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Universos paralelos
Columna
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Nico: princesa y mártir

Su belleza fue su maldición. Cayó en la música por casualidad, sin la preparación mínima para sobrevivir

Nico, en una sesión fotográfica de 1967.
Nico, en una sesión fotográfica de 1967.Michael Ochs Archives
Diego A. Manrique

¿En qué se nota que te has convertido en artista de culto? Fácil: cuando te han dedicado más películas (documentales, biopics) y obras de teatro que discos editados durante tu vida. Incluso, puede que se hayan publicado más libros sobre tu persona que discos propios. La paradoja: vende tu mitología, pero no tu obra.

Todo eso ocurre con Nico (1938-1988). El último tomo salido al mercado es You Are Beautiful & You Are Alone. La biografía de Nico (Contraediciones), de Jennifer Otter Bickerdike. La autora presume de que se trata del primer libro sobre Nico escrito con perspectiva de género aunque la verdad es que casi todas las películas y obras de teatro anteriores venían firmadas por mujeres comprometidas.

Jennifer Otter Bickerdike entrevistó a más de cien personas para su biografía, aunque la mayoría repiten lo que habían contado en proyectos anteriores y parecen empeñados en pelear con los tópicos consolidados sobre Nico más que en aportar visiones frescas. Es cierto que Nico fue víctima del edadismo, con periodistas masculinos (y, a veces, femeninos) que deploraban su deterioro físico y se callaban sobre los efectos de su adicción a la heroína, entonces asunto todavía tabú. El problema de Nico para cualquier biógrafo es que mentía como una bellaca. Hablando de la Segunda Guerra Mundial, asegura que se negaba a “lavarse con jabón hecho de huesos humanos, a ponerse ropa confeccionada con pelo humano, a usar lámparas cuyas pantallas eran piel humana tatuada”. Es posible que todos esos horrores o similares se produjeran en algún campo de exterminio, pero las SS se cuidaban muy mucho de impedir que llegaran a los civiles alemanes.

¿Importa eso? Sí, ya que Nico protagonizaba provocaciones como cantar el himno Deutschland über alles en la versión íntegra que emocionaba a los nazis. Y luego ponía cara de inocente y explicaba que “¡tiene una melodía tan bonita!”. Su supuesto odio a los judíos casa mal con sus relaciones íntimas con Bob Dylan o Lou Reed. La tantas veces repetida anécdota de que fue violada por un soldado afroamericano, posteriormente fusilado, cae por los suelos al no aparecer rastro de papel del juicio y la ejecución.

Es muy probable que, recién llegada a aquel nido de víboras que era la Factory, Nico se sintiera obligada a epatar a Andy Warhol y compañía. Y eso que tenía mejor currículo que los demás: una notable carrera como modelo; un papel en La dolce vita, de Fellini; un hijo con Alain Delon. Atención: el actor se negó a reconocer al niño, conocido como Ari, que fue criado en Francia por sus propios padres, es decir, por sus abuelos paternos. Otter Bickerdike sabe, como el resto del mundo, que Delon era un mal bicho, pero sorprende que la autora no haya indagado más en las causas de aquel rechazo. Aunque Delon solo tendría que explicar que Nico era un peligro andante: cuando recuperó a Ari, su madre no tardó mucho en introducirle en el vértigo de los opiáceos.

Portada del libro 'You Are Beautiful & You Are Alone. La biografía de Nico' (Contraediciones), de Jennifer Otter Bickerdike.
Portada del libro 'You Are Beautiful & You Are Alone. La biografía de Nico' (Contraediciones), de Jennifer Otter Bickerdike.

Lo cierto es que pocos salen indemnes de You Are Beautiful & You Are Alone. La biografía de Nico. Ni la autora, que evita analizar la música de Nico. Muchos de los miembros de su camarilla se convirtieron en sus groupies (masculinos), otros se apuntaron a su modesto modus operandi: con base en Manchester, recorría locales de la Europa continental, cobrando cantidades mínimas y siempre con el temor a quedarse sin su medicina. Muy chungo. ¿Excepciones? Quizás John Cale, ex compañero en The Velvet Underground, generalmente dispuesto a funcionar como su productor discográfico, aun sabiendo que no despachaba grandes cantidades de discos. Y almas cándidas como Iggy Pop, en los años de los Stooges, todavía agradecido a Nico por enseñarle la técnica del cunnilingus.

Y el final. Había pasado a la metadona, que le permitía una existencia más tranquila. Retornó a su querida Ibiza. Pedaleaba en su bicicleta cuando sufrió una insolación y cayó desmayada. Quizás podría haber sobrevivido, pero fue rechazada en tres hospitales antes de ser acogida en un cuarto establecimiento, Can Misses, donde miraron sus brazos agujereados, decidieron que era una yonqui más y que ya se le pasaría. Se equivocaron.

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