar en el periódico La Verdad de Murcia, ganó varios premios y, a partir de 1998, de la mano de Monteys y Soldevila, empezó a publicar en El Jueves. Fue en esta revista donde crecieron personajes como Nick Platino o Ortega y Pacheco, “los Starsky y Hutch de la caspa patria, en combate permanente contra los hípsters y la tontuna moderna en general”, según se publicitaba entonces, con títulos como ¿Adonde vas? Patatas traigo, o Sexo, carreras y cintas de El Fary. “Era un humor salvaje que ahora ya no podría hacer porque me meterían en Alcatraz”, según el dibujante.
Y fue en 2012, en El Jueves, cuando Vera publica sus primeros Ranciofacts, hasta hoy. Pero antes fue Twitter, cuando esta red —ahora denominada X— tenía apenas seis años. El fogonazo surgió con su amigo Pepe Colubi, escritor y humorista: “Estábamos hablando por email y entonces él escribió que ‘se estaba dejando algo en el tintero’, y al leer esa expresión surgió la risa de pensar ‘qué rancio eso’. Y ahí hice click y fui corriendo a Twitter a poner todas las ranciedades que llevaba acumuladas mentalmente”, detalla.
Al principio sus Ranciofacts se centraron en las coletillas de los medios de comunicación —”la madrileña puerta de Alcalá o marco incomparable” que es ya metaranciedad”, dice—, pero después fue a por todas, y ha publicado viñetas sobre cualquier aspecto de la vida cotidiana, de las vacaciones de verano a las rebajas, de las fiestas patronales de pueblo a las despedidas de soltera, de los antros urbanos a los sabiondos posmodernos.
Vera retrata lo que conoce o percibe, pero tiene claro que lo rancio o lo cuñao no se circunscribe solo a España, sino que es una categoría universal. “Es innato en el ser humano, seas de Albacete o de Dakota del norte”, reflexiona, y añade: “De hecho, creo que el epítome del cuñadismo es Dean Norris, el actor que interpreta a Hank Schrader en Breaking Bad. Por las fotos que pone en redes se ve que es mucho más cuñao en la realidad que en la serie. Un purasangre de lo rancio, vamos”.
‘La Stasi de lo rancio’
Monteys, que considera a Vera uno de los mejores caricaturistas del país, percibe dos influencias clave en su trabajo: el tebeo popular tipo Jack Kirby y el comic más underground, de los fanzines de los ochenta y los noventa, de revistas como Mad o del mismo Robert Crumb. Vilches, en cambio, destaca su herencia del humor español autoparódico, enfocado en la sátira de la vida cotidiana, un poco como se hacía en la revista El Papus o las películas más tardías de Berlanga. “Es un humor tan directo que funciona en un solo tiempo, sin necesidad de la clásica réplica, y eso es complejo de hacer”, puntualiza Vilches, quien destaca también de la obra de Vera que “más allá del guion, lo grotesco ya está en el trazo de su dibujo, especialmente en los ojos de sus personajes”.
“Lo interesante de Vera es que mezcla mucho lo pop con lo cañí y lo lumpen. Con Ranciofact contacta con el público por esa parte catártica de castigar a alguien, pero sobre todo por su enciclopedismo hipnótico”, reflexiona Monteys. Según el que fuera director de El Jueves entre 2006 y 2011, Vera tiene la mirada del que está con la antena puesta y la capacidad de separar el grano de la paja, dos atributos imprescindibles en el humor para conseguir transmitir lo que nos hace miserables pero también humanos.
Márquez, autora de Esto no está bien, también destaca esa capacidad de Vera. “Tiene un radar entrenadísimo para detectar esos lugares comunes tan cansinos y manidos que conforman lo rancio”. Son una especie de rayos X en los ojos, un don para detectar lo cuñao de situaciones, momentos o expresiones que suceden cotidianamente.
Más allá de ser la guía definitiva de la cultura cuñao, los Ranciofacts de Vera tienen otra particularidad: hasta cierto punto es una obra colectiva, donde participan activamente centenares de personas. Nacieron con Twitter, y desde esa red, ahora X, sigue alimentándose. Vera admite: “He creado algo así como la Stasi de lo rancio, la policía pararancial. A veces, cuando ando algo corto de ideas, tiro la caña y me envían ranciedades a tutiplén. De situaciones, no sé, en bodas, bautizos y comuniones”. Y reconoce que desde que empezó, la cosa va a más. No se acaba nunca. “La charca de Twitter es mi IA (inteligencia artificial). No paran de mandarme ranciedades y me colman. No doy abasto. Moriré dejando inconclusa mi obra rancia”, advierte.
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