Subidón, subidón: una hora dentro de la máquina de éxitos de Bizarrap
El argentino, uno de los músicos del momento, cierra el 22 de agosto una docena de conciertos en España. Difícil encontrar un recital con tantos ‘hits’ internacionales cantados en español: Shakira, Quevedo, Duki, Nathy Peluso...
La cabeza de una loba blanca aparece en una pantalla gigante. Sus ojos son amarillos. El escenario se tiñe de rosa. Bizarrap, subido en su nave espacial/cabina de dj, presiona un botón y se escucha: “Pa’ tipos como tú, uh, uh, uuuuh”. A partir de ahí, las 15.000 personas que llenan el recinto lanzan sin contemplaciones tarascadas a Gerard Piqué. Que si el exfutbolista dejó a la suegra de vecina, que si mucho gimnasio y poco cerebro, que si cambiaste un casio por un rolex… Así durante tres minutos. María, Luis y Pablo (7, 9 y 12 años) fustigan al defensa central en compañía de sus padres. Todos bailan. La familia unida desprecia con más saña. El público insulta con cara de alegría. Shakira sabe dios dónde estará: allí solo aparece en la pantalla representada como un dibujo, el mismo que aparece en el vídeo de la canción, la famosa Sessions 53. La escena ocurre en el concierto de Bizarrap en Marenostrum, un idílico anfiteatro con vistas al mar en Fuengirola (Málaga). Que se ponga a parir a alguien no significa que se tenga hacer necesariamente desde un territorio hostil.
El músico argentino Gonzalo Julián Conde Bizarrap, que el próximo 28 de agosto cumple 25 años, es la estrella del festival itinerante (ediciones en Madrid, Alicante, Asturias y Canarias, además de la de Málaga) Boombastic, una convocatoria que funciona como escaparate de la llamada música urbana, el género donde se aglutina todo lo que suena a reguetón, rap o electrónica latina y cuyos seguidores son fundamentalmente adolescentes y veinteañeros. Además de Bizarrap, en la noche de Marenostrum ofrecieron su música Lali, Farruko, Bad Gyal o Saiko. Bizarrap ha completado desde junio una docena de recitales en España. Finaliza su gira el 22 de agosto en Ibiza. Unas actuaciones donde ha cobrado una media de 200.000 euros, según publicó elplural.com. ¿Mucho? Relativo, si revisamos el caché que ha asegura algún medio que cobrará otro de dj, David Guetta, el próximo 20 de agosto en Vigo: 900.000 euros. El francés, de 55 años, lleva años reinando entre los dj comerciales; Bizarrap es hoy el referente más cercano para el público joven. Uno ya ha tocado techo y el otro va como un cohete y no se divisa hasta dónde puede llegar.
Bizarrap cuenta para sus conciertos con un repertorio ganador: sus famosas Sessions, una iniciativa que comenzó en 2018 y que consiste en canciones donde él pone la música y un artista invitado se encarga de la letra y la interpretación. Los temas no tienen nombre: van numerados cronológicamente. La última, de junio de este año y con el puertorriqueño Rauw Alejandro (habitual últimamente en las crónicas de sociedad) es la Bizarrap Music Sessions Vol. 56.
La pregunta procede: ¿cómo puede desarrollar con éxito un concierto basado en canciones con diferentes intérpretes que no están en el escenario? Porque el argentino se presenta solo, instalado en una plataforma que es como una cabina de dj con alas. Desde allí, propone una sesión de música electrónica para toda la familia y públicos, como demostró en Fuengirola y corroboró Vera Serrano, una aficionada de 26 años que acudió a Boombastic con tres amigas: “Me veo tragándome una sesión de dj en concierto que no lo hubiera imaginado en mi vida, porque no soy muy seguidora de las sesiones tecno. Prefiero un concierto de Lori Meyers, la verdad. Pero aquí estoy, disfrutando. Es que son todo hitazos que los he escuchado mil veces”.
Efectivamente, hitazos. El argentino comenzó la noche recurriendo a la Session que otorgó credibilidad a su proyecto entre la prensa exigente, la canción que comparte con Nathy Peluso. Su compatriota apareció robotizada en una pantalla que no dejó de emitir estímulos durante todo el concierto. Es otra de las claves, como suscribe uno de los espectadores de Marenostrum, Carlos Paños, 24 años: “Desde el principio y hasta el final fue la caña. Además de la música, me encantaron los diseños de luces y las proyecciones”.
Bizarrap apenas habló durante el espectáculo, y cuando lo hizo solo empleó lugares comunes de la euforia conciertil: “¿Estáis preparados?”, “¡Todo el mundo saltando!” o “¡Arriba Fuengirola!”. No, su fuerte no es la dialéctica. Tampoco la reclama un público eminentemente juvenil con espacio para familias que acuden con la principal pretensión de la juerga. Seguramente por primera vez es posible asistir a un recital con tantos éxitos a nivel internacional concentrados y entonados en español: las Sessions de Villano Antillano, Nathy Peluso, Paulo Londra, Duki o Residente, con ese estribillo que condensa el espíritu del recital: “Esto lo hago pa’ divertirme, pa’ divertirme”. Las cifras de visionados en YouTube y escuchas en Spotify son mareantes.
Uno de los aciertos para que el concierto resulte atractivo es la nueva vida que proporciona el argentino a las canciones: las corta, las mezcla, las transforma… Ninguna suena completa: se trata de crear cebos cada 30 segundos, de sustituir un incentivo sonoro y visual por otro. Con rapidez. Zas, zas. Algunas canciones parecen nuevas, pero siempre reconocibles, ya sea por un estribillo o el ritmo principal. Por ejemplo, a las piezas más raperas, que podrían cansar a un público menos especializado (y nos referimos a las de Paulo Londra o Duki), Bizarrap las acelera con una base bailable. El argentino acompaña las canciones con movimientos de brazos, se pone y quita los auriculares, aprieta botoncitos, toca las teclas… A su alrededor surgen lenguas de fuego, estallan fuegos artificiales, afloran cañones de humo… Un espectáculo efectista obligatorio para suplir a músicos y cantantes. Y breve: 60 minutos exactos. No da tiempo a cansarse. También resulta sugerente su imagen, sin enseñar el rostro, tapado por unas gafas plateadas y una gorra oscura. Con una camiseta negra, en la parte final sale de la cabina y se descubre que lleva pantalones cortos deportivos, como muchos de los asistentes.
Seguramente sobró la penúltima canción, Tres estrellas en el conjunto, el tema que compusieron él y Duki para celebrar el triunfo de su país, Argentina, en la reciente Copa Mundial de Fútbol de Qatar. Fuera del contexto futbolero el tema aporta poco. Eso sí: en lugar de sacar una bandera argentina exhibió la púrpura y verde de Málaga. Una acción efectista en cualquier caso. El final se lo reservó para Quédate, como se conoce a la Sessions 52 que registró el año pasado con el canario Quevedo. Eran las 2:30 de la madrugada y aquello no era una canción: era música desgañitada. Solo faltó una de esas manos gigantes entre el público donde pone: “Temazo”.
Babelia
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