Cierra Lagun, una librería culta símbolo de la lucha por las libertades, atacada por el franquismo y ETA
La librería de San Sebastián echará el cierre este verano tras 55 años de existencia. Es un referente cultural y ético por su resistencia contra los totalitarismos
La librería Lagun de San Sebastián se cerrará este verano, en una fecha aún por determinar. Este templo de la cultura con 55 años de historia, símbolo de la dignidad democrática por su resistencia contra los totalitarismos, lugar de culto para muchos clientes y escritores, y muchas cosas más, no puede hacer frente durante más tiempo a las fuerzas que mandan hoy en el mercado del libro. “Nos gustaría que se recordase a Lagun como una librería culta”, afirma Ignacio Latierro, uno de los fundadores junto a María Teresa Castells, alma mater del comercio, fallecida en 2017.
Lagun echa el cierre víctima de la feroz competencia de Amazon, de las grandes cadenas de librerías, la piratería, las descargas ilegales de libros… Elena Recalde, al frente de la librería, asume con resignación una decisión “muy dura y triste” que los socios adoptaron este mismo lunes: “El negocio estaba pasando por altibajos este último tiempo. Las librerías independientes, como la nuestra, estamos luchando contra agentes muy poderosos y contra una caída paulatina de la clientela. Así es muy difícil seguir”.
Es el adiós de un compañero, un camarada o un amigo, precisamente el significado de lagun en euskera. Su cierre pondrá fin a más de medio siglo de historia que arrancó en 1968, durante el franquismo, y en pleno apogeo cultural y político. Castells, fallecida en 2017, e Ignacio Latierro, ya retirado, fundaron aquel año la tienda que abrió sus puertas en la Parte Vieja donostiarra. En poco tiempo, se convirtió en un referente cultural antifranquista y pagó las consecuencias de su oposición al régimen. En 1970 se sumó a una huelga general convocada por el juicio militar a 16 militantes de ETA. Aquello le valió una multa gubernativa que se negaron a abonar y desencadenó el ingreso de Castells en la prisión de Martutene durante un mes.
“Más que un negocio convencional, Lagun fue una elección vocacional. Por encima de todos los avatares que nos han marcado tanto, es una librería modesta en sus dimensiones, pero muy atractiva por lo que ofrece”, comenta Latierro a este diario por teléfono. Fue una librería renovadora e innovadora, que reunía a intelectuales de la época y vendía libros prohibidos en la trastienda. Ese compromiso con la libertad y los derechos humanos le puso en el punto de mira de la extrema derecha, que llegó a atacar con una bomba incendiaria la sede de la Plaza de la Constitución. Y sin solución de continuidad, tras el fin del franquismo, Lagun se convierte en la diana del totalitarismo etarra. Desde 1983, los ataques violentos provenientes de la izquierda abertzale son incontables. “Es la librería más atacada de España y la única que ha sufrido la violencia de bandos distintos”, afirma el historiador Gaizka Fernández Soldevilla, autor junto a Juan Francisco López Pérez de Allí donde se queman libros, que dedica un capítulo especial a la librería donostiarra.
Lagun sufrió incendios, la rotura del escaparate, pintadas…; sus dueños recibieron amenazas de muerte constantes. ETA intentó matar en 2000 al abogado y exconsejero socialista de Educación vasco José Ramón Recalde, marido de María Teresa Castells, fallecido en 2016, quien sobrevivió a aquel atentado tras recibir un tiro en la mandíbula. Lagun nunca cedió al chantaje ni a la presión: “Siempre se impuso al totalitarismo. Ha sido un monumento de la cultura de la democracia, un personaje histórico en sí mismo”, opina Fernández Soldevilla. “Lo dramático es que ahora los cambios culturales han abocado a su cierre. Dice mucho de nuestro pasado, pero también de nuestro presente”, apostilla.
En la despedida del negocio, Latierro se acuerda de “las personas que no están presentes”, como María Teresa, Recalde y su esposa Rosa Cuezva, fallecida tras muchos años despachando clientes. El exlibrero donostiarra tiene marcadas dos imágenes, ambas de las Navidades de 1996. La Nochebuena de aquel año ocurrió el asalto a la librería, los violentos proetarras rompieron el escaparate, arrojaron pintura roja y amarilla y dieron fuego al comercio: “Tengo dos imágenes imborrables. Por un lado, la desolación de aquella noche, y por otro, la respuesta de la gente acudiendo masivamente a comprar libros manchados, con cristales, quemados… Así durante días. Después de aquel desastre no tomamos la decisión de seguir, fue la gente la que venía sin parar y nos obligaba a atenderles. En mi memoria quedarán para siempre esas escenas de la desolación y, al mismo tiempo, de la solidaridad ciudadana”.
