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Muere a los 51 años el escritor Alexis Ravelo, gran referente de la novela negra española

El autor canario ha fallecido de un ataque al corazón. Dueño de una obra esencial dentro del género, su carrera literaria y su pasión por los libros han encontrado un abrupto final

El escritor Alexis Ravelo, fotografiado en 2016.
El escritor Alexis Ravelo, fotografiado en 2016.Carlos Rosillo
Juan Carlos Galindo

Una vida pegada a los libros se ha apagado demasiado pronto este lunes. Alexis Ravelo ha fallecido a los 51 años víctima de un ataque al corazón. El escritor canario era uno de los grandes valores de la novela negra en español. Cada libro, desde La estrategia del pequinés, con el que ganó el Dashiell Hammett de la Semana Negra de Gijón en 2014, hasta el último, Los nombres prestados, premio Café de Gijón 2022, era un nuevo reto literario, una forma distinta de romper los márgenes de un género que muchas veces se conforma con demasiado poco y otras tantas se copia hasta el aburrimiento. Con Alexis Ravelo eso no pasaba nunca, no era su terreno de juego, no era su forma de entender los libros, tampoco la vida.

Nacido en Las Palmas de Gran Canaria en agosto de 1971, su existencia corrió paralela a la literatura desde antes incluso de su concepción. Su padre, cambista de bolsilibros casa por casa, conoció a su madre mientras trabajaba. Pocos años después, la materia que daba de comer a la familia se convirtió en la droga del niño Alexis, que devoraba aquella literatura popular firmada por hombres con rimbombantes seudónimos anglosajones. “En mi casa había pocos libros, una Biblia y bolsilibros. Otros presumen de la biblioteca del padre, pero ese fue mi primer contacto con la literatura”, contaba a este diario en una entrevista con motivo de la publicación de La otra vida de Ned Blackbird (Siruela), una de sus excursiones fuera del género negro. Los milagros prohibidos (2017), un relato ambientado en la represión franquista en la isla de La Palma, la Semana Roja de julio de 1936, es otro ejemplo de un autor que también cultivó la dramaturgia y la literatura juvenil.

Lector impenitente de gustos exquisitos, crítico de criterio afilado, Ravelo realizó estudios de Filosofía y desempeñó distintos trabajos antes de llegar a la literatura. Pero en 2013 ganó el premio Getafe Negro por La última tumba (Edaf) y desde ese momento se convirtió en un referente habitual de un género por aquel entonces en expansión y obnubilado por las modas nórdicas. Esta novela, junto a la ya nombrada La estrategia del pequinés y Las flores no sangran (las dos en Alrevés), forman parte de ese ciclo sobre granujas y perdedores, “historias sobre gente sencilla que tiene que hacer golferío para salir adelante”, según sus propias palabras. Antes, desde 2006 había ido publicando la serie de Eladio Monroy, un antiguo marinero metido a detective, que le sirvió como gimnasia literaria y camino de aprendizaje.

“Un escritor calvo que nació y aún sobrevive a régimen de cervezas y bocadillos de chóped y que, contra todo pronóstico, ocupa un lugar relevante en la narrativa española actual”. Así se definía en la solapa de sus libros un autor, una persona, cuya obra y vida no se pueden entender sin el humor. Tampoco sin su compromiso político. Sus novelas no estaban exentas de escenas violentas, pero sin olvidar el contexto social. “Es tan violenta una agresión como que alguien esté buscando comida en un contenedor. Eso es una violencia estructural ejercida por los de siempre”, aseguraba. Él siempre dejaba claro que su mirada amable hacia sus personajes no se hacía extensible a la sociedad en unas novelas que coqueteaban con las ideas del neopolar de Jean Patrick Manchette, pero con una estructura más clásica y directa. El francés, junto a Friedrich Dürrenmatt, Jim Thompson o Leonardo Sciascia, afloraba en cualquier charla con el autor canario, siempre agradecido con los maestros, a los que añadía del lado español a Juan Madrid, Francisco González Ledesma, Andreu Martín y Jorge Reverte.

Con la idea de contar lo universal desde lo más próximo, tan cultivada por su admirado Juan Rulfo, las historias de Ravelo tenían Canarias, y más en concreto Las Palmas de Gran Canaria, como escenario. Muy pegado a la vida de su tierra, el autor defendió siempre el uso de la lengua cotidiana en la literatura, uno de los méritos que le llevaron a ser incluido en la Academia Canaria de la Lengua.

La literatura y la vida

Su evolución le llevó a abrir la mirada, a tratar el poder desde otros ámbitos. Llegó así Un tío con una bolsa en la cabeza (Siruela, 2020), un ejercicio de estilo dotado de un ritmo excelente, una narración desesperada de un empresario que, con una bolsa en la cabeza y tirado en el suelo después de que lo hubieran asaltado en su casa, trata de entender, antes de que se le agote el oxígeno, por qué va a morir. Antes, con La ceguera del cangrejo (Siruela) había fijado la mirada en las tramas urbanísticas y los intereses creados en Lanzarote contra el hombre que cambió la cara y la concepción misma de la vida en la isla, el arquitecto César Manrique. La publicación el año pasado de Los nombres prestados mostraba la progresión continua de un autor enraizado en el género en su vertiente más social, pero que lo abordaba con personajes complejos y puntos de vista arriesgados. “Lo que nos falta es aprender a comprender a los demás, sin perdonarlos, porque en eso nos jugamos el no hacer el mal nosotros. Por lo menos tenemos una oportunidad. Al que ha causado dolor le ponemos la etiqueta de monstruo y tratamos de convencernos de que no pertenece a nuestra especie, pero sí”, reflexionaba en este diario en marzo de 2022.

Gran dinamizador cultural, lo mismo daba cursos en la cárcel que colaboraba en la Cadena SER o montaba y dirigía Aridane Criminal, un festival que llevó la novela negra a este rincón de Canarias. Problemas de salud en 2022 le habían llevado a relajar el ritmo, cancelar compromisos y buscar otro encargado del festival para la próxima edición.

La novela negra está de luto. Hay muchos lectores huérfanos, pero también un buen puñado de autores clásicos o no que han perdido a su mejor intérprete. Excelente conversador, profesor casi sin querer de aquellos que lo escuchaban en un festival o en un bar, la mayoría de las veces primero en un sitio y luego en el otro, Alexis vivía para la vida, para Thalía, su pareja, para su huerta, la música, los amigos. Y los libros, los que tan bien escribió, los que tan bien leyó. Pocas veces alguien tan bueno habrá escrito sobre algo tan oscuro con tanto acierto.

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Sobre la firma

Juan Carlos Galindo
Es responsable de la sección de Pantallas y, además, escribe sobre libros en Cultura y Babelia y coordina el blog de novela negra Elemental. Lleva en EL PAÍS desde 2008. 'Hontoria' es su primera novela, publicada por Salamandra en 2023.

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