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El Prado eleva a 70 las obras de sus fondos incautadas durante la Guerra Civil y el franquismo

La investigación encargada por el museo al profesor Arturo Colorado halla el origen exacto de 10 piezas y publica imágenes y los datos que ha podido averiguar del resto

Tommaso Koch
'Escena de majos y celestina', atribuido a Eugelino Lucas Villaamil, en el Museo del Prado pero perteneciente, según la investigación, a Pedro Rico.
'Escena de majos y celestina', atribuido a Eugelino Lucas Villaamil, en el Museo del Prado pero perteneciente, según la investigación, a Pedro Rico.Museo del Prado

Dueño y obra fueron separados. Y nunca más se volvieron a encontrar. Las piezas terminaron incautadas durante la Guerra Civil y el franquismo. Y ahora aguardan en el Museo del Prado. Mientras, con el paso del tiempo, sus propietarios “no lograron acreditar la propiedad, habían fallecido, se encontraban exiliados, habían sido represaliados o simplemente eran desconocidos por no haber quedado registrados sus nombres en las actas de incautación”, se lee en el informe publicado hoy viernes por la pinacoteca. En el estudio, el Prado eleva hasta 70 —se detectaron 25 al principio— las creaciones almacenadas en sus fondos que llegaron tras incautaciones en esos años convulsos. “Se podrían sumar, tras una investigación interna, 7 medallas y 89 dibujos cuya procedencia en origen es desconocida”, agrega el documento. A la vez, el Ministerio de Cultura y Deporte ha lanzado un portal online donde irá compartiendo toda la información que logre recabar sobre bienes culturales incautados en esos mismos periodos.

En 10 casos, ha sido posible reconstruir el punto de partida exacto de la obra, ya fuera un lugar, como una iglesia en Guadalajara, o un nombre y apellido, como Gonzalo Rodríguez, que atesoraba en la calle Serrano 100, 1 derecha, en Madrid, dos cuadros de Francisco y Rodrigo de Osona. Y en otros dos casos al menos se conoce la dirección de la que salió la pieza: Andrés Mellado 51, para La huida a Egipto, de Manuel de Castro, y Espalter, 2 para Retrato de señora, de José Morillo y Ferradas.

Una vez que el Prado ha comunicado los resultados de su indagación, queda en manos de los potenciales dueños y herederos reclamar, si lo consideran, la devolución. Fuentes del museo relatan que la petición pasaría entonces ante la Abogacía del Estado, encargada de las averiguaciones correspondientes. Así ha sucedido, de hecho, para las únicas dos piezas que han sido requeridas hasta ahora: Escena de majos y celestina y Asalto a la diligencia, ambas atribuidas a Eugenio Lucas Villaamil y pertenecientes a Pedro Rico, cuyos herederos las quieren de vuelta.

En cuanto a todas las demás piezas detectadas, el informe, liderado por el catedrático y profesor emérito Arturo Colorado, que investigó durante años el asunto también en el libro Arte, botín de guerra, incluye a lo largo de 76 páginas datos e imágenes de cada una, hasta donde ha sido posible averiguar. Aunque 23 se encuentran en un estado de conservación que “hace imposible su identificación”. Se abre así la puerta a que otros investigadores o implicados contribuyan a aportar nuevos detalles o incluso algún propietario o heredero pueda reconocerlas e intentar demostrar que le pertenece. En el listado, figuran Retrato de caballero (esbozo), de Federico de Madrazo; Cabeza de mujer con mantilla blanca, de Joaquín Sorolla; San Agustín meditando sobre la Trinidad, del taller de Rubens, Paisaje nevado, de Jan Brueghel el Joven, cuatro pinturas de José Gutiérrez de la Vega y Bocanegra y dos versiones de Amorcillos vendimiando de François Boucher, entre otras. El Prado ha anunciado hoy viernes también la exposición Obras incautadas. Un proceso abierto, que podrá verse hasta el 2 de mayo.

El documento destaca la importancia de distinguir entre dos incautaciones: “Las obras enviadas para su conservación a los almacenes de los museos del Prado y de Arte Moderno por la Junta del Tesoro Artístico republicana durante la guerra y las adscritas en depósito a ambos museos por el Servicio de Defensa del Patrimonio franquista en la posguerra”. Entre otras diferencias más obvias, en el primer caso, que corresponde a 32 de las 70 piezas, el expediente solía incluir el origen. Algo que no sucede con las otras 38, secuestradas durante la dictadura.

“La desinformación se acentuó en la posguerra, debido a la gran cantidad de obras que el Servicio franquista debía gestionar y a la decisión de no investigar esos orígenes sino sencillamente entregarlas a otros destinatarios, afectando esta diáspora a las colecciones de los exiliados republicanos, de una colección privada (hoy museo), de la nobleza, de particulares o de la Iglesia. Esta decisión, cuando los acontecimientos estaban muy cercanos —y, por lo tanto, los datos más accesibles—, tuvo consecuencias evidentes”, se lee en las conclusiones del informe. Es decir, se generó tanta niebla alrededor de las creaciones que 80 años después se ha complicado notablemente la tarea de vislumbar toda la historia.

La investigación afirma que “durante la posguerra, el Servicio franquista […] desplegó una política de desvío masivo de obras de arte hacia diferentes destinos. En unos casos, porque se desconocía el origen de las piezas, pero en otros muchos porque pertenecían a colecciones de enemigos políticos o sencillamente para beneficiar a instituciones o adeptos al régimen”. Los estudios del profesor Colorado han permitido aclarar que los principales beneficiarios fueron los museos, con más de 3.000 obras entregadas, seguidos por los organismos públicos, con 2.000 y la Iglesia, con una cifra muy parecida. Unas 600 piezas terminaron en manos de particulares. De ahí que el documento concluya: “Los años de la posguerra franquista supusieron la mayor diáspora de obras de arte de la historia de nuestro país, con una reubicación de miles de obras, cuando no de su desaparición”. Tal vez, ahora, alguna consiga volver a casa.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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