Reliquias de silicona
Según Joseph Campbell, la religión tiene dos grandes enemigos: tomar sus metáforas por mentiras o considerarlas hechos históricos
Este sábado se inauguró en la catedral de Guadix (Granada) la exposición The Mistery Man. Organizada por la empresa ArtiSplendore, cuenta con “el único cuerpo hiperrealista y volumétrico del hombre de la Sábana Santa”, es decir, una recreación en látex, silicona y pelo natural a partir del sudario de Turín. Podría habérsele ocurrido a Maurizio Cattelan, que reprodujo el cadáver de Kennedy en su escultura Now, pero no es el caso.
La cuaresma, la sede granadina y el uso transmedia de una reliquia invitan a viajar a la Roma de 1492. Aquel año los restauradores de la basílica de la Santa Croce in Gerusalemme encontraron una caja de plomo en un nicho tapiado. Contenía un fragmento del Titulus Crucis, la tabla con la inscripción que Pilatos mandó clavar en la cruz de Cristo. Santa Elena, madre de Constantino, la había llevado a la Ciudad Eterna a principios del siglo IV. El cardenal titular de la basílica era el poderoso Pedro González de Mendoza, que anunció que el INRI había reaparecido el mismo día que llegaron a Roma las noticias de la reconquista de Granada.
Alexander Nagel y Christopher S. Wood dedican al caso un capítulo de su fascinante Renacimiento anacronista (Akal). En él explican que el radiocarbono dató el Titulus en los siglos XI o XII, pero que su recuperación coincidió con un momento de doble interés: por las reliquias como fuente de ingresos para los clérigos y por las inscripciones romanas como fuente de erudición para los humanistas.
La definición de mito favorita del gran experto Joseph Campbell era esta: la religión de los otros. ¿Y qué es una religión? Una mala interpretación de la mitología. En Tú eres eso (Atalanta) pueden leerse sus comentarios sobre la Última Cena, el beso de Judas y, por supuesto, la crucifixión. Encontrar equivalencias en culturas alejadas del judeocristianismo le llevaron a defender dos tesis: 1) Mito no es mentira sino metáfora. 2) El gran error de muchas religiones reside en considerar los signos (mitológicos) como hechos (históricos).
Según el autor de Las máscaras de Dios, “un modo de privarnos de una experiencia es esperarla”. Otro, disponer de un nombre para esa experiencia antes de tenerla. Por eso subrayaba, citando a Jung, que una de las funciones de la religión es protegernos de la experiencia religiosa. ¿Cómo? Concretándolo y formulándolo todo. Eso no significa que Campbell estuviera contra los rituales. Al contrario. Fue muy crítico con la reforma que abandonó la misa en latín ―una lengua universal sin asociaciones cotidianas, es decir, trascendente― y puso al cura a mirar a los fieles. “Cuando la liturgia se recita en el idioma local y el altar se gira 180 grados, el sacerdote parece menos un intermediario del misterio que un cocinero de la televisión”, escribió para escándalo de los reformadores. Y añadió: “Cuando el clero fracasa en su tarea de comprender los símbolos de los que es custodio, uno se ve obligado a pensar que solo quedan los artistas para hacer por nosotros esta exploración espiritual”. No contaba con Maurizio Cattelan.
Babelia
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