Martin Scorsese: “A mi edad, ¿qué más puedo hacer que arriesgarme?”
El cineasta presenta en rueda de prensa ‘Killers of the Flower Moon’ junto a Leonardo DiCaprio y Robert De Niro, que se exaltó hablando de Donald Trump
Era una espina que tenía clavada el Festival de Cannes. Desde 1986, con Jo, ¡qué noche! (que ganó el premio a la mejor dirección), no se había proyectado en el certamen otra película de Martin Scorsese (Nueva York, 80 años), Palma de Oro en 1976 con Taxi Driver. Su Killers of the Flower Moon es uno de los acontecimientos del festival, y se proyecta en Sesión Especial porque el director y AppleTV+ han rechazado participar en la competición. La película, que tendrá un estreno previo en salas antes de llegar a la plataforma, tuvo ayer su proyección de gala y hoy tanto su director, Martin Scorsese, como su reparto (Leonardo DiCaprio, Robert De Niro y Lily Gladstone) y el jefe de la nación osage (Geoffrey Standing Bear), los nativos americanos que sufrieron la masacre del título, han comparecido en la rueda de prensa que más expectativas había levantado del festival: hasta con Indiana Jones y el dial del destino hubo alguna silla vacía, cosa que no ha ocurrido este domingo.
El encuentro ha servido para testimoniar la devoción de DiCaprio por su director, el respeto a la nación osage que Scorsese quiso imprimir a lo largo de todo la producción, y que las cosas se complican política y socialmente en el mundo actual, según el cineasta y De Niro. Y para que el maestro de directores confesara: “A mi edad, ¿qué más puedo hacer que arriesgarme?”.
Sobre el estado actual mundial encendió la mecha De Niro, que da vida a William King Hale, el hombre que crea el intrincado sistema para desplumar a los osage. En 1870 los osage fueron obligados por el Gobierno de EE UU a abandonar sus tierras y les ubicaron en el peor rincón de Oklahoma. Sin embargo, a mediados de los años veinte del siglo pasado el petróleo empezó a manar en aquellos terrenos pedregosos. De repente, la tribu empezó a ganar miles de dólares y a gastarlo en coches de lujo, opulentas villas y cualquier capricho. A su alrededor se multiplicaron los blancos parásitos, que en connivencia con las autoridades y las fuerzas del orden, comenzaron primero a robarles y luego a exterminarles. “Es más fácil ir a prisión por apedrear a un perro que por matar a un indio”, se escucha en pantalla.
En la cúspide de esta pirámide del terror estaba King Hale, que bajo su disfraz de amigo de la tribu escondía un tipo ávido de dinero, que logró timando a las compañías de seguro, casando a sus sobrinos con mujeres osage, para luego asesinarlas y cobrar su herencia, o lograr que él mismo fuera el beneficiario de los testamentos de los indios que ordenaba asesinar. De Niro, que ha encarnado a todo tipo de psicópatas en su carrera, confesaba a los periodistas: “No entiendo a mi personaje, de verdad que no lo entiendo. ¿Por qué traiciona a sus amigos osage? Aquel episodio es otra confirmación del racismo sistémico que vivimos en EE UU, como nos recordó la muerte de George Floyd, y de la banalidad del mal. Hale es parte del sistema, que aún hoy existe: hay que mantenerse alertas. Lo vemos hoy y ya sabéis de quién estoy hablando. No voy a decir su nombre”. Aunque inmediatamente soltó: “¡Mirad a Trump! Hay gente que cree que hizo un buen trabajo”. A lo que su director apuntó: “¡Tú lo has dicho!”.
A Scorsese le tocó hablar de la guerra de Ucrania, y no tuvo pelos en la lengua. “Por supuesto, me preocupa la agresión de Rusia a Ucrania. A la gente se le olvida cómo empezó la II Guerra Mundial, con la entrada de los nazis en Polonia. O recuerden lo que pasó en los Balcanes”. El cineasta aprovechó para reflexionar sobre el estado actual de las libertades: “Vivimos un momento peor que aquella terrible situación en los años treinta. Porque hoy vivimos un enfrentamiento sobre la libertad, la de expresión y la de llevar una vida decente. A veces la vida es muy dura y nos impiden vivirla en paz. Es mejor habitar dentro de la cultura occidental, que tiene su parte negativa con el consumismo, que sitúa el dinero en lo alto de la pirámide, pero que al menos apoya a los países que intentan acercarse a la democracia”.
El guion se basa en el relato Los asesinos de la luna, de David Grann (en España, editado por Penguin Random House), sobre el exterminio real de los osage. En el libro se explica mejor un hecho que en la película no queda claro: el Estado participó del expolio y declaró menores de edad a los osage mediante un sistema por el que cada vez que querían gastar parte de su fortuna, tenían que pedir permiso a su tutor blanco. Grann además cuenta que los osage primero contrataron detectives privados y después recurrieron al FBI, liderado por un joven de 28 años llamado John Edgar Hoover.
En cambio, Scorsese ha priorizado el punto de vista de la nación osage a través de los ojos de Mollie Burkhart (una impresionante Lily Gladstone), que se casó con uno de los sobrinos de Hale, el mentecato Ernest (DiCaprio), un tipo tan necio como enamorado de su esposa. Y con todo, intenta asesinarla. El actor ha contado que una de las habilidades de Scorsese afecta a su personaje: “Lo que hace increíblemente bien Marty es construir papeles lo más siniestros y retorcidos posibles y darles una condición humana”. El realizador desgranó que fue DiCaprio, que en un principio iba a interpretar al agente del FBI Tom White, quien le cuestionó en la escritura del guion dónde estaba el corazón de la historia. “Tras reunirme con la nación osage en diversas ocasiones, les prometí que haría una película de la que se sentirían orgullosos, y entendí que debía de centrarme en Ernest y en Mollie, en la historia de amor, tragedia y traición”. Porque fue Mollie, que sufrió el asesinato de su madre y de sus hermanas una tras otra, quien logró que el FBI llegara a Oklahoma.
Antes del libro de Grann, muy pocos estadounidenses conocían la tragedia de los osage, igual que pocos conocen el asesinato de los afroamericanos de Tulsa, en 1921, una ciudad en la que habían conformado una incipiente burguesía. ¿No era un riesgo para Scorsese? Antes de que respondiera, DiCaprio ya le había lanzado varias flores: “He crecido viendo el compromiso artístico entre Marty y De Niro, que lo han llevado a su máximo nivel. La perseverancia y el arrojo de Marty por llevar la verdad a historias no importa cuál sea es inigualable”. Sobre eso, Scorsese apuntó, entre risas: “A mi edad, ¿qué más puedo hacer que arriesgarme?”.
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