Elena Recalde atiende a este diario en plena vorágine de llamadas telefónicas y llegada de clientes a la librería que ahora está ubicada en el centro de la capital guipuzcoana. El acoso de ETA y su entorno obligó a cerrar la sede original y abrir una nueva en un lugar más seguro, aunque también sufrió algunos ataques durante sus primeros años. “Yo nací dos años después de abrirse la librería de la Parte Vieja. Mi infancia la pasé leyendo en la zona de libros infantiles. Tengo recuerdos estupendos, pero me quedo con el legado que han dejado mi madre e Ignacio [Latierro], su lucha por las libertades frente a la dictadura y frente a ETA. Ellos se han distinguido por no bajar nunca la cabeza, no mirar para otro lado. Han dado la cara siempre”.
A Lagun llegan innumerables muestras de apoyo de clientes, también de pena por comprobar que baja la persiana la librería que han frecuentado escritores como Raúl Guerra Garrido, Fernando Savater o Ramón Saizarbitoria, entre otros que cita Recalde. El actor Isidoro Fernández hace cola para adquirir Lapvona, de Ottessa Moshfegh: “Recibo con estupor la noticia del cierre. Aquí encontraba siempre lo que no había en otras librerías. Y los consejos que recibimos los clientes son impagables”.
A pocos metros de Lagun se encuentra otra librería independiente, también histórica. Andoni Azurmendi, uno de los responsables de la librería Donosti, asegura que los profesionales del sector están “asombrados” por el cierre de Lagun: “Ignacio y María Teresa han sido dos pilares y nos apena esta noticia. Es triste que cierre la librería más antigua de San Sebastián”. Tomás Ruti, jubilado tras 39 años como fagotista de la Sinfónica de Euskadi, abandona Lagun con tres libros bajo el brazo: La utilidad de lo inútil, de Nuccio Ordine; Suttree, de Cormac McCarthy, y Los celosos, de Sándor Márai. “Vamos a echar en falta la ayuda que siempre nos dan”, lamenta.
“Lagun es un referente ético, siempre ha estado donde tenía que estar en defensa de las libertades”, dice Esteban Heredia tras adquirir el tercer tomo de Historia y Memoria del Terrorismo en el País Vasco, de José Antonio Pérez, y tres ejemplares para regalar de Déjame que te cuente, de Lourdes Pérez. “Ojalá no hubiese que comprar estos libros, pero es nuestra historia”, sentencia. La trayectoria de Lagun también ha estado jalonada, casi desde sus inicios, por los embates de la violencia. El Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, en Vitoria, muestra un ejemplar de un libro manchado con pintura roja y amarilla. Es una prueba de la presión y el acoso que tuvo que soportar durante años del mundo violento de ETA.
De aquellos años Elena Recalde se queda con “los gestos de apoyo y solidaridad de la ciudadanía”, que se demostraba incluso con “la compra de libros manchados con pintura, con trozos de cristal del escaparate o incluso quemados”. El documental Lagun y la resistencia frente a ETA, cuyo guion pertenece a José María Izquierda y Luis R. Aizpeolea y está dirigido por Belén Verdugo, refleja precisamente el coraje que los responsables de esta librería demostraron contra el fanatismo.
Los nuevos tiempos, los nuevos hábitos en el consumo de la cultura han asestado un golpe irresistible a la librería. Recalde reconoce que la competencia de las grandes cadenas, la venta online, la piratería han sido la puntilla que les obliga a bajar la persiana. “Ahora se publica muchísimo, pero a la semana ya están muchos libros accesibles en Internet gratis. No podemos luchar contra eso”, se lamenta. No hay una fecha de cierre y esta se alargará “si la clientela responde bien”. No cree que sea posible traspasar el negocio, ni le parece oportuno salvar la librería repitiendo la colecta financiera que se llevó a cabo entre ciudadanos para costear en 2001 el traslado de la librería a su actual ubicación. Latierro confiesa estar “con mucha pena” y al mismo tiempo con “la tranquilidad de tomar una decisión que inevitablemente había que tomar ahora”.
Babelia
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