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¿Fiasco o neocolonialismo? Preocupación en Alemania por el destino de los bronces de Benín tras su restitución a Nigeria

La decisión del Gobierno del país africano de transmitir la propiedad del millar de piezas al heredero de la antigua familia real caldea el debate sobre las condiciones de la devolución del arte colonial expoliado

Benin Bronzes
Firma del acuerdo entre Alemania y Nigeria para la devolución de los bronces de Benín en Berlín, el 1 de julio de 2022.Omer Messinger (Getty)
Elena G. Sevillano

Alemania se marcó un tanto el año pasado cuando decidió restituir los célebres bronces de Benín al país del que fueron expoliados por los colonizadores europeos a finales del siglo XIX. Berlín se convertía así en modelo para el resto de capitales que poseen y exhiben arte colonial usurpado, que se vieron presionadas a seguir el mismo camino. Ahora, sin embargo, surgen dudas y asoma la preocupación en Alemania por el destino final de uno de los mayores tesoros artísticos de África. La noticia de que las piezas —relieves y esculturas fabricadas entre los siglos XIII y XVIII con diversos materiales, sobre todo latón, pero conocidas en su conjunto como bronces— van a pasar a manos privadas ha generado un enorme revuelo que ha trascendido los círculos culturales y se ha colado en la discusión política.

La etnóloga suiza Brigitta Hauser-Schäublin ha tildado de “fiasco” la operación por haberse hecho sin condiciones, sin asegurar siquiera que los bronces iban a ser de dominio público y a exhibirse en un museo. El futuro de las piezas es una incógnita. El presidente saliente de Nigeria, Muhammadu Buhari, ha aprobado un decreto por el que transfiere la propiedad de los objetos del histórico reino de Benín (no confundir con el actual país Benín) a Oba Ewuare II, el actual jefe de la antigua familia real. El decreto se publicó en el boletín oficial el 23 de marzo, pero había pasado desapercibido para la opinión pública alemana hasta que la etnóloga ha dado la voz de alarma en una explosiva tribuna en el diario Frankfurter Allgemeine. “Ahora se puede ver muy claramente cuán frívolamente se redactó el acuerdo sobre la transferencia de propiedad entre Alemania y Nigeria”, lamenta la experta.

La orden otorga al Oba (rey) la posesión de todas las obras de arte que fueron saqueadas del palacio real en Benín por las tropas británicas durante una expedición punitiva en 1897, “con exclusión de cualquier otra persona o institución”, según el texto citado por el diario nigeriano This Day. Por ahora se desconoce qué va a hacer el Oba con las obras de arte, si las exhibirá, dónde y cómo. Al parecer ha anunciado que construirá su propio museo para albergarlas.

La etnóloga lamenta que el presidente nigeriano esté transfiriendo bienes —incluidos los que hasta el verano de 2022 eran propiedad de Alemania, subraya—, “a un individuo privado o a una institución autocrática privada”. “Un bien público se convierte así en propiedad privada exclusiva”, lamenta. En resumen, critica que lo que pretendía ser una devolución de patrimonio cultural al pueblo nigeriano para “curar las heridas del pasado” haya acabado convertido en “un regalo a una casa real”.

El acalorado debate se trasladó el viernes pasado al Bundestag, el Parlamento alemán, donde los democristianos de la CDU y la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD) criticaron la restitución y la tildaron de “fracaso” por no imponer condición alguna a la vuelta de las piezas. El Gobierno de coalición, formado por socialdemócratas, verdes y liberales, defiende el proceso. Asegura que ha hecho “lo correcto” y apunta al otro argumento que recorre este debate: si inmiscuirse en las decisiones del país expoliado no es otra forma de colonialismo.

“Los bronces fueron devueltos con el objetivo de reparar un error histórico, la adquisición y posesión ilegal de estos objetos”, asegura un portavoz del Ejecutivo alemán. “No se impusieron condiciones y ahora es el Estado soberano de Nigeria el que decide quién se queda legalmente con ellos y cómo se ponen a disposición del pueblo nigeriano. Insinuar ahora que estos bronces desaparecerán para no volver a ser vistos nunca más, sólo porque Alemania ya no ejerce control sobre ellos, pero Nigeria sí, es una forma de pensar que esperábamos haber dejado atrás”, subraya.

