¡Qué bonito sería que…!
Lea Vicens y Guillermo Hermoso cortaron sendas orejas a una corrida mansa, muy descastada y blanda de Fermín Bohórquez
¡Qué bonito sería que Pablo Hermoso de Mendoza, referencia fundamental en la historia del rejoneo, se dignara algún día anunciarse en un cartel con Diego Ventura, figura a caballo indiscutible de los tiempos modernos! Es lo menos que merecen los muchos aficionados a este noble arte, la competencia entre los dos máximos exponentes actuales del rejoneo. Pero da la impresión de que se van a quedar con las ganas a causa de un presunto empeño personal del caballero navarro y la palpable demostración de su muy discutible compromiso con la fiesta de los toros. Debiera ser de obligado cumplimiento la competencia en la cumbre en defensa de la emoción y la permanencia del espectáculo, y penoso y vergonzoso es que dependa de la voluntad de una persona, en este caso Pablo Hermoso, que tiene hecha la cruz a su compañero, se niega a torear con él y lo veta allá donde puede. Este es el gran borrón -incomprensible, por otra parte- en la intachable trayectoria del gran caballero.
La reflexión surge al hilo de su impecable actuación esta tarde ante dos marmolillos de Fermín Bohórquez con los que ha derrochado torería, elegancia, dominio y conocimiento. Hermoso de Mendoza es algo más que un rejoneador, es un torero por su exquisito sentido del temple y los muletazos largos, suaves y hondos que dibuja desde las monturas. No pudo ofrecer espectáculo porque su primero salió buscando a algún amigo en el tendido, se olvidó de los caballos y solo tuvo vida para media lidia, y el cuarto se paró de salida y no hubo más.
Toda la corrida fue, más o menos, así: sin fortaleza, sin casta y sin fondo. Amuermado se comportó también el primero de Lea Vicens con el que estuvo correcta y escasa brillantez. Se levantó un fuerte viento a la salida del tercero y otro animal manso y parado impidió que Guillermo Hermoso expresara la espectacularidad de su toreo.
Cambió el panorama a partir del quinto, al que la amazona francesa esperó en la puerta de toriles, y el animal persiguió al caballo con verdadera furia, lo que cautivó a los tendidos, que, por vez primera en la tarde, conocían el color de la emoción. Vicens clavó después con escaso ajuste, falló en una banderilla al violín, pero mató con rapidez y paseó una oreja de poco peso.
En su vuelta al ruedo se produjo un momento divertidísimo: hasta tres pollos le tiraron de los tendidos, y el último se paseó ufano por todo el ruedo, lo que provocó la hilaridad de los espectadores.
Quedaba el sexto, y Guillermo salió dispuesto a abrir la Puerta Grande. Un quiebro apretadísimo en el primer rejón de castigo fue su espectacular carta de presentación, suerte que repitió en banderillas montando a Ecuador; un par de cortas a dos manos le abrieron un cerrojo que él volvió a cerrar al fallar con el rejón de muerte. Paseó, no obstante, una oreja que se ganó a pulso, y se llevó un pollo, que no es poca cosa.
Sopló el viento, cayeron cuatro gotas y el espectáculo fue reducido a causa del mal juego de los toros, pero en casa de Lea Vicens y los Hermoso se podrá degustar un caldo de puchero calentito, que sienta bien en estos días de frío. Mientras tanto, qué bonito sería que Pablo Hermoso de Mendoza decidiera algún día medirse en el ruedo con Diego Ventura… Y qué incomprensible resulta que no lo haga…
Bohórquez/Hermoso, Vicens, Hermoso
Toros despuntados para rejoneo de Fermín Bohórquez, justos de presentación, mansos, nobles, muy blandos, descastados y desfondados.
Pablo Hermoso de Mendoza: pinchazo, rejón trasero y contrario y cinco descabellos (silencio); pinchazo y rejón en lo alto (silencio).
Lea Vicens: rejón muy trasero y contrario (ovación); rejón muy trasero (oreja).
Guillermo Hermoso de Mendoza: pinchazo, bajonazo y rejón en lo alto (silencio); pinchazo y rejón en lo alto (oreja).
Plaza de Las Ventas. 3 de junio. Vigésimo segundo festejo de la Feria de San Isidro. Lleno de ‘no hay billetes’ (22.964 espectadores, según la empresa).
Babelia
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