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Katherine Harvey
Katherine Harvey, con un ejemplar de 'Los fuegos de la lujuria’.ÁTICO DE LOS LIBROS

Katherine Harvey, historiadora del sexo en la Edad Media: “Lo que más nos hubiera molestado en la cama medieval es la falta de intimidad”

La estudiosa británica publica ‘Los fuegos de la lujuria’, obra en la que desmonta estereotipos y ofrece datos sorprendentes

Jacinto Antón

Se publica por fin en castellano Los fuegos de la lujuria (Ático de los libros), la apasionante historia del sexo en la Edad Media obra de la británica Katherine Harvey, doctora en Historia por el King’s College de Londres, investigadora, profesora, autora de numerosos artículos en revistas académicas y redactora de Notches, un blog sobre historia de la sexualidad. Harvey (Guildford, Surrey, 36 años) ofrece en su obra una visión de la sexualidad del medioevo que rompe estereotipos (como el de que el sexo en la Edad Media era sucio, violento y depravado) y aporta datos interesantísimos de forma rigurosa y a la vez entretenida haciendo gala de un notable sentido del humor, del que también da prueba en la entrevista. Actualmente prepara un libro sobre los hábitos saludables en la Edad Media.

Pregunta. Ha despertado mucho interés lo que explica en su libro de que el sexo oral se practicaba poco o nada en la Edad Media. Para que luego digan que no eran tiempos oscuros…

Respuesta. Es difícil saberlo con exactitud, pero en todo caso era una práctica mucho más extraña que hoy. En general todo el sexo con fines no reproductivos estaba considerado pecado y se lo veía con muy malos ojos. Sucedía también con el sexo anal. En cambio, se practicaba la cópula interfemoral, en la que se coloca el pene entre los muslos; funcionaba como método contraconceptivo pero les parecía menos pecaminoso.

P. ¿De qué manera afectaba a la práctica del sexo la forma de pensar de la Edad Media?

R. Lo religioso era entonces un factor muy importante. Se ponía mucho énfasis en la virginidad y en la abstinencia, la castidad. Y había debates curiosos como si Eva había tenido la menstruación en el Paraíso o Adán sueños húmedos. Pero lo cierto es que en la propia Iglesia había a veces una visión más positiva del sexo por cuanto evitaba pecados más graves y en el fondo era necesario para traer nuevos cristianos al mundo. Algunas ideas médicas de la época también eran favorables a la práctica del sexo: se creía que una cierta cantidad era necesaria para llevar una vida sana y que la ausencia total, como el exceso, podía provocar la muerte. Esto era a menudo motivo de preocupación para las autoridades eclesiásticas, vista la obligación del celibato. Un dato curioso es que era muy habitual tener relaciones prematrimoniales. En todo caso, permea todo el pensamiento medieval la idea de que el sexo no es una cosa individual, un medio de obtener placer, sino un factor social muy importante, y que debía ser regulado por las autoridades religiosas y seculares.

Una escena de 'El último duelo'.
Una escena de 'El último duelo'.

P. ¿Y la masturbación?, ¿se tocaba Ivanhoe?

R. Resulta difícil de saber, pero parece haber suscitado relativa poca preocupación en comparación con otras épocas, un asunto a tratar en el confesionario o en la conciencia de cada uno.

P. ¿El desconocimiento preciso de la anatomía, y sobre todo de la femenina, condicionaba el sexo de la época?

R. El conocimiento era limitado en comparación con el nuestro, y no demasiado preciso. Se consideraba a la mujer como un hombre invertido y frío. Pero conocían razonablemente bien el mecanismo de la menstruación, por ejemplo, y cómo afectaba esta a la fertilidad. No era apropiado tener sexo con la regla, en parte por prejuicio pero también porque sabían que la mujer no se quedaba embarazada y, de nuevo, eso iba contra lo que propugnaba la Iglesia.

P. Recuerda usted que al menos la mitad de la población sí conocía la anatomía femenina: ellas.

R. Pero no se las creía mucho. También habría bastante que decir sobre lo que saben los hombres de hoy. Una cosa interesante de entonces es que se pensaba que en el acto sexual tanto el hombre como la mujer arrojaban una semilla, y que ellas solo lo hacían si sentían placer en la cópula. Por lo tanto, sólo se quedaban embarazadas las que habían disfrutado. A nivel legal eso significaba en una acusación de violación que si la mujer quedaba encinta no había sido forzada, con todas las injusticias que se desprenden de ello. Por supuesto, las mujeres sabían que placer y embarazo no estaban vinculados.