“¿Por qué están tan obsesionados con lo que ocurre con los bronces de Benín?”, se pregunta el artista nigeriano Victor Ehikhamenor. En su opinión, el debate actual es “irrespetuoso” e “insultante”. “Europa no tiene derecho a decirnos cómo tratar nuestros propios asuntos”, afirmó a Deutsche Welle. Expertos como la historiadora nigeriana Oluwatoyin Sogbesan argumentan que, como el reino que poseía los tesoros ya no existe, el Oba, como representante de la etnia edo, es el auténtico heredero.

Souleymane Bachir Diagne, director del Instituto de Estudios Africanos de la Universidad de Columbia (EE UU), opina también que debe ser Nigeria la que tome las decisiones sobre el futuro de los bronces. “Estoy de acuerdo con el informe de Beatrice Savoy y Felwine Sarr [autoras del trabajo Restituir el patrimonio africano] en que la restitución es un procedimiento internacional, lo que significa que los objetos se devuelven a los Estados nación africanos”, asegura a EL PAÍS en un correo electrónico. “Pueden decidir colocarlos en museos regionales, pero tiene que ser su decisión. En mi opinión, este debería ser el principio”, subraya.

En Berlín ha sentado mal que las piezas probablemente no vayan a ser exhibidas en el museo que estaba destinado a acogerlas, a cuya construcción ha contribuido el Gobierno alemán con cuatro millones de euros. Alemania envió una delegación de alto nivel, encabezada por la ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, a la capital nigeriana en diciembre pasado para escenificar la entrega de las obras de arte. En Abuya Baerbock dio por hecho que los bronces se iban a exhibir en el futuro Museo Edo de Arte de África Occidental (EMOWAA), que se planea construir en la ciudad de Benín, capital del antiguo reino Edo. Así lo creían también los expertos que lideraron las negociaciones con el país africano, según relataron a EL PAÍS el año pasado. En la página web del futuro museo se leía hasta hace poco que se iba a convertir en “el hogar de la mayor colección de bronces de Benín del mundo”. La frase ha desaparecido.

Según los medios nigerianos, tras la transferencia de propiedad se oculta un conflicto personal entre el Oba y el gobernador de la región de Benín, Godwin Obaseki, uno de los más decididos defensores del proyecto del museo. Al parecer el abuelo de Obaseki trabajó a las órdenes de los británicos como regente interino después de la destrucción de la ciudad de Benín en 1897 y de la destitución del antepasado del actual Oba. Sus partidarios acusan al gobernador de seguir colaborando con los opositores de la familia real.

El polémico decreto todavía no ha entrado en vigor, según la información de la que dispone el Gobierno alemán. La Comisión Nacional de Museos de Nigeria ha presentado enmiendas. Berlín confía en que la casa real de Benín comparta el objetivo de implicar a las sociedades de origen, es decir, que el público siga teniendo acceso a los bronces después de su restitución. “Alemania y Nigeria se comprometieron a ello en la declaración conjunta del 1 de julio de 2022, y naturalmente mantenemos esta posición”, subraya el portavoz gubernamental.

Las colecciones de los museos alemanes albergaban más de 1.100 bronces desde hace más de un siglo, comprados legalmente a coleccionistas británicos. Tras un largo proceso, instituciones de todo el país, autoridades locales y regionales y el Gobierno federal se pusieron de acuerdo para devolverlos en bloque. El año pasado Alemania y Nigeria firmaron un acuerdo según el cual alrededor de dos tercios de las obras se trasladarán de vuelta al estado nigeriano. Una tercera parte permanecerá en préstamo permanente en los museos alemanes. En todos los casos, la propiedad se transfiere a Nigeria.

El museo etnográfico, recientemente inaugurado en el Foro Humboldt, refleja la nueva concepción alemana sobre la propiedad del patrimonio expoliado. En lugar de las 200 piezas que solía exhibir el museo en su ubicación anterior, el Humboldt solo muestra 40, las que los expertos nigerianos han escogido para dejárselas en préstamo. La apertura de las salas que acogen estas colecciones se retrasó varios meses hasta que se cerró el acuerdo con Nigeria para la devolución y se pudo rediseñar la forma en la que se presentan los bronces, que están acompañados de abundante material que contextualiza de dónde proceden y cómo llegaron a Berlín.





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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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