‘Oso vicioso’: Yogui es un yonqui
La historia real del plantígrado que murió en 1985 por sobredosis de cocaína en los Apalaches se convierte en un taquillazo de Hollywood
En diciembre de 1985, los investigadores no pudieron, tras la autopsia, más que llegar a una única conclusión: el oso negro que habían hallado en el parque nacional de Chattahoochee, en las montañas Apalaches, al norte del Estado de Georgia, un ejemplar de casi 67 kilos, había muerto por sobredosis de cocaína. Cerca del úrsido macho —la especie más común en Estados Unidos— estaba la bolsa de deporte que había contenido más de 30 kilos de droga (en ese momento se estimó que hubiera reportado en el mercado unos 15 millones de euros) y que había lanzado un narcotraficante desde un avión. Alrededor del cuerpo del animal, 40 paquetes abiertos y vacíos. En el informe pericial constataron una hemorragia cerebral, el estómago perforado y todo tipo de desastres en sus órganos. La historia ha dado muchas vueltas (según han pasado los años, la leyenda ha aumentado el peso del mamífero, la cantidad de droga y su valor) hasta acabar en el cine, en la comedia negra Oso vicioso (su título original es mucho más explícito, Cocaine Bear), que llega a España a las salas este viernes.
¿Cómo llegó la cocaína a poder del oso? El culpable fue Andrew Thornton II, el hijo de un rico criador de caballos de Kentucky, que había pasado de ser oficial de narcóticos a narcotraficante convicto. Con su avioneta Cessna volvía en septiembre de 1985 cargado de Colombia, y había lanzado —al parecer el vehículo estaba fallando por sobrecarga— otras bolsas por la portezuela antes de saltar él mismo con paracaídas. Nada más salir de la aeronave, su cabeza golpeó con la cola del aparato, aparentemente se quedó sin sentido y acabó espachurrado en una entrada de coches en una casa de Knoxville, en el limítrofe estado de Tennessee. Aún llevaba puestas una gafas de visión nocturna, un chaleco antibalas y unos mocasines Gucci. En sus bolsillos, la llave de la avioneta, 4.500 dólares, cuchillos y dos pistolas. La policía buscó los restos del aeroplano, que apareció horas más tarde estrellado en Carolina del Norte, y siguiendo el plan de vuelo encontraron nueve bolsas grandes de deporte llenas de cocaína. Tres meses más tarde, apareció el oso cocainómano y la décima bolsa.
Aún le quedan dos vueltas más a esta historia. El oso fue disecado y bautizado como Pablo Eskobear, juego de palabras con el nombre del narcotraficante colombiano más famoso de la historia, y, tras pasar de mano en mano, ahora está expuesto como atracción turística en la tienda Kentucky For Kentucky en Lexington. Todo vale para atraer a los turistas.
Y el siguiente y sorprendente giro de los acontecimientos llega de las manos de Phil Lord y Chris Miller, los directores de Lluvia de albóndigas o La LEGO película y productores de Spider-Man: un nuevo universo, dos de los tipos más imaginativos de Hollywood, y que fueron despedidos de Han Solo. Una historia de Star Wars, cuando chocaron con Lucasfilm por el tono cómico que querían insuflarle al guion. El libreto es obra de Jimmy Warden, un antiguo asistente de producción de Lord y Miller en Infiltrados en clase, que se lo dio a sus jefes para que lo valoraran (les entusiasmó) y ha formado parte del acuerdo de Lord y Miller con el estudio Universal. Al comenzar la producción, a finales de 2019, Oso vicioso iba a ser dirigida por el colectivo Radio Silence (los realizadores Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, y el productor Chad Villella), pero el trío prefirió centrarse en la nueva Scream. Así entró la actriz y directora Elizabeth Banks, que a su currículo interpretativo (Los juegos del hambre, ¿Hacemos una porno?, W. o Mi vida es una ruina) suma un taquillazo como directora (Dando la nota, que dio pie a toda una saga) y un cataclismo comercial (Los ángeles de Charlie). Lord y Miller ya habían colaborado con ella y le han dado plena libertad.
Banks ha decidido que salvo el nombre del narcotraficante, Andrew Thornton II, el resto fuera inventado y narrado a medio camino entre la comedia negra y un filme gore. Pablo Eskobear no mató a nadie, al contrario del oso protagonista del filme —en puridad, osa—, un plantígrado que asesina a quien se interponga en su camino hacia la droga. En Variety, la cineasta asegura: “La película podría ser vista como la historia de venganza del oso”. Y de ahí el retrato del mamífero como un animal salvaje, aunque de comportamiento comprensible: como si el oso Yogui se hubiera vuelto yonqui y, por tanto, su carrera criminal fuera justificable. El público ha reaccionado con pasión, y lleva ya recaudados en todo el mundo 76 millones de euros, tras aparecer incluso en la ceremonia de los Oscar.
Oso vicioso se rodó en Irlanda de agosto a octubre de 2021 y la mayor parte de su presupuesto (32 millones de euros) se destinó a la recreación del animal por ordenador. En el reparto, mucha cara conocida gracias a la cantidad de personajes —como si cumplieran un manual de guionista, se salvarán casi solo los que tienen niños a su cargo—: Keri Russell (cuyo marido en la vida real y en la serie The Americans, Matthew Rhys, da vida en un cameo a Thornton), O’Shea Jackson Jr. (el hijo de Ice Cube), Alden Ehrenreich (el Han Solo de la película de la que despidieron a Lord y Miller), los cómicos veteranos Margo Martindale e Isiah Withlock Jr, y Ray Liotta, en la primera película póstuma que se estrena tras su fallecimiento y a quien está dedicada Oso vicioso. En la secuencia inicial aparece el noruego Kristofer Hivju (Juego de tronos), encarnando a un excursionista, Olaf, quien junto a su prometida Elsa (guiño doble a Frozen) están haciendo trekking en los Apalaches: serán los primeros en cruzarse con el furibundo animal.
La película forma claramente parte de una nueva ola de amor por la serie B, de títulos como El piloto (con el incombustible Gerard Butler), El insoportable peso de un talento descomunal (Nicolas Cage hace de Nicolas Cage) o, incluso, John Wick 4 (saga que nació con cero pretensiones, antes de arrasar en taquilla), heredera de clásicos del cine popular de hace unas décadas como Serpientes en el avión (los títulos nunca mienten). La serie Z, que se alimenta de los restos de la serie B con presupuestos aún más ínfimos, ya ha producido sus propias versiones de animales yonquis: la productora The Asylum, reyes de este mercado, ha acabado Attack of the Meth Gator (cocodrilo más narcóticos), y en EE UU está disponible Cocaine Shark (megatiburón con mono de droga).
Babelia
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