Jeanette se infiltra entre los ‘indies’: pop melodramático para corazones rotos en el festival Sonorama Ribera
La veterana cantante, estrella en los setenta, solventa con creces su actuación en la cita burgalesa con las colaboraciones de Coque Malla, Miss Caffeina y Shinova
El jueves pasado, Jeanette iba a conceder una entrevista a este periódico por teléfono y no pudo porque su marido acababa de fallecer. Cogió el teléfono desconocido y se disculpó con entereza. Su marido, ingresado en el hospital desde hacía semanas, había muerto esa misma mañana. Justo una semana después, anoche, Jeanette saltó a uno de los dos escenarios principales del festival Sonorama Ribera y empezó cantando Porque te vas, su popular canción de los setenta, himno imperecedero de corazones rotos y personas desorientadas.
Seguramente, casi nadie, por no decir nadie, sabía que el marido de Jeanette había muerto cuando esta cantante, que a finales de los sesenta fue niña prodigio de la canción española, empezó su concierto con puntualidad británica a las 21.20 en Aranda de Duero (Burgos). A diferencia de tantas estrellas de aquella época tardofranquista y de tanta cara famosa de la farándula pop, Jeanette no ha participado nunca del juego barato de exponer su vida. Ella siempre ha sido una artista que defendía sus canciones, pequeños grandes artefactos de pop melodramático que, unas cuantas décadas después, siguen sonando modernos y tremendamente emotivos.
“¡Buenas noches, Sonorama!”, gritó la cantante de 70 años, ataviada con un elegante vestido verde de una sola pieza. Se mostró sonriente y dispuesta a ofrecer un concierto para recordar. Lo tenía difícil: el público del festival más importante del indie español apenas la situaba en el mapa musical español. Al ver la programación, algunos creían que era una nueva promesa que acababa de irrumpir en la escena. “Yo estoy aquí por ver a Rozalén, que toca luego en este escenario tras el concierto de Jeanette. No sabía quién era. Pensé que era extranjera o una joven promesa”, confiesa Cristina Martínez, una chica de 27 años que esperaba en primera fila minutos antes de comenzar el concierto de Jeanette, quien goza de una gran acogida en Latinoamérica, especialmente México.
En cambio, hubo otras personas que sí sabían de la existencia de esta mujer que siempre destacó por ser una gran baladista y a la que en los últimos tiempos han recuperado artistas como La Bien Querida. “Tiene una estupenda base musical”, aseguraba María Gutiérrez, de 48 años. Su amiga Marisa Nenclares, de 47 años, reconocía que había ido por “nostalgia”. “Mis padres me la ponían en el coche cuando cada verano íbamos de Bilbao a Benidorm en coche. Nos recorríamos en nuestro Renault 8 de punta a punta España con las canciones de Jeanette. Las cintas se daban la vuelta ya solas”. A lo que añadió: “Es la más grande junto con Mari Trini. Si me das a elegir entre esto ―señalando el concierto de Triángulo de Amor Bizarro― y Jeanette, me quedo con Jaenette”. De una opinión no tan tajante con respecto al resto de actuaciones del Sonorama Ribera, pero igual de celebrativa con respecto a Jaenette, eran los hermanos Ángel y David Guerra, de 21 y 17 años, respectivamente. Su madre la ponía mucho en casa. “Es dulce y triste a la vez”, dice Ángel. “Tiene un alma especial. Es misteriosa y melancólica”, apunta David.
Cuando Jeanette triunfaba, toda la chavalería del Sonorama no había nacido. Eran los setenta y eso, en la España de hoy, es un mundo muy lejano. Entonces, la música pop pasaba por gigantes como Hispavox, la gran compañía discográfica española con la que triunfaron Juan Pardo, Mari Trini, Paloma San Basilio, Massiel, José Luis Perales, Raphael o Mercedes Ferrer. También Jeanette, que, con ascendencia francesa y criada en California, llegó a Barcelona para convertirse en una voz que lloraba a las mil maravillas con los arreglos de Rafael Trabucchelli y las letras de Manuel Alejandro, al que anoche recordó un par de veces y le honró. Palabras mayores. Colosos de la canción en español al servicio de esta mujer herida, pero también juguetona, cuando la vida requiere pasárselo bien con canciones como These Boots Are Made for Walkin’, la composición de Nancy Sinatra que ayer versionó sobre el escenario.
El concierto no fue memorable, pero tampoco un fiasco. Acabó por ser una actuación más que reseñable dentro de un ambiente nada propicio para el formato de Jeanette. No había la expectación desmesurada que en otras ediciones suscitaron los conciertos de Raphael y El Dúo Dinámico, coetáneos suyos. Esta vez, Jeanette pasó más de puntillas, pero solventó con creces la situación, a pesar de estar arropada por una banda con saxofón que, en ocasiones, quedaba insuficiente, sonando demasiado a orquesta veraniega de antaño. Les faltaba pegada instrumental. Su concierto fue programado justo antes del de Future Islands, la banda estadounidense cabeza de cartel. Ayudaron las colaboraciones de tres buenos espadas: Alberto Jiménez, cantante de Miss Caffeina; Gabriel de la Rosa, cantante de Shinova, y Coque Malla. Los tres salieron a cantar con ella.
De la incógnita se pasó a los móviles encendidos y grabando Soy rebelde, que, junto Alberto Jiménez, sonó a canto comunitario, elevado y contundente. De alguna forma, Jeanette siempre fue una artista de su propio molde, con ese grito controlado de reafirmación personal, con esa forma intensa de vivir dentro de las canciones. Su estilo, que bien podría encajarse dentro de una especie de indie pop sentimental de los noventa hacia delante, queda patente en canciones tan bien rematadas como El muchacho de los ojos tristes, Frente a frente, No sé tú y Amiga mía. Todas sonaron anoche. Y qué bien escuchar tanto sentimentalismo sin filtros. A veces, hay que llorarlo todo para seguir adelante.
Jeanette se reafirmó como lo que es: una artista hecha a sí misma. Veterana y rebelde, dulce y profesional, tan profesional como que ayer, una semana después de la muerte de su marido, salió al escenario con una entereza envidiable desde los primeros acordes de Porque te vas, la canción que reventó las listas de éxito en los setenta cuando Carlos Saura la incluyó en su película Cría cuervos. Anoche, algunos pudieron visualizar a esa preciosa niña llamada Ana Torrent escuchando la canción en el reproductor con el corazón en un puño. Una imagen icónica para una canción icónica. En la cabeza de Jeanette quizá estaría también la imagen de su marido. Lo único cierto es que los corazones rotos tuvieron anoche en Jeanette a su gran aliada. Y es bastante, tal y como están los corazones en cada barrio.
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