Arturo y Morgana en una escena de 'Excalibur' de John Borman
Arturo y Morgana en una escena de 'Excalibur' de John Borman

P. ¿Qué nos sorprendería más en una alcoba medieval?

R. Probablemente la falta de intimidad, la ausencia de esa privacidad a que estamos acostumbrados. En la Edad Media era muy difícil conseguirla y había muy poca, era un lujo. Familias enteras vivían en una sola habitación, muchas parejas compartían la cama con los hijos, y las casas eran tan endebles que los vecinos se podían asomar por las grietas de las paredes. A diferencia de lo que se ve en las películas, hacer el amor sin que nadie te viera era difícil. Lo prueba el que en muchos casos de adulterio que conocemos en los tribunales siempre hay testigos que dicen que vieron a la pareja practicando el sexo.

P. ¿La creencia en brujas, en magia, en el diablo, en íncubos y súcubos, afectaba al sexo?

R. Era un factor, desde luego. A finales de la Edad Media tenemos muchos casos de mujeres a las que se acusa de tener sexo con el demonio, y de ser brujas. Había mucha magia de conjuros y pócimas para provocar el enamoramiento. Y eso preocupaba mucho a la sociedad, en la que la noción de consentimiento estaba más desarrollada de lo que solemos pensar. La gente en la Edad Media no estaba cómoda con que pudieran pasar esas cosas, que alguien te pudiera tomar con métodos que anulaban tu voluntad.

P. Vamos, como poner burundanga en la copa en la discoteca, nuestra sumisión química.

R. Algo así, la comparación es muy adecuada, se parece bastante. La gente hacía pociones con sangre menstrual y encantamientos. Se creía que si alguien te besaba mientras tenía la hostia consagrada en la boca te enamorabas. Si esto parece raro lo es aún más que una mujer podía enardecer a su marido dándole a comer un pez que hubiera muerto en su vagina.

Un fotograma de 'Juego de Tronos'.
Un fotograma de 'Juego de Tronos'.

P. ¿Se besaba diferente en la Edad Media?

R. No creo que haya cambiado mucho eso. Había diferentes tipos de besos, como el beso francés, el frenching que decimos los británicos.

P. ¿Sería ese el que se daban Ricardo Corazón de León y el rey Felipe de Francia y que tan equívoca fama granjeó al primero?

R. Bueno, el beso en los labios no se estila hoy en el Reino Unido fuera de las relaciones amorosas, pero en la Edad Media no era necesariamente erótico y podía ser una prueba únicamente de afecto, y también sellar un acuerdo político. También era un beso de paz.

P. Pero sin lengua, ¿eh?

R. Sí, aunque no puedo asegurar que Ricardo y Felipe se besaran sin lengua, lo suyo podría haber sido sexual, pero no tenía por qué. Era como compartir cama: entre reyes como ellos no implicaba relaciones sexuales. Era algo simbólico.

P. ¿Cree que Ricardo Corazón de León era gay?

R. La sexualidad de Ricardo… no podemos conocerla de manera clara.

La muerte del rey Ricardo Corazón de León en 'Robin y Marian'.
La muerte del rey Ricardo Corazón de León en 'Robin y Marian'.

P. ¿Cómo afectaba la higiene, y sobre todo su falta, a la sexualidad medieval?

R. Es uno de mis temas favoritos. Eran más limpios de lo que pensamos, pero tenían sus problemas, por la falta de infraestructuras sanitarias adecuadas. Es verdad que algunos enfatizaban la suciedad como vía de mortificación, especialmente los religiosos, aunque casos extremos como el del monje que se vanagloriaba de haber tomado sólo tres baños en su vida son probablemente exageraciones. Lo cierto es que, si uno era más sucio en general que hoy, los demás también, así que no te preocupabas demasiado. Conocemos incluso el testimonio de que se consideraba muy interesante a una mujer con las axilas sudorosas; a mí no me lo parece, claro.

P. Tengo una amiga para la que lo peor de la Edad Media no son las torturas, la peste (la plaga) o la Guerra de los Cien Años, sino imaginar a las mujeres arrastrando la porquería de las calles en los bajos de los vestidos.

R. No hay que pensar que era todo tan sucio, había reglamentaciones muy estrictas, más de las que creemos, conducentes a que no hubiera suciedad en las calles. No hay duda de que eran más sucios de lo que nos gustaría, pero no debemos tampoco hacernos una idea de falsa superioridad en ese campo. También había normas de higiene alimentaria.

