David Martín Sánchez: “La sociedad gitana es la más anticapitalista de Europa”
El historiador reivindica a la minoría excluida de la agenda política. “Franco utilizó lo gitano como un producto estereotipado, marca España”
El profesor e historiador David Martín Sánchez (Errentería, 42 años) pretende con su Historia del pueblo gitano en España (Catarata) que ese grupo humano “ocupe el lugar que merece”. Este no gitano —”payo no siempre es positivo… mejor no gitano, o gachó, lacorrillo…”— convivió 11 años con gitanos, sus compañeros en una asociación de carácter social de la diputación de Gipuzkoa. “Filtré toda mi formación desde la mirada del pueblo gitano gracias a mi convivencia con ellos”, cuenta por videoconferencia. En el colegio, en la universidad… en todo lo que estudió sobre la historia de España no había gitanos. Pero los encontró. Y ahora están en su libro.
Pregunta. ¿Dónde estaban?
Respuesta. Pues en todos los lados. Siempre han estado.
P. ¿Por qué no se les ve, más allá del folclore?
R. Porque no han tenido un lobby, no tienen un peso dentro de la cultura que puedan manejar ellos. Pero eso está cambiando. Sabemos lo que es el Januká judío por la serie Friends, pero apenas nada de las costumbres de los gitanos, que son nuestros vecinos, compañeros…
P. Su folclore se convirtió en identitario de España, especialmente por los sectores más conservadores, al tiempo que se les hacía invisibles. Es muy contradictorio.
R. Eso surge en el siglo XIX, con la invasión napoleónica. Los aristócratas dejaron de usar la moda francesa para no ser vistos como afrancesados; la gente adoptó lo castizo, empezó a vestir como el pueblo llano; eso era lo patriótico. Y lo popular se asociaba con lo gitano. Ese patrón se repite. Franco lo utilizó como un producto estereotipado, como marca España; luego vino la fascinación por el cine quinqui… Pero es eso que dice Raimundo Amador en su canción Los días señalaitos, cuando todos quieren ser gitanos. El único sitio donde se siente el gitano con poder es en el mundo del espectáculo: solo ahí le hemos dejado ser, y tratado no ya de igual a igual, sino incluso más.
P. ¿La integración de los gitanos será a costa de sus rasgos culturales?
R. Decía la antropóloga Teresa San Román que el pueblo gitano es visto tanto por las derechas como por las izquierdas como un grupo humano defraudador del pacto social. Yo opino que es muy difícil que se produzca una integración sin que desaparezca su cultura. Siempre una cultura va a dominar a la otra. Veo una convivencia posible, que ha existido siempre. Los libros de historia han magnificado la fricción del pueblo gitano y el resto de la sociedad: si hubiese habido tanto conflicto, lo gitano habría desaparecido. Puede haber fricciones puntuales, en una escuela, en un barrio… pero no hay enfrentamiento, ni lo ha habido nunca.
P. ¿Qué elemento de su cultura ofrece más resistencia a la sociedad mayoritaria?
R. Nuestra vida capitalista. Para los gitanos, el dinero no tiene la importancia que le da el sistema. Tampoco entienden que si tienes un familiar muy enfermo tengas solo unos pocos días libres en el trabajo para cuidarle; o que celebrar una boda familiar sea un engorro porque tengas que regalar 300 euros… Eso el pueblo gitano no lo ve.
R. Para mí, hoy en día, es la sociedad europea más anticapitalista que existe. Y en la práctica; no de discurso, real. ¡Y pagan su precio por ello!
P. Las minorías identitarias marcan parte de la agenda política. ¿Por qué los gitanos no están los primeros?
R. Ellos son la minoría mayoritaria de España, pero no están en la agenda de ningún gobierno. Llevan años hablando de la inclusión de su cultura en el currículum educativo. Y no se hace. Sigue siendo un elemento exótico, tipo “el día de”, no una historia transversal.
P. ¿Tiene que ver eso con que apenas votan?
R. Tiene que ver con que están fuera del sistema, y ser anticapitalista tiene sus costes. Es el precio que están pagando.
Babelia
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