Resumen de lo mejor (y lo peor) que se ha visto en la sección oficial de Cannes a la altura de su ecuador
La edición del festival está marcada por películas basadas en hechos reales, incluidos acontecimientos históricos como el Holocausto o los últimos días de Enrique VIII
El festival de Cannes ha llegado a su ecuador con mucha lluvia y una masificación tal que uno solo se siente a salvo en la butaca del cine. En la sección oficial a concurso, la de las películas que optan a lo que aquí de verdad importa, la Palma de Oro, ya se han proyectado 11 de las 21 seleccionadas. Entre ellas, algunas de las que marcarán el próximo curso cinematográfico.
Esté o no en el palmarés del próximo sábado, May December, el nuevo melodrama del estadounidense Todd Haynes, ya se ha ganado su condición de una de las películas del año por su inteligente, compleja y desasosegante mirada a un mundo doméstico disfuncional. Julianne Moore interpreta a una ama de casa que a los 36 años tuvo un affaire con un chico de 12, con el que ahora está casada y tiene una familia, y Natalie Portman es la actriz que se ha propuesto interpretar su vida. Haynes propone un brillante juego de espejos interpretado por una descomunal Moore. Portman consigue, y no es poco, estar a la altura de su compañera. Tensa, divertida y profundamente triste, May December confirma el talento de Haynes para el melodrama y los grandes personajes femeninos.
Antes de la muerte de Martin Amis este sábado, La zona de interés, de Jonathan Glazer, basada en la novela homónima del autor británico, ya había generado entusiasmo. La desaparición del escritor ha redoblado el foco en una película que funciona como un frío y pavoroso reloj en su retrato de la rutina doméstica de la familia del comandante Rudolf Höss en Auschwitz. Es una película conceptual brillante, con un uso angustioso y aterrador del fuera de campo que lo tiene todo para encandilar al jurado presidido por el sueco Ruben Östlund. El único problema de La zona de interés es que se cierra con un muy cuestionable epílogo en el museo de Auschwitz, donde vemos a unas mujeres de la limpieza trabajar en el edificio ya cerrado. Todo resulta tan frío y calculado que su reflexión sobre la banalidad del mal acaba siendo banal en sí misma. Un perfecto y pulcro ejercicio de estilo para hablar de una fábrica de matar seres humanos.
La zona de interés tiene un nexo de unión con otra de las películas más destacables del concurso, Anatomía de una caída, de la francesa Justine Triet, una de las siete mujeres cineastas a concurso. Ambas comparten actriz: la alemana Sandra Hüller. La directora de El reflejo de Sybil disecciona de forma bastante asombrosa una relación matrimonial a través del juicio a la esposa después de una caída mortal del marido. El hijo de ambos y el perro familiar serán las otras dos piezas de un rompecabezas afectivo urdido con enorme originalidad a través de documentos, audios de móvil, capas de formatos y, sobre todo, callejones afectivos en los que Hüller cumple un incómodo papel: la distancia y falta de empatía que de entrada establece el espectador con ella. La recta final de la película es de lo mejor que se ha podido ver estos días.
Nuri Bilge Ceylan, gran cineasta turco y Palma de Oro en 2014 por Winter Sleep, presentó About Dry Grasses, que, junto al nuevo e inmersivo documental del chino Wang Bing, Youth (Spring) se presentaba como la película más larga del concurso. Ceylan apunta hacia una de sus obsesiones, Dostoyevski, a través de un personaje masculino imposible de atrapar en pocas palabras. Solo diremos que es un manipulador, egoísta y narciso que únicamente se teme a sí mismo, un maestro de escuela cuyos demonios pueblan un filme de fuerza mayor en cuyas larguísimas sobremesas da gusto sentarse.
Las caras más famosas llegaron con la estomagante Black Flies, con un Sean Penn que sigue muy perdido, y Firebrand, de Karim Aïnoen, el que Alicia Vikander y un casi irreconocible Jude Law interpretan respectivamente a Katherine Parr y Enrique VIII. La película funciona bien en su recreación histórica de la vida de la sexta y última esposa de Enrique VIII. La atmósfera opresiva y mortuoria y las intrigas religiosas y políticas componen un fresco intimista en el que un Jude Law con muchos kilos de más se entrega como repulsivo rey moribundo.
Lejos de la opulencia palaciega, en un pequeño pueblo africano, la franco-senegalesa Banel y Adama, ópera prima de Ramata-Toulaye Sy, es una bonita y telúrica fábula sobre el amor y la sequía en la tierra. En su sencillez, Banel y Adama logra mucho más que la muy fallida Cuatro hijas, de Kauther Ben Hania, que propone un relato híbrido de ficción documental sobre dos jóvenes tunecinas captadas por el Estado Islámico. Los personajes reales, las otras dos hermanas y la madre de las extremistas, se enfrentan a los fantasmas familiares a través de las actrices que van a interpretarlas en la propia película. Un metarrelato que en su primera hora roza lo insoportable y que, aunque remonta al final, solo queda la impotencia ante un filme incapaz de sacar adelante su propia propuesta.
De familiares y conflictos de sangre e identidad también trata la francesa Le Retour, de Catherine Corsini, que se proyectó el primer día sin despertar demasiado interés, junto a Monster, de Hirokazu Kore-eda, que esta vez se detiene en un drama adolescente sobre familias disfuncionales, bullying y una bonita amistad entre dos chicos que el cineasta japonés ha estructurado a lo Rashomon, a través de un mismo relato desde tres puntos de vista. La película cuenta con la última banda sonora que compuso Ryuichi Sakamoto.
Más allá de las secciones oficiales y paralelas, en los últimos días ha sido emocionante asistir al homenaje que el festival ha dedicado a Liv Ullman, que presentó un documental sobre su carrera y que recordó una anécdota muy loca de ella corriendo detrás de Greta Garbo en Central Park hasta que se dio cuenta de que la gran diva del cine sueco no quería conocerla ni en pintura. O la frase que Ingmar le dijo al conocerla: “Tú y yo vamos a estar dolorosamente unidos de por vida”.
El último homenaje de este festival mastodóntico ha sido a Jean-Luc Godard, con Jim Jarmusch y Costa-Gavras entre el público. Primero se ha proyectado el convencional documental Godard por Godard y de colofón su último proyecto, Drôles de guerres, un cortometraje producido por Yves Saint Laurent que, a través de sus collages de palabras e imágenes y su hilo de voz, ha dejado alguna de sus crípticas y hermosas perlas: “Es difícil encontrar al gato en una habitación oscura, especialmente si ni quiera hay gato”.
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