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Aquí es martes
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Novela histórica; o sea, de las que hacen historia

Lo primero que causa asombro en el último libro de Andrés Trapiello, ‘Madrid 1945′, es la minuciosidad del detalle. Sugiere un trabajo de investigación y documentación ingente

Félix de Azúa
Andrés Trapiello, en su casa.
Andrés Trapiello, en su casa.Santi Burgos

Lo primero que causa asombro en el último libro de Andrés Trapiello (Madrid 1945, ed. Destino) es la minuciosidad del detalle. Sugiere un trabajo de investigación y documentación ingente. Por decirlo de otro modo, lo primero que admira en este libro es la tarea descomunal que se le adivina.

El asunto en sí mismo es sencillo: un crimen, el último, que llevaron a cabo los guerrilleros comunistas que del maquis francés pasaron a constituir una milicia armada en Madrid. Un puñado de estos militantes perpetraron un asalto absurdo e inútil en febrero de 1945 a la subdelegación de Falange en Cuatro Caminos. El resultado, dos muertos, personajes insignificantes, tan pobres como la mayoría de los españoles de entonces y totalmente desconocidos por sus asesinos.

Ese no es, en realidad, el tema del libro, sino más bien la vida de los desamparados y de las clases medias empobrecidas por la guerra, en aquel Madrid de 1945. Y su complemento, la inconcebible burocracia estalinista que está ya organizada como una cadena asfixiante que desde Francia (y menos desde México) va dando órdenes a los desgraciados agentes madrileños sin tener ni idea de cómo son las cosas en la España de Franco. La sumisa obediencia de aquella gente, su torpeza como partisanos, la abnegación que muestran hacia unos mandos (entre ellos, Carrillo) que no eran sino marionetas de los auténticos jefes bolcheviques, producen incluso una cierta compasión piadosa.

De modo que el verdadero protagonista no es sino la ciudad de Madrid en 1945, arruinada, hambrienta, sometida a un aparato policíaco tan envilecido como las autoridades que lo comandaban. Un lugar duro, helado en invierno, infernal en verano, donde nadie tenía ni un duro y en el que abrirse camino para sobrevivir era tan difícil que sólo un experto novelista como Trapiello nos lo puede transmitir con verosimilitud.

El régimen aprovechó un asesinato que apenas merecería una mención en la sección de sucesos para poner en marcha la mayor manifestación que se ha dado nunca en España. Así enviaba un aviso a las naciones que estaban ganando la guerra contra Alemania, como advirtiendo de que no se les ocurriera descabezar el franquismo porque el país entero estaba con Franco.

Las sentencias de muerte y su ejecución, las de cadena perpetua, la condena de los militantes comunistas, tuvieron también otro efecto: acabaron con las guerrillas en España. El Kremlin demolió lo que quedaba del “ejército de liberación”. Esa es la paradoja, aquellos absurdos asesinatos reforzaron al régimen y acabaron con la lucha armada comunista en España.

Vuelvo al comienzo: sólo un trabajo colosal puede dar como resultado esa estampa de Madrid en 1945 maravillosamente retratado por Trapiello, quien, a partir de un documento, el expediente José Vitini y diez más, da cuenta exacta de cada personaje, de cada acto administrativo, de cada detención y tortura, de la vida privada de los protagonistas, incluso de las conversaciones que alcanzó a sostener con algunos supervivientes. Un trabajo inmenso, iluminado por una buena cantidad de fotografías de la época, la mayor parte de las cuales son hallazgos del propio Trapiello en sus famosas cacerías por el Rastro. Una novela histórica, o sea, de las que hacen historia.

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Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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