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Feria de San Fermín
Crónica
Texto informativo con interpretación

Desvaído rejoneo

Guillermo Hermoso de Mendoza corta dos verbeneras orejas y una Roberto Armendáriz en una tarde de reiterados fallos con los aceros

Guillermo Hermoso de Mendoza, a hombros tras cortar dos orejas.
Guillermo Hermoso de Mendoza, a hombros tras cortar dos orejas.Rodrigo Jiménez. Efe
Antonio Lorca

Otra vez, y en esta ocasión con más delito, el presidente del festejo, Francisco Moreno Purroy, ha echado un buen borrón negro sobre el prestigio de esta plaza al conceder las dos orejas del sexto toro de la tarde a Guillermo Hermoso de Mendoza tras una actuación irregular, con sobresalientes fallos al colocar dos pares de banderillas cortas a dos manos y errar con el rejón de muerte. Pero nada de ello le ha importado al señor presidente, como tampoco le importó excederse a quien presidió la novillada el pasado martes, José M. Moreno Sevilla, a la sazón presidente del Club Taurino de Pamplona.

Claro, que así de verbenero está el palco, cómo estarán los tendidos… El público de esta plaza nunca ha sido exigente; la fiesta, el ruido, el baile, la comida y la bebida (en la sombra también se come y bebe) no son los mejores ingredientes para la seriedad que requiere este espectáculo, pero lo sucedido este año en los dos primeros festejos anuncia que el virus del imperante triunfalismo, tan de moda en Sevilla y Madrid, ha llegado, y de qué modo, al norte.

Mejor no pensar en lo que pueda suceder a partir de mañana, jueves, cuando comienzan las corridas ordinarias.

Al margen del abultado error presidencial, el espectáculo de rejoneo resultó desvaído y anodino. Y mira que colaboraron los angelicales toros de El Capea, tan queridos por los caballeros, porque es que son para comérselos. No es que no planteen dificultades, que no presentan ninguna; es que son buenos de nacimiento, colaboradores generosos, nobles hasta la santidad, y salen al ruedo con las orejas colgando. Solo les falta hablar con los toreros y negociar por dónde y de qué modo quiere que embistan para no molestar y que se luzcan los caballos y caballeros.

Demasiado bonancibles para que surja la emoción; y no surgió porque ni Hernández, ni Armendáriz ni Hermoso tuvieron una tarde inspirada. No siempre se puede estar bien, pero hay que decirlo. Ninguno de los tres protagonizó una actuación redonda y todos fallaron de manera estrepitosa con los aceros en la suerte final.

Leonardo Hernández, el más regular, destacó especialmente a lomos del caballo Sol, un animal torero, que ofreció una lección de temple con los pitones del primer toro cosido a la cincha; y lo mejor del caballero fue un espectacular par de banderillas a dos manos en esa misma faena.

Armendáriz no torea en público desde 2019 y eso se nota; pero es de justicia constatar su entrega y disposición que le llevaron a firmar dos actuaciones correctas, sobrias y meritorias.

Y Guillermo Hermoso debutaba en su plaza y era de cajón que tenía que salir por la puerta grande, como ha hecho por la del Príncipe en Sevilla y la de Madrid. Ya se sabe que es un joven dotado de unas excepcionales cualidades para ser una gran figura, pero, aunque rayó a gran altura en el dominio del escenario y el manejo de sus monturas, ninguna de sus faenas fueron contundentes y rotundas.

Falló con estrépito con el descabello en su primero, y salió a por todas en el sexto, ante el que le costó encontrar el camino para los rejones de castigo. Templó muy bien con Berlín, otro torero de cuatro patas, pero no acertó con las banderillas a dos manos: no clavó ninguna en el primer par y solo una en el siguiente, y, además, erró con el rejón de muerte.

Pero el presidente, con esa media sonrisa de cariñosa satisfacción en la cara (a fin de cuentas, el muchacho es un paisano y de buena familia) no tuvo reparo en sacar los dos pañuelos y se quedó tan pancho.

El Capea / Hernández, Armendáriz, Hermoso

Toros despuntados para rejoneo de El Capea -el quinto, como sobrero-, bien presentados, nobles, con movilidad y clase.

Leonardo Hernández: dos pinchazos, rejón bajo, un descabello -aviso-, seis descabellos y el toro se echa (silencio); dos rejones muy traseros (ovación).

Roberto Armendáriz: rejón perpendicular y diez descabellos (silencio); pinchazo, rejón bajo y dos descabellos (oreja).

Guillermo Hermoso de Mendoza: rejón trasero y atravesado y siete descabellos (ovación); pinchazo, rejón en lo alto y un descabello (dos orejas). Salió a hombros por la puerta grande. 

Plaza de Pamplona. 6 de julio. Segundo festejo de la feria de San Fermín. Casi lleno.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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