_
_
_
_
café perec
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La obra de arte en la era holográfica

Hay una teoría según la cual nuestro universo podría ser un vasto y complejo holograma. De confirmarse esto, algo cambiaría. De hecho, ya lo está haciendo

'Human One', de Michael Winkelmann, 'Beeple', en la exposición 'Expressions With Frames', en el castillo de Rívoli.
'Human One', de Michael Winkelmann, 'Beeple', en la exposición 'Expressions With Frames', en el castillo de Rívoli.Roberto Serra - Iguana Press (Getty Images)
Enrique Vila-Matas

Hay una teoría según la cual nuestro universo podría ser un vasto y complejo holograma. De confirmarse esto, algo cambiaría. De hecho, ya lo está haciendo. Ayer, un amigo americano que visitaba el castillo de Rívoli —desde hace años Museo de Arte Contemporáneo de Turín—, vivió una experiencia relacionada con tal teoría. Y el correo electrónico que envió me dejó literalmente electrizado. Lo mandó desde la excelsa Manga Larga, la reina de las secciones del Museo, un espacio en el que durante siglos estuvo la pinacoteca de arte clásico de los Saboya y donde estos días se concentra el núcleo más explosivo de la exposición vanguardista Espressioni con frazioni, una muestra que parece ir más allá del arte contemporáneo.

Y tan más allá. El amigo americano suele ir todos los años al Castillo de Rivoli porque le divierte, dice, registrar el contraste entre los medievales muros y el brillo de lo nuevo; en el fondo, el contraste entre el arte clásico y el contemporáneo. Pero ayer su sorpresa fue mayúscula al ver que la tantas veces cansina dicotomía se había desplazado hacia un territorio inesperado: como si lo clásico y lo contemporáneo se hubieran aliado de tal forma que hubieran conseguido borrar del mapa su reiterativa confrontación, y de pronto la oponente de esa alianza pareciera ser, por conectarla con Walter Benjamin, la obra de arte en la época de su reproductibilidad holográfica.

La sorpresa mayúscula le esperaba a mi amigo en forma de escultura andante, Human One, obra de Beeple (seudónimo de Mike Winkelmann), una escultura de dudosa estética que caminaba frente a un imponente retrato inmóvil pintado por Bacon. Le cedo a mi amigo la palabra: “No hace nada, iba por la Manga Larga cuando, en el interior de una caja acristalada, del tamaño de una vieja cabina telefónica, he visto a un hombre con casco y traje plateado de astronauta, que caminaba a cámara lenta mientras la cabina giraba lentamente sobre sí misma. Comprendí que estaba ante el celebérrimo Human One. Y, al acercarme más al caminante del traje plateado he visto, con susto, que la cabina estaba dentro de nuestro mundo, pero el hombre que iba dentro de ella caminaba hacia otro universo. ¿Se puede ir caminando a explorar el Otro Mundo, aquel en el que el arte quizás encuentre nuevos medios y expresiones inéditas?”

Antes de contestarle, espié en mi ordenador cómo, en su imperturbable marcha, el Human One iba dejando atrás infinitas holografías, imágenes de nuestra hiperactiva actualidad renovándose a cada segundo, y siempre con la inamovible pintura de Bacon al fondo.

¿Habría visto en directo mi amigo cómo aquel Human One cruzaba el Gran Umbral y comenzaba a explorar el Otro Mundo? Sentí que me temblaban las manos, quizás por ser humanas, demasiado humanas, como las del doctor Jekyll antes de su brebaje. Y traté de agarrarme a mis últimas creencias en la Tierra —la vieja y noble literatura, en mi caso— y pensé en el no menos noble escritor Nabokov, que un día tuvo un sueño… Pero vi que todo eso, incluido el pobre Nabokov, había quedado atrás.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_