P. La homosexualidad femenina se perseguía menos que la masculina.

R. Eran pecado las dos, se consideraba sodomía, y hay casos de mujeres ejecutadas, pero son muy minoritarios en comparación con los de hombres. En Gran Bretaña al parecer se hacía bastante la vista gorda. Tenemos pocos testimonios, la homosexualidad femenina está muchas veces bajo radar. La noción de sexualidad medieval se vertebraba entre activo y pasivo y encontramos que muchas veces no se entiende qué podían hacer sexualmente dos mujeres juntas: en los juicios se les pregunta con notable interés. A menudo lo que determina un castigo es que una de ellas actuara como hombre usando un consolador.

P. ¿Cómo era la relación con la infancia con respecto al sexo?

R. Contrariamente a lo que algunos piensan, el concepto de infancia estaba bien definido en la Edad Media. Tenían clara la edad de consentimiento: la establecía el derecho canónico que exigía que una niña tuviera, al menos, 12 años para casarse, y un niño 14 (de hecho la edad media para contraer matrimonio era sorprendentemente alta, por encima de los veinte). Se tomaban muy en serio los abusos de niños, y se castigaban con dureza. Había quien escapaba, como hoy; conocemos un caso en el que se absolvió a un hombre acusado de violar a una niña de siete años porque la penetró pero no la desvirgó.

Paolo y Francesca tras leer los amores de Lanzarote y Ginebra, por Dante Gabriel Rossetti.
Paolo y Francesca tras leer los amores de Lanzarote y Ginebra, por Dante Gabriel Rossetti.

P. ¿Qué posibilidades tenía una mujer de tener una buena vida sexual?

R. Dependía mucho de las circunstancias personales. Pero en general no tenías muchas opciones. Estabas obligada a casarte y te limitaba bastante el concepto de parentesco, mucho más amplio que el nuestro, lo que significaba que gran cantidad de posibles relaciones se consideraban incestuosas y estaban prohibidas. En todo caso, si te casabas con un hombre razonable, te podía ir bien, pero si no, te quedaban muy pocas salidas. No había casi divorcio, ni noción de violación matrimonial. Por otro lado, había más leyes de lo que solemos pensar contra las agresiones sexuales y violaciones, y los casos llegaban con frecuencia a los tribunales.

P. ¿Abundaba la zoofilia? Usted menciona a un tal Renodet Fout-Oe (“follaocas”), pero, claro, era francés.

R. Había leyes que la prohibían, podías ser castrado o ejecutado, incluso quebrándote atrozmente en la rueda, si te encontraban culpable, era una aberración no respetar los límites trazados por Dios entre lo humano y lo animal. Se producían casos desde luego, y se solía castigar a las dos partes, el hombre y el animal.

Robin Hood y Marian en 'Robin Hood, príncipe de los ladrones'.
Robin Hood y Marian en 'Robin Hood, príncipe de los ladrones'.

P. Nos ha destruido mucho el imaginario medieval su libro al señalar que no hubo cinturones de castidad ni derecho de pernada.

R. ¡Eso espero!, haber desmitificado esas cosas. No existían, no hay ninguna evidencia. Son invenciones tardías y responden al estereotipo de una Edad Media mojigata, reprimida y a la vez obsesionada con el sexo. La forma en que la cultura popular moderna imagina la sexualidad medieval es bastante inexacta.

P. ¿Qué películas considera que han mostrado bien la sexualidad medieval?

R. No he visto muchas. Desde luego no Braveheart, en la que sale el derecho del señor a tomar la virginidad de una novia en su noche de bodas, ni Juego de Tronos, que se recrea en la violencia sexual, la violación y el incesto de una manera que está lejos de la realidad del medioevo. El último duelo, sin duda, es mucho mejor.

Un maduro Robert Taylor, despues de haberse puesto la armadura de Ivanhoe, se transformaba en el caballero Lancelot, rendido antes los encantos seductores de la reina Ginebra (Ava Gardner), en 'Los caballeros del Rey Arturo' (Richard Thorpe, 1953)
Un maduro Robert Taylor, despues de haberse puesto la armadura de Ivanhoe, se transformaba en el caballero Lancelot, rendido antes los encantos seductores de la reina Ginebra (Ava Gardner), en 'Los caballeros del Rey Arturo' (Richard Thorpe, 1953)

P. En suma, ¿hemos de alegrarnos o lamentarnos de no haber tenido sexo medieval?

R. Me encanta la Edad Media, pero prefiero no vivir en ella. Había situaciones muy difíciles de tragar. Muchas cosas de derechos, de la mujer, de los homosexuales, que hoy damos por sentados y que sencillamente entonces no existían. A pesar de que reivindico la Edad Media y he tratado de desmitificarla, sin duda hoy estamos mucho mejor.

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Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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